Salud Argentina , Buenos Aires, Mi茅rcoles, 23 de marzo de 2011 a las 11:34

El mapa de la hepatitis en Argentina

Investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioqu铆mica (FFyB) de la Universidad de Buenos Aires estudian las distintas variantes gen茅ticas del virus de la hepatitis

UBA/DICYT Como si de un GPS (Global Positioning System) se tratara, los virólogos argentinos rastrean los distintos genotipos de los virus de la hepatitis B y C y sus diversos subtipos, por cierto numerosos, y pueden trazar un mapa cada vez más acabado de la localización de cada una de estas variantes en el territorio argentino y sus “desplazamientos”. Pero, a diferencia del GPS, que recurre a datos proporcionados por 24 satélites que orbitan a más de 20.000 km de altura, los investigadores echan mano a una variada gama de recursos epidemiológicos, genéticos, virológicos, bioquímicos y clínicos.

La Argentina ha sido definida como “un crisol” que ha entrecruzado durante su historia constitutiva poblaciones originarias con otras venidas de “allende los mares”: los conquistadores españoles que arribaron desde el Siglo XVI y, durante el período colonial, el traslado forzado de las poblaciones africanas esclavizadas. Más adelante, con las sucesivas corrientes migratorias europeas llegadas con la esperanza de “hacerse la América” desde 1880 a 1950; luego la migración de poblaciones procedentes de países limítrofes, en busca de mejores destinos, desde la década de 1960; y, finalmente, en las décadas de 1980 y 1990, la llegada paulatina de pobladores originarios de países asiáticos. Esto, naturalmente, se verá reflejado en la “hoja de ruta” de los virus que los acompañaron. 

 

La historia natural de los virus

Los humanos no deambulan por el mundo en soledad, en sus equipajes se camufla una variopinta cantidad de “polizones”: diversos microorganismos, de los “buenos” y de los “malos”, entre ellos, los virus. Así es como el efecto “crisol” demográfico va a dar como resultado, también, un crisol “virósico”.

 

En esta nota de divulgación la atención estará centrada en las investigaciones sobre la diversidad genética del virus de la hepatitis B (VHB) en la Argentina, realizada por los miembros de la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA). Se estima que en el mundo unos 400 millones de personas padecen la forma crónica de la hepatitis B. Los datos epidemiológicos señalan que estos pacientes están en riesgo de desarrollar cirrosis y hepatocarcinomas, y que, anualmente, cerca de un millón de personan mueren debido a diferentes fallas hepáticas generadas por este tipo de virus.

 

Parecidos pero diferentes

 

Aun perteneciendo a la misma “familia”, los virus de la hepatitis B exhiben unas características genéticas bien diferenciales, así fueron descriptos ocho genotipos: A, B, C, D, E, F, G y H. “Los genotipos más ´cosmopolitas´ son los A y D, que prevalecen en Europa, Àfrica y América del Norte, y también en países mediterráneos y del cercano y el lejano Oriente. Los genotipos B y C se localizan preferentemente en países del Sudeste y el Este asiático; y el genotipo E, en el Oeste de África. Los genotipos F y H están circunscriptos a América Central y del Sur, y a América del Norte y Central, respectivamente”, describen los investigadores de Farmacia y Bioquímica en un artículo publicado en el Journal of Clinical Virology.

 

Para incrementar, todavía un poco más, la complejidad en el armado de este rompecabezas viral ya fueron descriptos numerosos subgrupos para cada uno de los genotipos del VHB. En el artículo referido, los científicos de la Cátedra de Virología señalan que el genotipo A fue subdividido en 3 subgenotipos; el B, en 6; el C, en 5; el D, en 5; y el F, en 4.

 

Los resultados

Los datos obtenidos por los investigadores de la Cátedra de Virología muestran que en las regiones noroeste y nordeste de la Argentina prevalece, hasta en un 90 % de los casos, el genotipo F, que fue descripto como originario de las comunidades amerindias de América Central y del Sur. Esta prevalencia se debe a que la mayoría de los individuos nativos de estas regiones registran ancestros originarios. Los resultados fueron publicados en Journal of Clinical Virology y en Archives of Virology, entre otras publicaciones científicas internacionales.

 

En cambio, en la región metropolitana es más frecuente encontrar los genotipos A2 y D, que son mayoritariamente originarios de Europa. El genotipo F, en esta región, solo representa un 30 %. Los investigadores también hallaron el subtipo A1, cuya aparición puede deberse a las poblaciones originarias de África traídas durante el período colonial.

 

Los porcentajes bajos de aparición de los subgenotipos B y C, que son de origen asiático, se deben a que la introducción del virus es muchísimo más reciente, con la llegada de comunidades procedentes de ese continente, en las décadas de 1980 y 1990.


Esto refleja a las claras el impacto que han tenido las diversas corrientes migratorias en los diferentes estadíos de la historia demográfica de la Argentina, señala el doctor Rodolfo Campos, profesor titular de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.

 

Trazar un mapa de la diversidad genética del virus de la hepatitis B (VHB) y que, por ser formas que se hacen crónicas dan origen, a la larga y con significativa frecuencia, a cirrosis y cánceres hepáticos, resulta de utilidad para distintos fines. Por un lado, son datos imprescindibles para la prevención de las infecciones y la prognosis de la enfermedad, es decir la previsión de cómo evolucionará la infección y hasta cómo se estima que responderá cada paciente.

 

Por otro lado, en el campo de la atención de la salud, permiten seleccionar las estrategias terapéuticas más adecuadas para cada una de las variantes del padecimiento; y en el campo académico-investigativo, para diseñar y desarrollar antivirales que intenten contrarrestar los embates de la enfermedad. Así también, para el mejoramiento de las vacunas ya existentes, para los tipos A y B del virus, y el desarrollo de nuevas.