Ciencia México , Distrito Federal, Lunes, 22 de diciembre de 2008 a las 17:38

El perro apenas ha experimentado cambios como especie en América en los últimos 12.000 años

Los primeros ejemplares que llegaron al continente eran similares a las que hoy habitan en México, consideró el investigador de la UNAM, Raúl Valadez Azúa

UNAM/DICYT Desde los últimos 12.000 años, cuando llegaron los primeros hombres a tierras americanas, el cambio de los perros a los animales que se conocen en la actualidad no ha sido drástico y de hecho conserva las mismas características, reconoció el integrante del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Raúl Valadez Azúa. A lo largo de varios años, el encargado del Laboratorio de Paleozoología de esta entidad universitaria, se ha dedicado a analizar los restos arqueológicos y el ácido desoxirribonucleico (ADN) de los esqueletos de canes, encontrados en diversos entierros prehispánicos.

 

En este periodo la variabilidad no ha sido radical, pues cuando se habla del perro como entidad física, se hace referencia a un organismo que se enfrenta a dos procesos que se dan de manera simultánea: los biológicos y los culturales, subrayó. Los primeros, explicó, incluyen las necesidades de alimentación, defensa, procreación, aprovisionamiento de abrigo, sustento, así como la adaptación al ambiente; y los segundos, tienen que ver con las circunstancias culturales que influyen sobre el ejemplar: si será un animal con propósitos de crianza, para el hogar, o de guarda y protección.

 

Cuando esos dos elementos interactúan de manera simultánea, las diferencias ocurrirán en función del factor predominante, puntualizó el autor de El perro mexicano y La domesticación animal. Comentó que los primeros ejemplares que llegaron a América eran similares a las que hoy habitan en el interior de la República, conocidos como "perros comunes". No se trata del canino callejero propio de las ciudades –mezcla de razas–, sino de uno esbelto, de complexión mediana, no pesado ni corpulento; hocico y orejas alargadas, unas veces paradas y otras bajas; de colores que pasan por el amarillo, blanco, negro o moteado.

 

Pareciera que fueran el biotipo mejor adaptado a la convivencia humana y a las circunstancias ambientales, es decir, el organismo con mejores características para adecuarse al entorno. Además, cuando se han comparado los esqueletos arqueológicos del territorio con los de Canadá o del sur de Bolivia, se han observado varias semejanzas, indicó el autor de más de 60 artículos sobre el perro del México antiguo, y los perros pelones mexicanos.

 

Restos en el laboratorio

 

El Laboratorio de Paleozoología del IIA cuenta con 50 restos antiguos completos, que son los mejor conservados, mismos que se guardan en recipientes de madera, cajas o bolsas, y son representativos para el cotejo y estudio, además de poner a disposición datos como el origen y la fecha, además de estar completos, y pertenecer a las razas reconocidas en el país.

 

El IIA tiene a su resguardo otros 300 y 400 más, de los que sólo se conserva una o varias partes: el cráneo, las mandíbulas y los dientes, entre otras, muestras que son de alto valor ya que fueron encontradas y asociadas a determinados contextos o en proyectos que se trabajaron en una época específica, dijo el investigador.

 

Los restos del ejemplar más antiguo de la colección data de dos mil 500 años aproximadamente, y se localizaron en un entierro humano por la autopista México-Puebla, en una pequeña comunidad que se asentó en esa región. Precisó que los más recientes son de 450 ó 500 años, pues los proyectos de investigación arqueológica abarcan únicamente la época prehispánica.

 

El académico de la UNAM, señaló que los esqueletos de caninos más antiguos identificados en el continente datan de hace 12 mil años, y en la nación, los más arcaicos son de hace cinco mil 500, descubiertos en una sepultura en la Cueva del Tecolote, en Hidalgo, donde estaban en asociación varios perros.

 

Aspectos culturales

 

La importancia de los canes ha cambiado con los años y las épocas y citó que por ejemplo, cuando el hombre llegó a tierras americanas e incluso poco antes de la Conquista, los perros eran animales fundamentales para la sobrevivencia de los individuos. El que existan entierros donde se depositó un perro al lado del difunto, representa la necesidad del hombre de inhumar a su muerto, en actitud de despedida, y procurarle que se vaya de la mejor manera posible.

 

Casi todas las culturas antiguas del mundo tenían presente este vínculo, pues afirmaban que el perro era el único animal que hacía la diferencia entre la vida y la muerte. En las civilizaciones prehispánicas cobra mayor valía este concepto, sobre todo en los ámbitos religioso, doméstico y alimenticio ya que el perro, era visto no sólo como compañero y guardia, sino también como marcador de los ciclos anuales.

 

Cuando llegaron los españoles, el concepto cambió, pues en buena parte de la cultura occidental basa sus creencias en la idea que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y que todo lo demás está a su servicio. De ahí, se deriva que sean animales de asistencia y, por lo tanto, que puedan ser modificados, utilizados e incluso sacrificados sin mayor problema. Al fundirse ambas culturas, el perro quedó sin identidad, y con el paso de los siglos, lo único que sobrevivió fue su valor como compañero.