Alimentación España Guijuelo, Salamanca, Viernes, 18 de junio de 2004 a las 14:24

La Feria Tecnochacinera se asoma a las nuevas tecnologías en materia de trazabilidad

Presentado un sistema de seguimiento por radiofrecuencia para animales y productos

AVPR/DICYT La XII edición de la feria tecnochacinera de Guijuelo está sirviendo para presentar las últimas novedades tecnológicas que el sector alimentario está desarrollando para adaptarse a las diferentes normativas de calidad. La charla sobre trazabilidad alimentaria, que ha corrido a cargo de Robert Madge, responsable de la empresa ID Track, ha dibujado un panorama en el que los análisis de ADN y la utilización de radiofrecuencias se perfilan como los métodos más eficaces para controlar la procedencia de los diferentes productos derivados del cerdo.

En el caso de la identificación del ADN, las pruebas consisten en realizar análisis a los animales de manera que se pueda determinar el lote al que pertenecen. Se trata en realidad de tener catalogado el ADN de las hembras reproductoras, a las que se asigna un número de identificación. De esta forma comparando los resultados de ADN de un animal se podría determinar de qué hembra procede, y por tanto de qué lote. Todos los animales de un lote han sido criados en las mismas condiciones, y estas se encuentran registradas en una base de datos, de manera que se puede conocer el tipo de alimentación recibida por cada individuo.

Ondas de radio para controlar los alimentos

Los análisis de ADN son caros, por lo que las alternativas de control de trazabilidad se centran últimamente en el desarrollo de sistemas de identificación por radio frecuencia (RFID). El RFID está compuesto por un lector que emite una señal en una frecuencia predeterminada a todos los tags (etiquetas) que tiene en su rango de alcance. A su vez, estos tags devuelven, por medio de ondas de radio, una señal que contiene información sobre el producto. Ambos, el lector y los tags, se comunican por medio de campos electromagnéticos creados por una antena y se tienen permanentemente localizados, con lo que es posible conocer en qué fase de la cadena de producción se encuentra el alimento.

Ambos sistemas, tal y como ha explicado Robert Madge, llevan varios años desarrollándose en Estados Unidos y Canadá, y su aplicación permite realizar el seguimiento tanto de los animales (desde su nacimiento hasta el momento de sacrificio) como de los alimentos que dichos animales ingieren. De esta manera en caso de que se produzca alguna deficiencia en los productos que llegan al consumidor, o una intoxicación alimentaría, será más sencillo determinar en qué momento de la cadena de producción y comercialización se ha producido el problema. 

Estos análisis cobran especial relevancia en el caso de los productos ibéricos, ya que añadiría un criterio objetivo de certificación para una serie de productos (jamón, lomo...) sobre los que el consumidor no siempre cuenta con garantías objetivas que avalen la calidad del producto. Estas garantías ya están contempladas por la legislación española a través del Real Decreto 1083/2001.