Ciencias Sociales España , Valladolid, Viernes, 17 de diciembre de 2010 a las 17:11

El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología se asoma a Valladolid

Desde hoy cuenta con una “ventana” en el Museo de la Ciencia de la ciudad, donde se expondrán piezas como el Fonógrafo Edison Bell, fabricado en torno a 1903

CGP/DICYT El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt) ha presentado en el Museo de la Ciencia de Valladolid su “quinta ventana”, un módulo expositivo donde se mostrarán piezas de su colección. Así, desde hoy se exhibe un Fonógrafo Edison Bell fabricado en torno a 1903, una pieza tecnológica que muestra la evolución y el progreso en la comunicación humana. La pieza va acompañada de una aplicación multimedia que ayudará al visitante a conocer más acerca del funcionamiento de este instrumento, le permitirá escuchar sonidos originales extraídos de los cilindros de cera que el fonógrafo reproducía y lo situará en el contexto histórico de la época en la que se inventó y desarrolló.

 

El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología pretende así tener una parte de su exposición en cada uno de los museos de la ciencia del país, como escaparate de su colección, y la idea es que estas piezas vayan rotando periódicamente. Además, cada pieza va acompañada de otros instrumentos expositivos que ayudan a comprender su uso, importancia, la historia o sus conexiones culturales.

 

Fonógrafo mecánico

 

En el caso de la pieza traída al Museo de la Ciencia de Valladolid, fue fabricado en Inglaterra bajo licencia Edison. Se trata de un modelo de pequeño, que reproduce cilindros de cera de dos minutos de duración, conocidos como estándar o normales. La presencia de dos bocinas está justificada para conseguir una mayor amplificación del sonido. El fonógrafo resultó un elemento clave para el desarrollo de la industria cultural tal como se conoció durante la mayor parte del siglo pasado. Suele considerarse determinante la invención del fonógrafo por Edison en 1877, en la medida en que representa el primer dispositivo que permitió inscribir y reproducir la música, que hasta entonces sólo podía tener existencia en vivo.

 

Funcionaba de una forma muy sencilla; la pieza fundamental era un cilindro con un canal helicoidal, en el que se colocaba una fina lámina metálica, sobre la que actuaba un estilete unido a una membrana vibrante, de forma que al hacer girar el cilindro manualmente y hablar sobre la membrana, el estilete registraba el sonido sobre la lámina. Al hacer girar nuevamente el cilindro, los surcos producidos en la lámina, movían el estilete y la membrana unida a él, reproduciendo el sonido previamente grabado.

 

Según la información del Muncyt recogida por DiCYT, en 1886 Tainter y Bell introdujeron el Graphophone (fonógrafo que utilizaba, cilindros de cartón recubiertos de cera) y patentaron su invento que sería durante algún tiempo la marca competencia de Edison. El soporte de cera tenía numerosas ventajas frente a la lámina metálica: mayor estabilidad y duración, se podía guardar fácilmente y reproducir cuantas veces se deseara, la calidad del sonido era superior, así como también la duración de la grabación de 2 a 3 minutos. Todas estas características lo hacían el soporte perfecto, ya que se podía almacenar y crear bibliotecas musicales o de sonidos de miembros de la familia.