Salud España Salamanca, Salamanca, Lunes, 10 de marzo de 2008 a las 16:13

Científicos de la Universidad de Salamanca investigan las garrapatas como agentes transmisores de enfermedades

Analizan más de 1.000 muestras anuales que llegan a centros de salud y han identificado 16 especies en Castilla y León

JPA/DICYT Un equipo del Departamento de Biología Animal, Ecología, Parasitología y Edafología de la Universidad de Salamanca analiza cada año más de un millar de muestras de garrapatas que llegan a los centros de salud de toda Castilla y León con el objetivo de estudiar estos animales como vectores de transmisión de enfermedades humanas. "En el laboratorio recibimos garrapatas que han sido retiradas en las personas que acuden a consulta médica. Cuando el personal sanitario descubre alguna, nos remiten la muestra para que nosotros analicemos qué patógenos pueden tener y pueden transmitir a al hombre", ha declarado a DICYT Pedro Fernández Soto, responsable de la investigación.

 

A lo largo de una década, distintos convenios de la institución académica salmantina con la Junta de Castilla y León han permitido realizar esta investigación. Los centros de salud envían una ficha con los datos del paciente y del personal sanitario que recoge la muestra, indicando la zona corporal de la que se ha retirado la garrapata. "Lo que hacemos es identificar la especie de garrapata y, por técnicas moleculares basadas en PCR (reacción en cadena de la polimerasa), intentamos amplificar el ADN de posibles patógenos que pueda llevar el ácaro", afirma el especialista.

 

Así, los científicos comprueban habitualmente que las garrapatas son vectores de virus, hongos y helmintos, pero sobre todo de bacterias. En concreto, suelen portar un tipo denominado Rickettsia, causante de infecciones, y también transmiten bacterias del género llamado Borrelia, causante de la enfermedad de Lyme, una grave patología también infecciosa y muy prevalente, por ejemplo, en Estados Unidos.

 

Sorpresas en los análisis

 

A lo largo de los últimos años, los análisis genéticos que ha realizado este equipo han revelado algunas sorpresas. "Estamos encontrando genotipos de Rikettsia que no podemos asociar a ninguna especie de garrapata en concreto, así que estamos secuenciando su ADN para ver si son especies distintas o similares a las ya caracterizadas", comenta el investigador. De hecho, los científicos pensaban que en Castilla y León sólo existía una especie, la Rikettsia conorii, pero la investigación apunta hacia todo lo contrario. "Hemos identificado especies que presentan un cuadro clínico similar al de la Rickettsia conorii, pero que no lo son, y hemos citado la presencia de alguna especie por primera vez en España. Sin embargo, de todas las garrapatas que llevamos analizadas desde que comenzó el estudio, sólo hemos detectado un ejemplar de garrapata con Rikettsia conorii", señala Pedro Fernández Soto.

 

La variedad de patógenos hallados no sorprende teniendo en cuenta que a lo largo de estos años el equipo ha identificado en Castilla y León hasta 16 especies distintas, mientras que en la mayoría de los países europeos hay menos de la mitad. "Tenemos más especies de garrapatas susceptibles de transmitir enfermedades y nos estamos encontrando garrapatas que no son típicas de España y están siendo importadas por algunas personas tras la realización de un viaje, por ejemplo", indica el científico.

 

Patologías graves

 

Además de las bacterias que portan, hay que tener en cuenta los daños directos que causan las garrapatas por su propia condición de parásito. "Son ácaros hematófagos, se alimentan de sangre, así que provocan lesiones en la piel y en algunos casos extremos producen parálisis, toxicosis y anafilaxia, una grave reacción alérgica", explica Pedro Fernández Soto. De hecho, "tenemos publicado un trabajo en colaboración con el Servicio de Alergia del Clínico de Salamanca sobre dos casos insólitos de anafilaxia producidas por picadura de garrapata. Llegaron a urgencias con riesgo vital por choque anafiláctico importante", indica. Estos problemas se derivan de la composición de la saliva de las garrapatas, que incluye moléculas inmunosupresoras, antihemostáticas y vasodilatadoras, que producen anafilaxia.

 

Superan a los mosquitos 
Cada año, el equipo de Pedro Fernández Soto analiza entre 1.000 y 1.200 garrapatas halladas en pacientes de algún centro de salud del Sacyl. Sin embargo, esta cifra es sólo "la punta del iceberg", asegura. Aunque se detectan con más frecuencia en la población rural, los cambios en algunos hábitos de vida hacen que la presencia de garrapatas sea cada vez más habitual en zonas urbanas. "En el mundo industrializado, las garrapatas están desplazando a los mosquitos como vectores de enfermedades. La población tiende a irse a vivir al entorno periurbano y asiste a más a actividades en el campo, así que el riesgo aumenta", señala.Por el contrario, en los países pobres siguen siendo los mosquitos los principales transmisores de enfermedades y la diferencia se explica porque se trata de patologías que apenas se registran en los desarrollados, como la malaria o el dengue. Sin embargo, en este entorno, las garrapatas constituyen un gran problema de sanidad animal, ya que se trata de ácaros hematófagos, es decir, que se alimentan de sangre, lo que provoca caídas en el rendimiento animal, con una menor producción de leche o problemas de piel que impiden utilizar el cuero de los animales afectados. En definitiva, las garrapatas producen pérdidas económicas graves. Dos de las bacterias que transmiten que más daño hacen a los animales son la Anaplasma y la Francisella tularensis, causante de la turalemia.