Ciencia España , Segovia, Mi茅rcoles, 15 de abril de 2009 a las 16:16

La excavaci贸n de un cubil de hienas del Pleistoceno pr贸ximo a Segovia encuentra restos humanos

La investigaci贸n de la cueva de la Zarzamora revela datos de restos con 100.000 a帽os de antig眉edad

Sara Ayuso Delgado/DICYT Hace 100.000 años Segovia era una sabana, un gran espacio abierto, con poco bosque y mucha pradera, de clima cálido y poblado por caballos, rinocerontes, uros, y carnívoros, como hienas y leopardos, que llevaban sus presas a pequeñas cuevas. Así al menos lo imaginan la arqueóloga Milagros Algaba y la paleontóloga Nohemí Sala, científicas del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humano, de la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto de Salud Carlos III, a raíz de los huesos que han descubierto en la cueva de la Zarzamora, en el etorno de la ciudad.

 

Además, en este cubil de hienas han encontrado restos humanos. “No los esperábamos”, relata Nohemí Sala. “Siempre existe la posiblidad de encontrar restos humanos en un cubil de carnívoros, pero es algo muy aislado y no es normal. De hecho, nosotras no los buscábamos, sino que íbamos con la idea de excavar un yacimieno pleistoceno con una fauna increíble que no tenemos hoy en día”, añade.

 

Licenciada en Geología, con la especialidad de Paleontología, por la Universidad Complutense de Madrid, Nohemí Sala realiza su tesis doctoral, bajo la dirección de Juan Luis Arsuaga, catedrático de la Universidad Complutense y codirector del yacimiento de Atapuerca, sobre tafonomía, es decir, el estudio de los procesos de fosilización y la formación de los yacimientos de fósiles, en este caso, del Pleistoceno Superior, con especial atención a la acción de carnívoros sobre huesos, sean estos humanos o no.

 

Por eso, junto con Milagros Algaba, decidieron investigar en el entorno de Segovia, en la cueva denominada del Búho, donde ya se habían realizado excavaciones. Concretamente se centraron en la cueva de la Zarzamora, anexa a la que ya había sido estudiada, donde aparecieron varios dientes, restos de huesos del esqueleto, un par de costillas y parte de la pelvis, procedentes la mayoría del mismo indivíduo, aunque según las estimaciones de las investigadoras una de las piezas puede que sea de un humano diferente.

 

Dudas en la datación

 

Estas piezas aún no están datadas, pero creen que son posteriores a los restos de los animales encontrados, que forman una colección de unas 400 piezas, y no descartan que existan más fósiles de humanos anteriores. No obstante, “haya o no más humanos, el cubil de las hienas en sí es fantástico”, asegura Milagros Algaba. “Es un yacimiento de una riqueza y una variedad faunística preciosas para el tamaño que tiene”, afirma la experta de acuerdo con los datos con los que cuenta el equipo hasta este momento.

 

Los cubiles son las guaridas de animales. En estos espacios los carnívoros consumen toda su comida y allí acumulan restos de toda la fauna de un lugar y un momento concreto, lo que les convierte en yacimientos muy completos. “Son un buen representante para estudiar los ecosistemas pasados” porque allí “se encuentran todas las especies que había”, asegura Nohemí Sala. El valor de los cubiles, sólo por la fauna es muy importante, según comentan las investigadoras.

 

Encontrar restos humanos siempre es “un extra”, incluso cuando se conoce ya que en la época a la que pertenecen los huesos de la cueva de la Zarzamora había asentamientos humanos en esta zona de la Península Ibérica. Sin embargo, “sí nos gustaría concretar y saber un poco más cómo era el mundo en el que vivían, qué clíma tenía, qué vegetación, qué animales se movían por allí”, apunta Milagros Algaba. Por eso, esperan continuar excavando en la gruta de Segovia, para lo que ya han solicitado el permiso y la financiación necesarios a la Junta de Castilla y León.

 

Aún es un misterio

 

A pesar de que, a priori, la Cueva de la Zarzamora parece de pequeñas dimensiones, es un yacimiento muy rico y aún queda mucho por excavar. Sobre todo, porque está casi cubierta por completo de sedimentos, y para para estas arqueóloga y paleontóloga es un misterio cómo puede continuar. Según algunas hipótesis puede estar conectada con la Cueva del Búho, o bien, no dar ninguna sorpresa y ser tan pequeña como parece. De todas formas, para Nohemí Sala “lo increíble es haber encontrado tanto material allí; no contábamos con que hubiera tanto que excavar todavía. El futuro es bastante esperanzador porque, si llega un momento en el que la cueva de la Zarzamora deja de dar sus frutos, seguro que un poco más abajo, en el valle, hay otra y seguro que hay trabajo para muchos años”, afirma.

 

La cueva de la Zarzamora está ubicada en el Valle del Tejadilla, de piedra caliza, un entorno en el que es frecuente que haya yacimientos paleontológicos, aunque no tanto encontrar cuevas con restos de animales y de humanos. De momento, no se conocen más en esta zona de Segovia, pero es probable que existan, según revela el trabajo de las investigadoras.

 

La Paleontología humana: de África a la Península Ibérica 
 
Además de dirigir la investigación en la cueva de la Zarzamora, Nohemí Sala y Milagros Algaba pertenecen al equipo de excavaciones en la Cueva del Conde (Asturias) y de la Sierra de Atapuerca (Burgos). Precisamente Algaba realiza trabajos de asistente del profesor Juan Luis Arsuaga, codirector de los estudios del yacimiento burgalés y director del Centro Mixto de Evolución y Comportamientos Humanos, perteneciente a la Universidad Complutense de Madrid y al Instituto de Salud Carlos III. Para esta experta en gestión y divulgación científica, “Atapuerca ha abierto el mundo de la Paleontología a la mayor parte de la sociedad” y ha tenido “una acogida fantástica porque realmente es interesantísimo”. En su opinión, “hay un buen yacimiento, se ha contado muy bien y el público está muy interesado”. La aparición del primer humano de Europa en Atapuerca ha centrado el interés del público general en la Paleontología. Antes, esta especialidad se centraba en África, pero ahora, “África está aquí también”, concluye Algaba.