Ciencia España , Zamora, Mi茅rcoles, 24 de julio de 2013 a las 18:44

La magnetometr铆a revela estructuras ocultas en el yacimiento de El Castill贸n

La Asociaci贸n Zamora Protohist贸rica reanudar谩 las excavaciones en el castro zamorano de 茅poca tardoantigua con 45 participantes de seis pa铆ses

José Pichel Andrés/DICYT El yacimiento de El Castillón, situado en Santa Eulalia de Tábara (Zamora), guarda estructuras aún no descubiertas por los arqueólogos que han trabajado en la zona durante cinco campañas, según los estudios de magnetometría que ha realizado en este enclave de la Antigüedad Tardía la empresa vallisoletana Arbotante Innovación y Arqueología. La información del subsuelo obtenida mediante esta tecnología podrá ser contrastada gracias a los nuevos trabajos de excavación que la Asociación Zamora Protohistórica desarrollará entre el 5 y el 30 de agosto de 2013.

“La magnetometría ha permitido descubrir algunas estructuras que no eran perceptibles en superficie, como muros localizados a gran profundidad, derrumbes de las viviendas e indicios de niveles de incendio”, explica a DiCYT Jose Carlos Sastre Blanco, que junto a Patricia Fuentes Melgar y Óscar Rodríguez Monterrubio, dirige el Proyecto de Investigación y Difusión del Patrimonio Arqueológico Protohistórico de la Provincia de Zamora (P.I.D.P.A.D.Z.).

 

Esta tecnología se basa en la detección de variaciones locales en la intensidad del campo magnético terrestre, conocidas como anomalías magnéticas. Dichas variaciones pueden tener una explicación geológica, pero también un origen humano, por lo que la magnetometría resulta útil en investigaciones arqueológicas para hallar indicios de construcciones.

 

Qué detecta un magnetómetro

 

Cuando se investigan restos arqueológicos que están bajo la superficie, materiales como la piedra caliza o las arcillas que conforman los adobes poseen una susceptibilidad magnética baja, explican los expertos de la empresa Arbotante, por lo que ofrecerán un magnetismo inferior al que caracteriza los sedimentos que le rodean haciendo posible de este modo detectar muros y estructuras con esta técnica. Por el contrario, hoyos, zanjas y fosas estarán rellenos de tierra húmica, carbones, fragmentos cerámicos, elementos todos con un alto grado de susceptibilidad que, por tanto, arrojan unos niveles magnéticos superiores a los depósitos geológicos que los rodean y que quedarán reflejados en el magnetómetro como alteraciones magnéticas positivas.

 

Todo esto se conoce como magnetismo inducido, pero existe otro fenómeno magnético más conocido y aplicado desde hace más tiempo en la Arqueología, la termomagnetización remanente. Hornos, hogares y suelos de barro quemados están hechos generalmente con arcilla y ésta contiene, en menor o mayor medida, partículas de óxido de hierro que al calentarse se convierten en magnetita o megatita, materiales con un elevado grado de magnetización, por lo que ofrecen al magnetómetro un fuerte contraste respecto al campo magnético de su entorno.

 

El objetivo es tener la mayor información posible antes de excavar para seleccionar los lugares más adecuados de acuerdo con los objetivos científicos. En este caso, “los resultados obtenidos proporcionan un primer acercamiento de los estratos arqueológicos antes de comenzar la excavación”, señala Jose Carlos Sastre, que junto con el resto del equipo de investigación podrá comprobar en las próximas semanas si la prospección mediante magnetometría se corresponde con la realidad en cuanto a muros o estructuras de combustión.

 

Un proyecto que sobrevive gracias a la microfinanciación

 

Gracias a los trabajos realizados durante cinco veranos consecutivos a orillas del río Esla, entre 2007 y 2011, en el yacimiento de El Castillón se ha descubierto una muralla muy bien conservada, dos hornos metalúrgicos y una vivienda con tres habitaciones, dedicada una de ellas al almacenamiento de productos. También se encontraron magníficos materiales como cerámicas de gran calidad, pendientes o botones de hueso pertenecientes a la Edad del Hierro y sobre todo a un asentamiento tardorromano del siglo V d.C. Todo ello aporta muchísima información acerca de una época histórica muy poco documentada, especialmente en esta zona, de manera que tiene un extraordinario valor científico.

 

Sin embargo, la falta de financiación paralizó el proyecto en 2012, que se retoma ahora gracias a una iniciativa de microfinanciación o crowdfunding por la que decenas de personas han apoyado el proyecto, que ha conseguido recaudar más de 3.500 euros. Por eso, en esta próxima campaña participarán unas 45 personas, procedentes de seis países: España (Galicia, Asturias, Castilla y León, Madrid, Cataluña, Castilla La Mancha, Extremadura, Aragón y Andalucía), Francia, Italia, Tanzania, Brasil y Portugal. Se trata de voluntarios vinculados con la arqueología, en su mayoría jóvenes estudiantes, que no sólo contribuirán con su esfuerzo, sino que tendrán la oportunidad de conocer la provincia de Zamora y su riqueza natural y cultural.

 

Esta vez “los objetivos se centran en finalizar la excavación en las últimas habitaciones de la gran estructura habitacional, situada en la zona central del poblado; ampliar el área de excavación del sector metalúrgico; estudiar las estructuras relacionas con el procesado y fabricación de útiles de hierro; y realizar un pequeño sondeo en una de las estructuras habitacionales del Sector Sur que nos permita continuar con las excavaciones en el futuro”, señala Jose Carlos Sastre.

 

Equipos de magnetometría 

 

Los trabajos de magnetometría en El Castillón son el resultado de la unión de técnicos de Arbotante Arqueología e Innovación (Christian Marina-Fernández Peña, Iván García Vázquez, Miguel Ángel Brezmes Escribano y Raúl Martín Vela) y arqueólogos de Zamora Protohistorica (José Carlos Sastre Blanco, Manuel Vázquez Fadón y Alicia Tejeiro Pizarro).

 

Según explica la empresa, para este trabajo se empleó un magnetómetro de protones modelo G-856AX que mide automáticamente el valor absoluto del campo magnético de la tierra a gran resolución. El software MagMap 2000 permite después transformar los datos magnéticos recogidos en mapas de alteraciones magnéticas en 2D y 3D. Para la segunda fase de los trabajos de campo se realizó un barrido mediante el sensor de pulsos electromagnéticos Garret 1500, que sirve para detectar restos metálicos susceptibles de interferir en las mediciones geomagnéticas. Los puntos positivos se trasladan al magnetograma, obteniendo un registro topográfico de anomalías magnéticas.