Alimentación México , Distrito Federal, Lunes, 15 de febrero de 2010 a las 16:36

Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México desarrollan bioplaguicidas seguros

Se fabrican a partir de extractos de plantas medicinales y de ornato, para controlar insectos y malezas dañinos

UNAM/DICYT La humanidad depende del consumo de vegetales, cultivos y cereales aunque, anualmente, una tercera parte de la producción de esos alimentos se destruye, principalmente por el ataque de insectos y maleza, lo que hace imprescindible el estudio de nuevas formas de control de plagas. Plaguicidas debidamente formulados e inocuos para la humanidad, de bajo costo y calidad confiable, serían provechosos para el sector agrícola; Por ello, investigadoras de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, desarrollan bioplaguicidas a partir de extractos de plantas medicinales y de ornato, para controlar insectos y malezas dañinos, sin necesidad de introducir pesticidas tóxicos.


El uso de agroquímicos contribuye a la contaminación del subsuelo, suelo y medio ambiente; de ahí, la necesidad de establecer otras formas de control de plagas y enfermedades vegetales, para incrementar su producción sin ocasionar daños significativos a esos sistemas, explicaron Ofelia Grajales Muñiz y María Elena Quintana Sierra, responsable y colaboradora del proyecto, respectivamente.


Cada año, un tercio de la producción de alimentos básicos y de hortalizas se destruye debido a las plagas o al uso de agroquímicos, y aunque estos últimos son agresivos y merman la producción agrícola, se siguen utilizando.


Por ello, tienen que generarse insecticidas naturales, a partir de extractos vegetales, como una opción de seguridad ambiental. Los bioinsecticidas, a diferencia de los plaguicidas convencionales, resultan baratos, no contaminan, no generan alteración en los seres humanos, ni resistencia a sus componentes; tampoco afectan a los predadores naturales, ni alteran los ciclos de vida de los polinizadores.


El grupo de investigación, dirigido por Grajales Muñiz, trabaja en la obtención de esos productos naturales o biocidas, a partir de extractos de té de limón, eucalipto, cempasúchil, ajo, cebolla, chile habanero y de árbol, santa María, tejocote, higuerilla y maravilla amarilla.


Hasta el momento, se han analizado principalmente el ajo, el chile y la cebolla, por separado o en combinación, y se han manejado solos o en disoluciones alcohólicas (al 100 ó 75 por ciento) contra el caracol en nopaleras, el pulgón en rosales y la cenicilla en cempasúchil, dijo la universitaria.


“En el caso del caracol, el biocida repele la plaga y disminuye la población; en cuanto al rosal, los pulgones se vieron altamente controlados y permitió que la flor resurgiera sana”, señaló. El té de limón inhibió la germinación de plantas arvenses o mala hierba, que se han hecho resistentes a herbicidas como el Fenoxaprop-p. El ajo, cebolla y chile de diferentes especies han resultado eficaces contra el pulgón, la mosquita blanca, hongos como trips, alternaria y la cenicilla.


Los metabolitos secundarios


Comúnmente, las plantas medicinales y de ornato generan sustancias orgánicas, que producen bajo situaciones de estrés y como mecanismo de defensa; se denominan metabolitos secundarios (alcaloides, fenilpropanoides, compuestos fenólicos e isoprenoides, entre otros) y ejercen un efecto biocida que las autoprotege del ataque de agentes patógenos como hongos, bacterias, virus y algunos insectos o ácaros. Esos metabolitos son aprovechados para obtener los extractos. “Utilizamos tallo, raíz, hojas o las plantas completas; para probar los efectos biocidas, se aplica en especies con un alto porcentaje de germinación como jitomate, frijol, maíz, rábano y chile; si los extractos tienen sustancias con carácter biocida, entonces impedirán la germinación de las semillas”, indicó Grajales.


El equipo de la FES Cuautitlán, donde también colaboran Rocío Azcárraga Rosete, Ma. del Carmen Barrón, Juan Carlos Rodríguez Huerta y Juan Garibay, pretende una “alternativa saludable para el ambiente”, a través del potencial natural que tienen las plantas para defenderse.