Salud Argentina , La Rioja, Martes, 12 de marzo de 2013 a las 09:05

Analizan los efectos de la dieta con grasas saturadas en la fertilidad masculina

Seg煤n los estudios, los espermatozoides se ven afectados en diferentes niveles: se altera su forma y funcionamiento, entre otros, dado que los tejidos que los producen pueden acumular grasas

ARGENTINA INVESTIGA/DICYT Los animales (incluido el ser humano) requieren del almacenamiento de grasa como reserva para épocas de intenso frío o cuando el alimento escasea. Sin embargo, en la actualidad, sobre todo en las grandes ciudades donde el esfuerzo físico ha sido suplantado por el sedentarismo, la acumulación de grasa en el cuerpo humano se ha convertido en motivo de preocupación. Es que las grasas saturadas elevan el nivel de colesterol en la sangre y, por ende, el riesgo de sufrir consecuencias en la salud.

 

“El consumo excesivo de grasas saturadas lleva a la hipercolesterolemia, es decir, altos niveles de colesterol en sangre, y a la hipertrigliceridemia, el exceso de concentración de triglicéridos. Ambas son un camino directo a daños vasculares que predisponen a los accidentes cerebro-vasculares (ACV) o al infarto agudo de miocardio (IAM), entre otras enfermedades”, explica Miguel Fornés, del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM) de la Facultad de Ciencias Médicas, quien investiga los efectos que este problema tiene sobre la fertilidad masculina.

 

En conversación con Argentina Investiga, Fornés detalla cuáles son los componentes de las grasas nocivos para la salud humana: “Las grasas se degradan en sus componentes esenciales, lípidos o grasas más simples, y éstos se absorben muy bien en nuestro tubo digestivo. A su vez, pueden utilizarse como combustible por diferentes tejidos o acumularse en ellos como grasa propia”.

 

Para el médico de la UNCuyo, no hay una cantidad determinada de grasas que determine cuándo constituye un riesgo para la salud humana. “El consumo de grasas es excesivo cuando supera la necesidad de cada individuo o su condición de salud”, dice. “Un individuo dado, de acuerdo a su actividad, puede consumir más grasas que otro. Por ejemplo, un trabajador con intenso trabajo físico usará las grasas consumidas como combustible para sus músculos, para producir calor en época invernal, etcétera. Ahora, si este mismo individuo tiene su bioquímica alterada, por ejemplo colesterol en sangre alto, debe cuidarse más que otro trabajador en el mismo oficio. También porque la dieta es una forma de controlar las elevaciones nocivas”, agrega el investigador.

 

En su laboratorio del IHEM, Fornés está indagando en conejos los efectos que estas grasas saturadas tienen sobre la fertilidad masculina. Y, coincidentemente con otros estudios en humanos que ya existen, “muestran una alteración de los espermatozoides a diferentes niveles: se altera su forma, su funcionamiento, entre otras razones. La misma célula de la fertilidad -como otras del organismo- se ve afectada”, analiza el científico mendocino.

 

¿Y por qué se ve afectada la fertilidad por las grasas saturadas? “Varios tejidos pueden acumular grasas, entre ellos, el productor de espermatozoides, los túbulos seminíferos. No se conoce aún el mecanismo íntimo por el que se alcanza estos trastornos, lo estamos investigando”, completa Fornés.

 

Por último, destaca el papel que juega el consumo de aceite de oliva para reducir estos efectos nocivos de las grasas en la salud. “El aceite de oliva forma parte de la denominada dieta mediterránea, que es la que consumen los pueblos que viven cerca del mar Mediterráneo. Se ha visto que estas poblaciones consumen tantas grasas como otros pueblos europeos, sin embargo tienen menos patologías, menos incidencia o intensidad, asociadas al consumo de grasas. Las razones de la ‘protección’ no son conocidas en detalle pero en estudios poblacionales -epidemiológicos- se ha demostrado su efectividad. El mecanismo se está analizando en nuestro trabajo”, concluye el investigador.