Alimentación España , León, Jueves, 17 de noviembre de 2011 a las 17:32

Buitre leonado y quebrantahuesos, beneficiadas por la posibilidad de volver a dejar carroña en el campo

Más del 50 por ciento de las aves necrófagas de Europa viven en España, algunas de ellas en las Reservas de la Biosfera de la Cordillera Cantábrica

RAG/DICYT Con la aparición de la encefalopatía espongiforme transmisible en los humanos, la denominada enfermedad de las vacas locas, se prohibió el dejar las cabezas de ganado en el campo por el posible riesgo de contagio de esa enfermedad al entrar en contacto con otras especies. Eso perjudicó a las aves necrófagas, las carroñeras, ya que los únicos espacios en los que podían alimentarse de esas reses a partir de esta restricción eran muladares o comederos vallados y sometidos a una serie de medidas de seguridad. Es decir, perdieron una fuente de alimentación vital, como era la de comer el ganado muerto en el medio natural. El Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes un Real Decreto por el que se modifica esta normativa -que emanaba de la UE- y elimina la anterior restricción, pudiéndose alimentarse a estas aves con subproductos animales en las zonas en las que estén protegidas, sin necesidad de que sea en un recinto acotado. En la Cordillera Cantábrica, en la que hay declaradas varias reservas de la Biosfera, este cambio legal beneficiará sobre todo al quebrantahuesos y al buitre leonado.

 

Tras la aprobación del Real Decreto, existen dos posibilidades de alimentación de las especies necrófagas: una, la ya aplicada, en muladares o comederos vallados, los cuales podrán seguir funcionando como hasta ahora. La segunda, y novedosa, fuera de recintos vallados en las zonas de protección para la alimentación de especies necrófagas, que deberán ser designadas por cada comunidad autónoma, destaca el texto legal.

 

En esas zonas se incluyen explotaciones ganaderas o destinadas a la caza no sometidas a aprovechamiento intensivo, en las que no sería necesario recoger los cadáveres siempre que se destinen a la alimentación de especies necrófagas y se cumplan una serie de requisitos técnicos, como el análisis de encefalopatías espongiformes transmisibles a determinados animales de las especies bovina, ovina y caprina, incide.

 

Aves beneficiadas

 

Las principales aves que verán cómo mejora su situación en la Cordillera Cantábrica son el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus aureus) y el buitre leonado (Gyps fulvus), pues en ambos casos una parte fundamental de su alimentación en la zona la constituyen las carroñas dejadas por los ganaderos, ha destacado a DiCYT Nicolás López, técnico de Conservación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife).

 

El cambio legal también repercutirá de forma positiva en otras aves que, aunque su dieta es más variada, también recurren a las carroñas, como el milano negro (Milvus migrans), el milano real (Milvus milvus), el alimoche (Neophron percnopterus) o el águila real (Aquila chrysaetos), las cuales están presentes en diferentes Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y lugares pertenecientes a la Red Natura 2.000 dentro de este territorio.

 

El experto ha incidido en que previsiblemente, con la posibilidad de dejar las reses muertas en estos espacios, disminuyan los ataques que el ganado sufría por parte de algunos depredadores, como el zorro y el lobo, además de testimonialmente el oso. "Con el nuevo marco es seguro que se van a alimentar de animales muertos, pues para ellos es mucho más fácil porque no tiene que gastar energía y eso no les va a suponer ningún tipo de conflicto", ha añadido.

 

Se va a potenciar, asimismo, la tradicional relación mutualista entre los ganaderos y las especies necrófagas, mermada a consecuencia de la legislación que entró en vigor hace casi una década. "No hay que olvidar que las aves carroñeras se aprovechan de las reses muertas y los ganaderos de estas especies, que les ayudan a eliminar estas piezas", ha recordado.

 

Nicolás López ha aseverado que este nuevo Real Decreto supondrá también un ahorro económico para los ganaderos y para la propia Administración, ya que disminuirán los costes, a veces "muy elevados" que suponía la retirada, transporte e incineración del ganado muerto.