Salud España , Castilla y León, Viernes, 09 de octubre de 2009 a las 11:19

El estudio de reservorios salvajes, clave para controlar la aparición de virus como la gripe A

Expertos del Centro Nacional de la Gripe consideran que las aves acuáticas migratorias son el banco genético de la gripe

Cristina G. Pedraz/DICYT Las aves, los cerdos y los humanos tienen cosas en común. Aunque pueda parecer un chiste, estas tres especies y alguna más comparten la posibilidad de padecer gripe, una enfermedad infecciosa que origina habitualmente problemas respiratorios, fiebre y dolor muscular. Pero no hay una sola gripe. Los virus que la producen se clasifican en tres tipos: A, B y C. El tipo A es el que afecta principalmente a aves y mamíferos, y cuenta a su vez con subtipos que se identifican en función de dos proteínas que se encuentran en la superficie del virus, la hemoglutinina (H) y la neuraminidasa (N). Cada virus contiene la combinación de una sola hemoglutinina y una sola neuraminidasa, y por eso para diferenciarlos toman nombres como H2N3 o H1N9. 

 

Esta información es clave para entender la procedencia de la nueva gripe pandémica, del tipo A/H1N1, aunque también es necesario conocer como es su genoma. Éste se encuentra fraccionado en ocho segmentos, lo que permite al virus reagruparse. De este modo, cuando dos virus diferentes infectan a la misma célula se produce una reorganización de sus genes, lo que permite entender que existan virus de un mismo subtipo de H y N que tengan comportamientos biológicos diferentes. Por otro lado, este factor explica que sea impredecible la evolución de la gripe y la aparición de nuevas cepas.

 

Según explica el director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, el nuevo virus de la gripe A/H1N1 tiene una hemoglutinina “cuyo origen seguro es porcino”. Sin embargo, la procedencia de las proteínas internas es tanto aviar como humana. Toda esta mezcla forma una nueva variante “con capacidad de infectar a los humanos con relativa facilidad”, ya que no es conocida por el sistema inmune y la población apenas tiene anticuerpos contra ella.

 

La variante H1N1 se registró por primera vez en la antigua Unión Soviética, en torno a 1977. Los científicos consideran que es una “tataranieta” de la denominada Gripe Española de 1918, que causó la muerte a cerca de 300.000 personas en el país e infectó a más de ocho millones, por lo que se piensa que “una proporción importante de individuos nacidos antes de 1957, entre el 25 y el 30 por ciento, puede haber heredado anticuerpos frente a esta nueva variante”. El virus registrado entonces se parece “un poco” al actual, mientras que los H1N1 que han circulado en los últimos años “no se parecen en absoluto”.

 

Control de aves migratorias


“Los expertos en gripe somos como los especialistas en bolsa o en terremotos, lo explicamos todo después de que se ha producido”. El doctor Ortiz de Lejarazu señala que por ello es necesaria una atención continua sobre los virus gripales desde distintas instancias, “no solo la gripe humana, también la animal”. En la misma línea, apunta que hay muy poco trabajo hecho sobre una tercera parte importante de la epidemiología, como es el estudio de reservorios salvajes.

 

En concreto, las aves acuáticas migratorias se consideran el “banco genético” de los virus de la gripe. Tal y como asegura el doctor, la respuesta inmune de las aves es pobre y el mismo ejemplar puede pasar varias infecciones del mismo subtipo, lo que facilita “el reordenamiento genético del virus”. Cisnes, albatros, patos salvajes, gaviotas o gansos de cabeza rayada migran de hemisferio norte a sur y generalmente comparten los mismos hábitats. “Que en un mismo entorno coexistan distintas especies posibilita el intercambio y los reordenamientos genéticos del virus”, subraya el especialista.

 

Por otra parte, a la comunidad científica le suscita dudas cómo pasan los virus de animales tan alejados al hombre. Tal y como apunta el director del centro Nacional de la Gripe, “realmente parece que es el salto de especie lo que está pasando, al menos en las últimas dos pandemias (1957, originada en China y 1968, la llamada gripe de Hong Kong) y en esta ha sido la tercera, lo que pasa es que no conocemos donde se produce ese reordenamiento y todas las veces se nos ha escapado”.

 

En su opinión, apoyar la investigación en reservorios salvajes sería importante, aunque costosa. Incluiría un trabajo de campo, con la captura de mamíferos de todos los tamaños y la realización de ‘frotis’ nasal (introducción de una torunda de poliéster seco en las fosas nasales) o faríngeo y pruebas rectales, por si hay una eliminación digestiva. Después el trabajo se desplazaría al laboratorio, donde se llevarían a cabo estudios de anticuerpos frente a distintos virus de la gripe, con el fin de conocer la historia que ha tenido cada ejemplar, una labor “compleja”.

 

Diagnóstico e investigación
El Centro Nacional de la Gripe de Valladolid centraliza el diagnóstico de los casos gripales sospechosos de toda la región. Para ello, la Consejería de Sanidad ha reorganizado dentro del Hospital Clínico de Valladolid una recepción específica para las muestras. Además de nueva infraestructura, se ha dotado al centro de cuatro técnicos y un médico que se ocupan de esta labor. “Estamos haciendo diagnóstico a toda Castilla y León en plazos inferiores a 36 horas y, en muchos casos, a 24 horas”, destaca el doctor Ortiz de Lejarazu, quien añade que el centro informa también “a las autoridades sanitarias nacionales e internacionales de los aislamientos de gripe en la comunidad”.

 

 

Por último, desarrolla diferentes líneas e investigación. Una es el diseño de un modelo de análisis de la respuesta inmune específica frente al virus, y también de la innata, de los pacientes graves que se encuentran ingresados en unidades de cuidados intensivos, frente a pacientes leves. Por otro lado, preparan un estudio para conocer la inmunidad en los grupos de población de mayores, para saber exactamente “cuál es el nivel de anticuerpos que existe en la población que habitualmente se vacuna”, una información relevante “dentro de dos o tres meses, cuando se disponga de la vacuna”.

 

 

De la misma forma, el centro colabora con investigadores canadienses que trabajan con modelos de respuesta a la infección en animales. “Nosotros haremos el estudio de respuesta con muestras procedentes de humanos, para lo que estamos en contacto con cerca de una quincena de unidades de cuidados intensivos de todo el país”, concluye su responsable.