Ciencias Sociales Rep. Dominicana , Distrito Nacional, Viernes, 15 de mayo de 2009 a las 19:04

La SEESCyT trabaja en la construcci贸n de Indicadores de Ciencia y Tecnolog铆a

Con los auspicios de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnolog铆a Iberoamericana e Interamericana (RICYT)

SEESCYT/DICYT La Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, con los auspicios de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana e Interamericana (RICYT), y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) clausuró el importante taller sobre Construcción de Indicadores de Ciencia y tecnología. El mismo tuvo como conductora a la Consultora Internacional Anna María Prat.

 

Entre los temas que trató el encuentro destacó el por qué de los indicadores en I+D+i en la República Dominicana. Los expertos explicaron que son necesarios para conocer el sistema, sus insumos, productos y su comportamiento y para comparar el estado de desarrollo del sistema nacional con el resto del mundo. Además, es necesario contar con indicadores fiables para conocer la evolución y efecto de las políticas nacionales de I+D, para orientar nuevas políticas de acuerdo con los requerimientos y recursos existentes, para evaluar el sistema y, finalmente, para la realización de estudios sobre sociología de la Ciencia, implicancias económicas, del conocimiento y de innovación.

 

Historia de los indicadores

 

Los primeros esfuerzos por medir la I+D se dieron en Estados Unidos, Inglaterra y Canadá a partir de los años 20. Bernal fue uno de los primeros académicos en calcular el Presupueto de la Ciencia en su libro de la Función social de la Ciencia en 1939. Hacia la década de 1950 muchos países ya invertían en I+D, lo cual estimuló la recolección de datos utilizando encuestas. En 1950 se creó en Estados Unidos la National Science Foundation (NSF), que inició el estudio sistemático del gasto en I+D en todos los sectores de la economía.

 

Estos procesos fueron estimulados en América Latina por las políticas promovidas por la Unesco para crear los organismos nacionales de Ciencia y Tecnología. La OEA inició en el mismo período programas de formación en el ámbito de medir la actividad de I+D. Desde las primeras encuestas se evidenció la necesidad de establecer normas que hicieran a los indicadores comparables internacionalmente. La OCDE asume esta tarea y produce la primera edición del Manual de Frascati en 1963. Desde 1970 se sumaron los indicadores de patentes y balanza de pagos tecnológicos. En las décadas de 1970 y 1980 se extendieron los indicadores de resultados (a través de la bibliometría) y de recursos humanos y productos de alta tecnología. En la década de 1990, en América Latina se crea la RICYT, sus programas regionales y publicación de Manuales regionales.