Salud España , Valladolid, Miércoles, 26 de mayo de 2004 a las 19:45

El Hospital Río Hortega investiga los daños cerebrales provocados por traumatismo craneoencefálico

El 30% de los pacientes que ingresan en la UCI con esta dolencia fallecen

Beatriz G. Amandi/DICYT El Hospital Río Hortega ha puesto en marcha un proyecto, en el que participan otros tres hospitales de Valladolid, Burgos y León, para conocer el proceso de deterioro cerebral que se lleva a cabo en los casos de traumatismos craneoencefálicos, con la idea final de elaborar un protocolo de actuaciones que permita anticiparse al desarrollo de las lesiones derivadas de este tipo de lesiones.

El traumatismo craneoencefálico provocado, sobre todo por accidentes, constituye la primera causa de mortalidad de adultos de entre 20 y 40 años, por delante de las enfermedades coronarias o el cáncer.

El doctor de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Río Hortega Pedro Enríquez, coordina este proyecto, que implica la colaboración de otros tres centros hospitalarios más: el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, el Hospital General Yagüe de Burgos y el Hospital de León, e integra el trabajo realizado por 20 especialistas de diferentes ramas, que actúan desde su área de trabajo para conocer el mayor número de datos posible sobre los enfermos.

Los principales objetivos del proyecto, financiado por Sacyl, son diseñar un protocolo eficiente para el manejo de estos pacientes, conocer alteraciones metabólicas y detectar las señales previas que se producen antes de que se desencadene la hipoxia del cerebro: es decir, la falta de oxígeno que produce lesiones irreversibles. Hasta ahora, la hipoxia se detecta a posteriori, cuando ya se ha producido y se pretende que el nuevo protocolo terapéutico permita anticiparse, detectando esas señales.

Según afirmó a DICYT el doctor Enríquez, apenas existen estudios sobre este tipo de traumas, y la puesta en marcha de éste "supone situar a los hospitales de Castilla y León en una posición puntera y novedosa en este tipo de dolencia”.

Los pacientes con trauma craneoencefálico grave tienen una mortalidad muy elevada, que ronda el 30% de los casos que llegan a la UCI, y las lesiones más graves se producen en los días posteriores al trauma, cuando las células del cerebro presentan falta de oxígeno y cambios en el metabolismo cerebral.


Monitorización

El proyecto comenzó a principios de este año y se prolongará durante, al menos, los próximos tres. Los primeros pasos que se han dado están centrados en la monitorización de los pacientes, de modo que se puedan recoger datos fiables sobre su evolución y la de sus células cerebrales, puesto que los días posteriores a los accidentes son claves en la evolución de la dolencia.

Con los datos que se recojan de los 60 pacientes que formarán parte del proyecto se espera poder obtener datos que permitan adelantarse al posible deterioro de la masa celular del cerebro, y establecer protocolos de actuación previos a que se desencadene esta pérdida.


Una de las características novedosas del proyecto, según señala el doctor José María de Campos, jefe del Servicio de Neurocirugía y colaborador, es que se realiza desde una perspectiva multidisciplinar, con la colaboración de especialistas de Medicina intensiva y Neurocirugía, ya que ambas especialidades participan en el tratamiento y recuperación del paciente.

En este sentido, el doctor de Campos ha indicado a DICYT que este tipo de estudios son fruto de las nuevas perspectivas de la investigación clínica: “Antes el progreso y evolución del paciente se medía por la presión de la cabeza, pero actualmente se han cambiado los métodos y se tienen en cuenta aspectos relacionados con la Bioquímica y, cada vez más, aspectos relacionados con la Patología y la Genética molecular”.

Consecuencia de estas nuevas metodologías es el uso en este proyecto de la microdiálisis cerebral: un sistema de obtención contínua de muestras del líquido en el que están las células cerebrales; es decir, del líquido que las baña, lo que permite obtener muestras de metabolitos y sustancias que allí están y conocer su evolución. Con esta nueva técnica se puede saber si llega el oxígeno a las células, si consumen mucha glucosa o cómo la consumen e, incluso, si hay sustancias tóxicas producidas por el propio cerebro.