Alimentación España , Palencia, Viernes, 23 de febrero de 2007 a las 13:55

Cuernas de la época romana encontradas en Palencia sirven para determinar las características genéticas del ciervo ibérico

Los trabajos se han desarrollado bajo la coordinación del investigador de la Universidad de Extremadura, Juan Carranza Almansa

Vanessa Domínguez/DICYT Investigadores del Departamento de Biología y Etología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura, han analizado el ADN de 13 cuernas de ciervo encontradas en las inmediaciones de la Villa de la Olmeda de la localidad palentina de Saldaña. Los restos pertenecientes a la época romana, han servido para determinar las características cromosómicas propias de los ciervos ibéricos y los datos resultarán esenciales a la hora de garantizar la protección de la pureza genética de esta especie que desde 1980 convive en la península con otras subespecies europeas importadas con fines cinegéticos.

Las cuernas de ciervo de las que se han extraído las muestras de ADN, fueron encontradas en las inmediaciones de la Villa de la Olmeda en Saldaña (Palencia), villa agrícola de la época imperial romana del siglo IV, y desde su hallazgo permanecían depositadas en el Museo Monográfico de la Villa de la Olmeda.

El director del proyecto, Juan Carranza Almansa, catedrático de Zoología de la Universidad de Extremadura con más de veinte años de investigación en temas relacionados con especies cinegéticas, explica que  las muestras de ADN fueron extraídas de las cuernas con un taladro, obteniendo así un polvo portador de ADN, "la extracción la realizamos en condiciones estériles, asegurándonos de que el material genético correspondía a ciervos y no a cualquier otro organismo que hubiese podido contaminar las muestras". El material se encontraba en buenas condiciones, y aunque se obtuvo poca cantidad, fue suficiente para la realización de una PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa). Una técnica muy común en el campo de la Biología Molecular basada en la obtención de un gran número de copias de un fragmento de ADN concreto, a partir de una única copia de dicho fragmento.


Los resultados obtenidos han sido tomados como referencia por parte de los investigadores de la Universidad de Extremadura para crear un test genético que permita determinar si un ejemplar concreto es de raza ibérica, sirviendo de filtro en la detección de subespecies importadas de centroeuropa o del Reino Unido. El test constituye también una herramienta indispensable para la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza, organismo encargado del control de todas las piezas abatidas que la utiliza como referente a la hora de evaluar la pureza de aquellos ejemplares que cuentan con más de 190-195 puntos. Según Carranza "con esto lo que se persigue es la protección de la pureza genética de las dos subespecies que se engloban dentro de la denominación ciervo ibérico, como son el Cervus elaphus bolivari o Cervus elaphus hispanicus”.

 

Conservar la especie


“Para iniciar los trabajos necesitábamos un patrón de ciervo ibérico, por lo tanto, lo fuimos a buscar a fincas en las que se sabía que había ciervos autóctonos, como por ejemplo cortijos y casas antiguas donde se encontraban cuernas de principios del siglo pasado, ya que el movimiento de importación de ciervos de otras subespecies no se ha producido hasta 1980. Dicha fecha coincide con el periodo en el que empiezan a apreciarse más los trofeos de mayor envergadura".

 

“La segunda prueba, consistió en analizar las cuernas de ciervo de la época romana de la Villa de la Olmeda. Los romanos no introducían especies cinegégticas, por lo que los patrones obtenidos resultan bastante fiables. Los análisis se desarrollaron en tres pasos el primero de los cuales consistió en comprobar el test genético, el segundo en determinar las características genéticas de los antepasados, para lo que se ha estudiado, el ADN nucleolar depositado en los satélites (fragmento de cromosoma próximo al centrómero, situado en el núcleo celular, muy variable y el cual no se expresa), así como el ADN mitocondrial. Este último es regular y se sabe el número de mutaciones que presenta ya que se hereda por vía materna, ofreciendo información sobre la filogeográfia de la especie, la comarca de la que viene la madre del individuo y los diferentes linajes. Por último la tercera prueba, estudia los posibles cambios en el ADN a lo largo del tiempo, con el empleo de los microsatélites que son marcadores muy pequeños”.

Actualmente las poblaciones de ciervos de la Peninsula Ibérica se hallan en su mayoría confinadas en fincas particulares en las que se practica la montería. En estas poblaciones encarceladas no se realiza el intercambio genético que asegure la pureza de la raza, produciéndose entonces una fuerte endogamia, es decir, un alto índice de consanguinidad debido a los frecuentes cruces entre machos y hembras pertenecientes a la misma línea familiar, apareciendo el denominado Efecto Fundador. “Si por el contrario se producen cruces entre subespecies autóctonas y centroeuropeas se produce lo que se llama exogamia, y da lugar a ciervos tranquilos, susceptibles a enfermedades y con cuernas asimétricas”. El grupo investigador seguirá trabajando en esta línea, tomando muestras en otros yacimientos arqueológicos, para realizar un estudio a lo largo de diferentes periodos.