Ciencia en el Parlamento pretende ser “un instrumento útil y dinámico” para la toma de decisiones políticas
JPA/DICYT Ciencia en el Parlamento, una iniciativa ciudadana independiente que ha logrado la creación de la oficina de asesoramiento científico en el Congreso de los Diputados, se presentó hoy en Salamanca con la asistencia de investigadores, políticos, ciudadanos y diversos actores de la sociedad. La jornada, organizada por la Delegación Institucional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha tenido lugar en el Casino de Salamanca y ha servido para intercambiar opiniones sobre las mejoras que necesita la ciencia en España.
Lorenzo Melchor, consultor científico y coordinador de la iniciativa, ha explicado la historia de Ciencia en el Parlamento, un movimiento que surgió de forma espontánea en Twitter para tratar de impulsar el asesoramiento científico en el ámbito político y que en noviembre de 2018 logró celebrar unas históricas jornadas en el Congreso coincidiendo con el 40 aniversario de la Constitución, un evento que unió a 200 científicos y 75 diputados y sentó las bases para la toma de decisiones políticas basadas en la evidencia.
El primer intento de crear una oficina de asesoramiento científico hay que atribuírselo al catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Salamanca Miguel Ángel Quintanilla en los años 80, según recordó. Aquella idea y otras similares no llegaron a cuajar, pero sí lo ha hecho Ciencia en el Parlamento, ya que el Congreso aprobó hace meses la nueva oficina con un presupuesto de 200.000 euros.
Próximos objetivos
Ahora, el reto es que Ciencia en el Parlamento y la oficina creada se conviertan “un instrumento útil y dinámico”, señaló Lorenzo Melchor. Los objetivos más inmediatos serán la presentación de un informe sobre inteligencia artificial y Big Data, así como poner en marcha un programa de intercambio de políticos y científicos, de manera que se visiten en sus respectivos lugares de trabajo y comprendan mejor sus respectivas labores.
En una segunda sesión, tres de los participantes de las jornadas de noviembre han contado su experiencia. Irene López (Universidad de Salamanca) lo hizo en calidad de técnico de asesoramiento; Jorge Laborda (Universidad de Castilla La Mancha), como consultor experto; y María Teresa González Astudillo, también como experta. En aquella primera experiencia se plantearon 12 temas de interés social –la migración, la contaminación por plásticos y el envejecimiento, entre otros– y tanto técnicos como expertos pudieron exponer a los diputados las evidencias científicas relacionadas con cada uno de ellos.
Mejoras en el sistema
La última sesión estuvo dedicada a la relación de la ciencia con la sociedad, con la participación de Alejandro Sarmiento Carrión, director gerente del Museo de la Evolución Humana y del Sistema Atapuerca; Francisco Javier Gómez González, profesor Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid; Ana Victoria Pérez, directora de la Fundación 3CIN y de la Agencia DiCYT; Miguel Battaner Moro, coordinador de la UCC+i de la Universidad de Salamanca; y Mar Siles Lucas, delegada Institucional del CSIC en Castilla y León.
En esta parte final el debate se centró en preocupación por la continuidad de esta iniciativa y en las mejores que podrían impulsar aún más tanto Ciencia en el Parlamento como la investigación española en general. Los diferentes ponentes hicieron referencia a la necesidad de mayores recursos para la ciencia y de que el sistema tenga más estabilidad.
“Es necesario que haya más consenso, más participación y más personal”, destacó Mar Siles, que también planteó la posibilidad de que el asesoramiento científico no se quedase únicamente en el Congreso de los Diputados y pudiera extenderse al ámbito regional y local.