Ciencia España , Burgos, Viernes, 16 de noviembre de 2012 a las 12:21
SEMANA DE LA CIENCIA 2012

“El arqueomagnetismo es una de las disciplinas más versátiles de las Ciencias de la Tierra”

El profesor e investigador de la Universidad de Burgos Ángel Carrancho detalla las distintas aplicaciones de esta técnica, entre las que se encuentra la datación

Cristina G. Pedraz/DICYT El arqueomagnetismo es una disciplina científica relativamente reciente que se encarga de estudiar el campo magnético terrestre en el pasado. Su aplicación más conocida es como técnica de datación, aunque tiene muchas más, destaca el profesor e investigador de la Universidad de Burgos Ángel Carrancho, experto en este ámbito, quien impartirá una conferencia a partir de las 20.15 horas de hoy en el marco de la Semana de la Ciencia 2012 en el Museo de la Evolución Humana (MEH).

 

El principal objetivo, señala, es “explicar la relación existente entre materiales arqueológicos quemados, es decir, el magnetismo que registran estos materiales cuando son quemados, y el campo magnético terrestre, y la posibilidad de ser aplicado como método de datación, aunque tiene otras muchas aplicaciones”. Durante la charla, el experto presentará de forma didáctica en qué consiste este método, qué aplicaciones tiene, en qué materiales se puede utilizar o qué condiciones requiere.

 

“Hasta hace una década el arqueomagnetismo no se podía utilizar como técnica de datación en la península Ibérica, ya que el nivel de desarrollo del método era muy pobre”, recuerda. Mientras que otras técnicas como la del carbono 14 fueron desarrolladas y popularizadas, el arqueomagnetismo no ha tenido un impulso hasta hace apenas 10 años, “a través de una serie de proyectos nacionales y europeos”. Por medio de estos proyectos, se ha elaborado una base de datos “lo suficientemente densa como para poder tener información sobre las variaciones que ha experimentado el campo magnético terrestre en la península durante los últimos 2.000 o 3.000 años”, de forma que hoy en día “ya es posible datar materiales arqueológicos quemados que están comprendidos en este periodo”.

 

Además de la datación, la técnica permite otras cosas como “determinar las temperaturas de combustión que ha podido sufrir un material arqueológico quemado, saber incluso el tiempo que ha podido pasar entre un episodio y otro de combustión dentro de un nivel de un yacimiento arqueológico o identificar fuego”, una serie de aplicaciones de gran interés en la arqueología.

 

Respecto a los materiales que son susceptibles de ser estudiados mediante la técnica del arqueomagnetismo, añade Ángel Carrancho, tienen que se aquellos “que estén bien quemados o que hayan experimentado calentamientos a temperaturas razonablemente altas, por encima de 500-600 grados, por ejemplo”, así como “materiales que preserven su posición original”, es decir, que se mantengan ‘in situ’.

 

En este sentido, añade, “si lo que se pretende es estudiar cómo ha quedado registrada la dirección del campo magnético en el momento en que se produjo la combustión de un material, como un horno o una fogata, si eso ha sufrido algún desplazamiento la dirección no quedaría preservada”.

 

Investigaciones de la Universidad de Burgos


En los últimos años, el grupo de investigadores de la Universidad de Burgos especializados en arqueomagnetismo se han centrado “en compilar datos que permitiesen describir cómo han sido las variaciones del campo magnético terrestre para los últimos 2.000 o 3000 años en la península Ibérica”. Estas variaciones, que se conocen con el nombre de variación secular, han posibilitado diseñar una curva de variación secular, o lo que es lo mismo, “una curva patrón de variaciones del campo magnético terrestre sobre materiales previamente bien datados”.

 

“Nuestro trabajo ha ido encaminado a ampliar temporalmente esa curva. Estamos experimentando con materiales más antiguos de los que se ha venido trabajando, como sedimentos quemados en cuevas. Hemos hecho estudios en yacimientos de la Sierra de Atapuerca de edad holocena, concretamente de los últimos 3.000-5.000 años, y de otras cuevas de la península Ibérica, de forma que hemos conseguido ampliar el registro de variación secular que existe hoy en día en la península Ibérica y ya empiezan a surgir las primeras dataciones de materiales coetáneos a estas edades”, avanza.