Alimentación México , Distrito Federal, Jueves, 02 de octubre de 2008 a las 16:06

El protocolo de Cartagena celebra su quinto aniversario

Busca garantizar la diversidad biol贸gica y macar reglas para el uso de los transg茅nicos

CONACYT/DICYT El Protocolo de Cartagena, documento que tiene por objeto contribuir a garantizar la seguridad de la transferencia, manipulación y utilización de organismos vivos modificados genéticamente para no afectar la diversidad biológica cumple cinco años de vigencia.


Los organismos genéticamente modificados o transgénicos son aquellos cuyas características han sido cambiadas, usando técnicas modernas en laboratorios especializados, para introducir genes que proceden de otras especies, con el objetivo de lograr que diversos organismos tengan nuevas características o propiedades que no tenían. Por ejemplo, en el caso de las plantas, se añaden genes para hacerlas resistentes a virus o enfermedades; en animales, para lograr un crecimiento más rápido, y en microorganismos para producir hormonas como la insulina.


De acuerdo con el Secretario Ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM), el doctor Ariel Álvarez Morales, estos organismos no deben ser satanizados, pues hasta ahora no se ha demostrado que su consumo ponga en riesgo la salud humana, además el uso de estos organismos se evalúa y controla a través de diferentes procedimientos y medidas de bioseguridad.


“Desde el punto de vista técnico son seguros, pues tenemos un mayor control del producto final al insertar un gen que al hacer una cruza de especies. Además, por una cuestión de precaución, se les aplica un régimen de evaluación y de vigilancia que nunca antes ha tenido otro grupo de alimentos, medidas de evaluación sólo comparables con las de la industria farmacéutica".


El titular de la CIBIOGEM dijo en entrevista que tampoco debe afirmarse que los transgénicos sean la solución al problema del hambre pues no es cierto que con ellos “vamos a duplicar o triplicar el rendimiento del campo. Los organismos genéticamente modificados son una herramienta más que debemos sumar al uso de productos agrícolas criollos, híbridos y orgánicos.”


Respecto al Protocolo de Cartagena, mencionó que este tratado obliga a los países firmantes a proveer toda la información sobre los organismos genéticamente modificados que poseen y exportan, esto para que las naciones receptoras puedan tomar decisiones informadas respecto a su uso y las medidas de bioseguridad necesarias.


“Como resultado del Protocolo, se creó el Centro de intercambio de información sobre seguridad de la biotecnología (BCH, por sus siglas en inglés), en el cual tenemos la obligación de publicar los análisis de riesgo que se hagan sobre un transgénico para que otros países aprendan de nuestras experiencias.”
Sobre la presencia de los transgénicos en nuestro país, comentó que productos de este tipo se importan y consumen desde hace algunos años, pero aún no está permitido sembrarlos, particularmente aquellos organismos de los que México es centro de origen y cuya diversidad es amplia, como el maíz.


El que no se siembre semilla de maíz transgénico, por ejemplo, obedece a que se desconoce cómo los transgenes que lleguen en el polen de estas plantas podrían afectar a las variedades criollas o parientes silvestres de maíz mexicano. Supongamos que tenemos maíz transgénico tolerante o resistente a ciertos niveles de sequía. ¿Qué va a pasar cuándo haya flujo del polen de esta variedad a los parientes silvestres del maíz? ¿Estos ampliarán su hábitat y desplazarán a otras poblaciones de plantas? Eso no sería deseable, pues no queremos modificar el medio ambiente de esa forma. “Durante 10 años hubo una moratoria en México que nos impidió experimentar con maíz modificado genéticamente y desarrollar el conocimiento que ya deberíamos tener sobre las consecuencias de sembrarlo. Hemos desperdiciado todo ese tiempo y ahora debemos recobrarlo para poder responder estas preguntas.”


“Recientemente se están dando las condiciones legales para experimentar con maíz. Hace dos años se publicó la Ley de Bioseguridad y este año el Reglamento de la Ley. Este reglamento marca que tiene que haber medidas de bioseguridad para experimentar con maíz sin poner en riesgo a las variedades criollas. “
Dicho esquema de bioseguridad fue elaborado ya por especialistas de INIFAP, el Cinvestav, la UNAM y otras instituciones académicas, y fue sometido a consulta pública a través de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer), “ya sólo falta que sea publicado en el Diario Oficial de la Federación para iniciar proyectos de investigación con maíz.”


El doctor Ariel Álvarez aseveró que uno de los retos continuos del Protocolo de Cartagena es el de mantener su dinamismo para adaptarse constantemente a los avances de la biotecnología, pues hoy ya no se habla sólo de maíz y canola transgénica, sino de peces, árboles e insectos transgénicos, incluso de plantas que producen activos farmacéuticos.”


“Habrá que revisar año con años los apéndices técnicos del Protocolo, hacer una valoración de ellos y recomendaciones para incorporarlas a las decisiones que se tomen en las conferencias de este tratado internacional, si es necesario”.


El Protocolo fue aprobado el 29 de enero de 2000 en Montreal, Canadá y entró en vigor el 11 de septiembre de 2003, noventa días después de que la República de Palau depositó el quincuagésimo instrumento de ratificación ante la Organización de las Naciones Unidas. A la fecha ha sido firmado por 146 países, entre ellos México, además de toda la Comunidad Europea.