Alimentación España , Salamanca, Martes, 15 de marzo de 2005 a las 17:27

Castilla y León alberga más del 50% de la población nacional de lobo ibérico

León, Zamora y Burgos son las provincias con mayor número de manadas

Ana Victoria Pérez/DICYT Castilla y León alberga más el 54% de los 2.000 ejemplares de lobo ibérico que habitan en los montes y bosques españoles. La comunidad es, junto con Galicia, donde se concentra el 34% de la población, uno de los bastiones en los que tradicionalmente se ha refugiado esta especie considerada, hasta hace unas décadas, un enemigo del hombre. Los últimos datos recabados por especialistas como Juan Carlos Blanco, investigador de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente, certifican que el lobo ha extendido su hábitat en la comunidad, pasando a ocupar un 20% más del territorio que hace un cuarto de siglo.

 

Pero estos resultados sólo han sido posibles gracias a la labor realizada desde 1970 por uno de los más importantes naturalistas españoles. Cuando se cumplen 25 años de su desaparición, la conciencia social despertada por el burgalés Félix Rodríguez de la Fuente, en torno a la situación de dicho animal ha dado sus frutos.

Juan Carlos Blanco, autor del informe titulado Diagnóstico de la Situación del Lobo en Castilla y León, ha explicado a DICYT que "a pesar de las dificultades que comporta la elaboración de un censo de lobo ibérico, ya que estos animales no se dejan ver fácilmente, se estima que la población española de lobo ibérico está integrada por unas 300 parejas reproductoras, lo que supondría unos 1.500 ejemplares a principio de la primavera (antes de los partos), y unos 2.000 a mediados del otoño".

Blanco puntualiza que "la densidad media de España oscila entre el 1’5 y los dos individuos por cada 100 kilómetros cuadrados, concentrándose las mayores densidades en la provincia de Zamora, donde se han detectado cerca de 45 manadas, lo que supone que entre cinco y siete lobos se reparten un territorio de 100 kilómetros cuadrados". La mayor parte de los ejemplares se concentran en la Sierra de la Culebra, aunque las montañas leonesas y una porción de las provincias de Palencia y Burgos también concentran una población importante, cuya densidad varía entre los tres y los 4’2 lobos por cada 100 kilómetros cuadrados.

En el polo opuesto se sitúan las provincias de Ávila y Salamanca. Durante la elaboración del último estudio, en 2002, en cada una de estas provincias se registró una única manada de lobos, aunque para el experto Juan Carlos Blanco "es muy probable que esta cifra se haya incrementado, y ya estemos hablando de tres grupos de individuos". La causa fundamental de este bajo número hay que buscarla en el control al que se ha sometido al lobo ibérico en las dos provincias de la región donde la ganadería constituye el soporte fundamental de sus economías respectivas.

La amenaza del lobo

La imagen del lobo ha pervivido en el imaginario colectivo como la de un depredador cruel al que había que combatir. Hasta 1970 la especie estaba considerada una amenaza, y la Administración no sólo permitía que se la combatiese y controlase mediante batidas, o el uso de venenos, sino que además promovía dichas prácticas incentivando la captura de la "alimaña" mediante recompensas. El lobo ibérico pasó entonces de ser una amenaza a convertirse en especie amenazada.

En este punto fue esencial la campaña de divulgación promovida por Félix Rodríguez de la Fuente. El naturalista burgalés ofreció una visión mucho más cercana y real del lobo a través de diversos programas de televisión consiguiendo que, en 1970, las Cortes decidieran eliminar al lobo de la lista de animales dañinos y lo incluyesen en el catálogo de piezas de caza mayor protegidas.

Desde entonces la población española de lobo ibérico, la más importante de Europa, se ha recuperado notablemente y, aunque su catalogación resulta polémica, el investigador Juan Carlos Blanco comenta que "desde mi punto de vista podría decirse que el lobo es hoy en día una especie no amenazada pero dependiente de conservación, tal y como la define la Unión Mundial Para la Naturaleza (UICN)".

 

El cazador cazado
El lobo ibérico (canis lupus signatus) es un predador con tanto olfato como miedo al hombre. Pocos ejemplares superan el metro y cuarto de longitud (sin contar la cola) y los 55 kilos. Se reúnen en manadas, en las que impera una rígida jerarquía y en las que el vigor, la edad y la inteligencia son determinantes para ostentar el mando. El lobo ibérico, subespecie de las dos grandes especies de Canis lupus que hay en el mundo, gris y rojo, ocupa de forma estable gran parte del cuadrante noroccidental de la península, mientras que su presencia puede observarse también en otros países europeos como Italia, Grecia o Turquía. Sus únicos depredadores, y sólo durante las primeras semanas de vida, son el águila real y el búho real. Después, solamente el hombre.