Alimentación México , Baja California, Martes, 20 de octubre de 2009 a las 11:58

El petróleo se acaba, ¿estamos preparados para usar otras fuentes de energía?

Las reservas de petróleo se están agotando, si se corta el suministro de energía habrá millones de personas que no podrán ser alimentadas.

CICESE/DICYT Existe en México un gran potencial para el desarrollo de energías alternativas, como la producción de biodiesel, etanol e hidrógeno empleando residuos agrícolas, acuícolas, industriales y urbanos, disponibles en cada región nacional y en armonía con el ambiente; sin embargo, pese a esfuerzos recientes del gobierno federal, aún falta coordinación entre las instituciones de educación superior, el gobierno y el sector productivo para apoyar la investigación y el desarrollo de estas opciones energéticas.


Lo mismo sucede con el desaprovechamiento de la energía solar y de los aceites vegetales de desecho, como coincidieron en señalar los doctores Idania Valdez y Pilar Sánchez, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE); Ignacio Martín, del CIMAV, y José Hernández, del CIATEC, durante su participación en la videoconferencia Energías alternativas organizada por el Sistema de Centros Públicos de Investigación del Conacyt.


“México es un país petrolero. Como vive de vender petróleo nunca ha habido presupuesto ni interés para desarrollar el conocimiento de energías renovables”, una prueba de ellos es que la Secretaría de Energía no cuenta con una sección que coordine la información de los proyectos, de índole público o privado, que exploren las posibilidades de la energía alternativa y renovable, apuntó durante su participación Ignacio Martin Domínguez, responsable del Programa Institucional de Energías Alternativas del Centro de Investigaciones en Materiales Avanzados (CIMAV).


“Los países ricos lo son porque usan energía para producir bienes y servicios, es necesario sustituir el uso de combustibles fósiles, por energía solar en forma directa. En el norte del país las condiciones climáticas son muy favorables para este tipo de recurso. Contamos con una gran extensión de zonas de mayor insolación que nos provee de una fuente energética que estamos obligados a utilizar”.


El investigador del CIMAV, explicó que entre las formas de aprovechamiento del calor solar para procesos industriales, están disponibles los efectos foto químico (como el que utilizan las plantas en su proceso de fotosíntesis); el efecto fotoeléctrico (foto celdas), y el efecto foto térmico, (calentamiento por fuente solar) cuando la radiación incide sobre alguna superficie opaca se absorbe y calienta la superficie en donde cae. Dentro de la industria, la energía solar se puede integrar para precalentar, producir vapor y calentar directamente los productos o procesos.


Obtener biodiesel a partir de aceite vegetal de desecho es una realidad


El 70% del aceite que consumidos en México, se importa, y éste ha sido uno de los principales obstáculos para el desarrollo de los biocombustible. Las fuentes de combustibles que se están desarrollando, como el caso del aceite de piñón son una opción para la producción de biodiesel, comentó durante su participación el Dr. José Hernández Barajas del Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (CIATEC) . También abordó la producción de biodiesel a partir del cebo de desecho de la industria de la curtiduría, como una opción más. “Nosotros como centro de investigación tenemos la obligación de proponer cosas que puedan ser útiles a la sociedad, ¿cómo nos vemos de aquí a diez años? depende el interés de los socios comerciales del Fondo Mixto de Guanajuato”, apuntó el investigador del CIATEC.


Durante su participación, Idania Valdez Vázquez, investigadora del Departamento de Biotecnología Marina del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE), se refirió al potencial de los microorganismos en la producción sustentable de biocombustibles, es decir, de combustibles obtenidos de fuentes biológicas. Explicó que del consumo energético en México, casi 50% corresponde al sector transporte que se abaste principalmente gasolina y diesel. “Dada la anunciada escasez de estos combustibles fósiles, se busca sustituirlos por mezclas de gasolina/etanol y diesel/biodiesel. El empleo de estas nuevas mezclas no requiere grandes modificaciones a los actuales vehículos a gasolina o diesel, razón por la cual han recibido gran atención en su aplicación”.


Aseguró que el uso de rutas “convencionales” para producir biocombustibles (uso de aceites vegetales o animales para obtener biodiesel, y la obtención de etanol mediante fermentación) ayudará a México a transitar en el uso de combustibles renovables, en el corto plazo. “Sin embargo, estas rutas convencionales se contraponen con la producción de alimentos, lo cual ha generado el alza en los precios y desequilibrio ambiental. Las rutas ‘alternativas’ de producción (con residuos sólidos como materia prima) están en maduración y deben irse integrando de forma gradual en los esquemas nacionales de producción de biocombustibles, ya que ofrecen múltiples beneficios: además de reducir la dependencia de fuentes fósiles, reducen residuos sólidos”.


En CICESE, concluyó Idania Valdés, estamos desarrollando procesos de producción de biocombustibles empleando residuos agrícolas, desechos orgánicos de una industria acuícola local y aguas residuales municipales. Los resultados hasta el momento son prometedores e indican que en el mediano plazo pudieran estar aplicándose estos procesos a una escala comercial.


Por su parte, la Dra. Pilar Sánchez Saavedra, investigadora del Departamento de Acuicultura del CICESE, explicó los beneficios que ofrecen las microalgas como material alternativo para producir energéticos, entre otros: son capaces de convertir la luz solar en biomasa con alta eficiencia energética en valores de 5%, mientras que en cultivos de plantas de rápido crecimiento, como la caña de azúcar no se llega al 1% de eficiencia energética. Además, los cultivos de microalgas están entre los biocombustibles de segunda generación debido a que no provienen de materia prima alimenticia, como el maíz, la caña de azúcar, el trigo, la soya, la remolacha y la palma.