Ciencias Sociales España , Salamanca, Viernes, 23 de noviembre de 2012 a las 17:04

Incendios en antiguas fortificaciones originaron nuevos tipos de rocas

Un investigador del IGME ha explicado hoy en la Universidad de Salamanca que algunas formaciones rocosas extra帽as, dos de ellas en la provincia salmantina, tienen un origen hist贸rico

JPA/DICYT Al menos dos puntos de la geografía salmantina, en las localidades de Villarrubias y Herguijuela de la Sierra, albergan rocas que por su aspecto parecen tener un origen volcánico y que, sin embargo, proceden de fortificaciones antiguas en las que una empalizada formada por troncos y piedras ha sufrido un incendio que, finalmente, ha dado lugar a estas nuevas y curiosas formaciones rocosas. Estos hallazgos se han producido en los últimos años como consecuencia de las investigaciones desarrolladas en el monte de El Gasco, en Las Hurdes (Cáceres) para determinar el origen de la piedra pómez que alberga, según ha explicado hoy en Salamanca Enrique Díaz Martínez, científico del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

 

En una conferencia ofrecida en la Facultad de Ciencias, este investigador ha explicado los estudios que se llevaron a cabo en el enclave cacereño. “En los años 50, el profesor García de Figuerola, de Salamanca, afirmó que esa montaña debía ser un volcán porque tenía piedras de aspecto volcánico y encajaba ninguna otra explicación”, comenta Enrique Díaz Martínez en declaraciones a DiCYT. Sin embargo, en los años 2001 y 2002 este experto trabajaba en el Laboratorio de Geología Planetaria del Centro de Astrobiología (CSIC) y elaboró una teoría alternativa. “Estábamos buscando rocas raras que no encajasen con su entorno para ver la posibilidad de que fueran consecuencia del impacto de un meteorito”, señala.

 

Tras un análisis preliminar encontró en El Gasco un mineral que sólo se halla a gran profundidad del manto terrestre o en impactos de meteoritos, pero más tarde se dio cuenta de que la interpretación de los datos no había sido la correcta, así que tuvo que volver a revisar su trabajo con la ayuda de una disciplina muy distinta, la Arqueología.

 

“Los arqueólogos nos contaron que había un yacimiento de la Edad del Hierro y de la Edad del Bronce, así que la nueva interpretación fue que se trataba de una fortificación vitrificada”. Este fenómeno se produce cuando ocurre un incendio en un tipo de empalizada que mezcla abundantes troncos y piedras. Entonces, “se funden las rocas que hay en el interior de la empalizada y se llegan a soldar parcialmente generando escorias y piedra pómez, así como otras estructuras curiosas”, señala.


Comprobación empírica


Para comprobar que esta nueva teoría era correcta, los científicos realizaron muchos ensayos hasta averiguar la temperatura a la que se había fundido. “Hicimos una reconstrucción del caso, pusimos la roca del sustrato en un horno y vimos que se hacía pómez. Al calentarse, la roca genera minerales nuevos de hierro que son ferromagnéticos, de manera que al enfriarse otra vez se queda fijado el campo magnético que existía en el momento del calentamiento. Este fenómeno se ha utilizado en otros lugares para datar el momento exacto en el que se quemó la estructura y, además, te permite cartografiar la zona quemada, en este caso, un círculo en torno al cerro”, explica Enrique Díaz Martínez.

 

En Europa, este proceso ya era conocido en Escocia, Francia, Alemania, Escandinavia, pero nunca se había observado en la Península Ibérica. Sin embargo, en los últimos años, a raíz del caso de El Gascón han ido apareciendo otras fortificaciones vitrificadas: las dos de la provincia de Salamanca, cinco en Portugal y, recientemente, la de El Cerro de la Mesa, en Toledo.

 

Arqueólogos y geólogos, un trabajo conjunto


“Trabajamos con arqueólogos porque es un tema interesante que ellos no habían considerado y que está aportando mucha luz para la interpretación de casos minerales extraños”, apunta el especialista.


Además, la sucesivas interpretaciones que ha tenido la particular geología del cerro de Las Hurdes es también una buena muestra de la continua revisión a la que está sometida la Ciencia. “Lo interesante es que se ha pasado de una hipótesis a otra, hay que saber corregirse uno mismo e ir avanzando en el conocimiento”, indica el investigador del IGME.