Alimentación España , Valladolid, Martes, 26 de mayo de 2015 a las 14:51
INESPO II

Investigadores de la UVA crean modelos de simulación de los sistemas energéticos del mundo

El Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas desarrolla modelos energéticos globales y particulares, por ejemplo, del sistema de transporte español

Cristina G. Pedraz/DICYT El Grupo de Investigación (GIR) de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid (UVA) trabaja en varias líneas centradas en el desarrollo de modelos computarizados de simulación de los sistemas energéticos globales del mundo. El objetivo es monitorizar todas las variables que tienen que ver con la energía y analizar cómo se pueden comportar en el futuro a partir de la oferta y la demanda.


El desarrollo de estos modelos se basa en la denominada dinámica de sistemas, una metodología creada en los años 70 que permite analizar las complejas relaciones entre algunas de las variables que influyen en la sostenibilidad y el desarrollo, con una visión sistémica.


El coordinador del Grupo, Luis Javier Miguel, profesor de Ingeniería de Sistemas y Automática y director del Área de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Universidad de Valladolid, detalla que estos modelos “permiten conocer la situación y elaborar previsiones en cuanto a consumo energético, y plantear alternativas a nivel de política o de tecnologías, es decir, cambios en el modelo de desarrollo, para avanzar hacia una situación sostenible energéticamente”.


En otros estudios, los investigadores han calculado los límites de las energías no renovables y de las energías renovables. “Podemos estimar cuántos recursos fósiles hay y cuánta energía se puede extraer de recursos renovables, y vemos cómo se ha ido incrementando, por un lado, la demanda y, por otro, cómo es la oferta. Trabajamos con escenarios (proyecciones hipotéticas sobre cómo pueden desarrollarse los acontecimientos en un futuro, que han sido estandarizados por organismos internacionales como la Agencia Internacional de la Energía –AIE- o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE-) y simulamos lo que puede pasar”, explica Luis Javier Miguel.


Las simulaciones realizadas apuntan que se puede producir una ruptura entre la capacidad de oferta y la demanda esperada de energía, lo cual indica que habrá tensiones. “A partir del 2018-2020 prevemos que habrá desajustes entre oferta y demanda energética y habrá que ver cómo se resuelven. Posiblemente algunas poblaciones se vayan a ver desabastecidas, las más pobres del planeta. Una de las consecuencias típicas de las tensiones es la subida del el precio y, lógicamente, si un bien escasea y se encarece, el que pueda pagar más por ello se lo lleva”, añade.


El objetivo ahora es desagregar este modelo y estudiar este comportamiento por grandes regiones del planeta, ya que los resultados pueden diferir en función de las características de las diferentes zonas. En concreto, se prevé trasladar el modelo a Europa.


“La Unión Europea quiere llegar a una economía de bajo carbono (Low Carbon Economy) y los modelos de simulación permiten pronosticar qué políticas o qué medidas pueden ser las mejores para conseguirlo. En ese camino de transición influyen muchas variables, por ejemplo, los tiempos. No se puede ir tan rápido como uno quiera. Si decidimos implantar una política para que todos los coches sean eléctricos, eso requiere un tiempo, los vehículos se tienen que fabricar, vender… Y eso podemos simularlo”, apunta.


Modelo de transporte español


Otra de las líneas del Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la UVA se centra en el desarrollo de un modelo de transporte español. El transporte es uno de los grandes sectores consumidores de energía y, en concreto, de energía de origen fósil.


“Estamos empezando a trabajar en este modelo, que es tremendamente complejo. Más allá del consumo directo de energía, es decir, de cuánto combustible se gasta, están implicadas muchas más cosas: el sector de las infraestructuras, los materiales… hasta el sector de la alimentación. Se necesita petróleo, por ejemplo, para cualquier producto alimentario. Si compras un filete de vaca que ha venido de Argentina, cuyos pastos de alimentación se han cultivado en los Estados Unidos, es posible que la cantidad de petróleo requerido pueda superar el peso del propio filete”, ilustra el investigador.


Consecuencias del cambio climático


De la modelación de sistemas energéticos globales y de sistemas más concretos, como el del trasporte español, los investigadores pueden extraer una serie de datos (como las emisiones de gases de efecto invernadero) que pueden ser útiles en la lucha contra el cambio climático.


Así, otra de sus líneas de investigación actuales profundiza en las consecuencias que se pueden derivar de estos datos respecto al calentamiento global. “Nuestros modelos en torno a los recursos fósiles son muy minuciosos. Nuestras previsiones apuntan que hay menos petróleo que lo que predicen algunos organismos internacionales, y que por tanto habrá menos emisiones de gases de efecto invernadero. El resultado es que nuestros escenarios son un poco mejores desde el punto de vista climático que los que predicen algunos organismos internacionales, en torno a un 10-20 por ciento. No obstante, el cambio climático es absolutamente inevitable y la cuestión es cómo frenarlo lo más posible y cómo adaptarnos”, concluye.

 

Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas 

 

El Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid trabaja en diversas líneas de investigación centradas en la energía y la economía y en la dinámica de sistemas, como la herramienta más adecuada para analizar las complejas relaciones entre algunas de las variables que influyen en la sostenibilidad y el desarrollo. Está formado por un grupo de profesores e investigadores procedentes de diversas ramas como la Física, la Economía o la Ingeniería. Aunque el equipo trabaja conjuntamente desde hace varios años, se constituyó formalmente como Grupo de Investigación Reconocido (GIR) de la Universidad de Valladolid el pasado mes de enero.