Alimentación Colombia , Córdoba, Lunes, 18 de febrero de 2008 a las 11:52

La temperatura del aire en el Caribe colombiano aumentó más de medio grado en treinta años

Según una investigación realizada por la Universidad de Córdoba

YC/NOTICYT/DICYT El panorama climático del Caribe colombiano y las potenciales consecuencias para su población, son poco alentadoras, especialmente para los pobladores de la cuenca baja y media del río Sinú, en el departamento de Córdoba. Al aumento de 0'6 grados centígrados, en promedio, de la temperatura del aire para el período comprendido entre 1969 y 1999 en esta región, se suma un incremento notorio de la evapotranspiración (pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación) de 50 milímetros año, así como a un aumento del déficit hídrico (pérdida de niveles de agua) entre 50 y 200 milímetros año en promedio (es decir entre 5 y 20 centímetros), según explicó a Noticyt el profesor Leonardo Gónima, miembro del grupo Teledetección, Cambio Climático y Sociedad de la Universidad de Córdoba.

 

De acuerdo con el investigador, gran parte de estos cambios son consecuencia de actividades humanas como la desecación de ciénagas y superficies de agua en general, las inadecuadas prácticas agropecuarias especialmente el sobrepastoreo, la apropiación indebida del territorio por parte de terratenientes y actores armados, y la deforestación acelerada de bosques, especialmente del manglar.

 

En el caso del manglar, de acuerdo con Wulf Killmann, director de la División de los Productos y Economía Forestales de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se trata de ecosistemas importantes que protegen el área costera de la erosión, los ciclones y el viento. Y que además suministran agua, comida, forraje, medicina y miel. Sin embargo, según Gónima, cada vez es mayor la dedicación de terrenos con cobertura de manglar a actividades ganaderas lo que genera un alto conflicto de uso del suelo, pues este manglar ha sido definido potencialmente como de conservación y protección.

 

Algo similar sucede con la desecación de ciénagas y el déficit hídrico, dado el uso actual que se le está dando a los humedales dirigidos a labores agrícolas y ganaderas, olvidando que su uso potencial es de recuperación y protección, como señaló el investigador. De hecho, "la apropiación indebida del territorio por parte de terratenientes y actores armados ha llevado a que hoy el 51'7% de las tierras aptas se dediquen a ganadería, mientras apenas el 2'43% se dedica a la agricultura. Esta práctica ha puesto en riesgo la supervivencia de los humedales, principal ecosistema de la cuenca del río Sinú. Así mismo el sobrepastoreo, producto de inadecuadas prácticas agropecuarias, degrada los suelos volviéndolos improductivos con el paso del tiempo", aseguró el investigador.

 

Situación preocupante

 

El tema del calentamiento global, producto de la emisión de gases de efecto invernadero, se ha constituido en uno de los principales problemas a atacar si se quiere preservar un planeta saludable para las generaciones por venir. Sin embargo, la situación ambiental registrada para la cuenca del Sinú es similar a la que se está presentando en otras regiones de la zona Caribe colombiana lo que poco contribuye a la preservación del planeta. Así, “ya existen indicios de cambios ambientales severos en el flanco sur y sur oriental de la Sierra Nevada de Santa Marta y en el departamento del Atlántico”, señaló el docente.

 

Esta situación ha sido confirmada con otros indicadores para todo el país por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), cuando reveló que la erosión en Colombia abarca el 49% del territorio y que el 16'8% presenta vocación ganadera, pero el 35'11% de los suelos tiene este uso, es decir, que durante las últimas décadas “ha cobrado fuerza el fenómeno de potrerización, mediante el cual es introducido ganado a un terreno que fue anteriormente cultivado o a zonas forestales taladas y quemadas”, según informe del IGAC.

 

Otros factores ambientales de carácter natural como el Fenómeno del Niño Oscilación Sur (ENSO) y los vientos alisios también han influido en el aumento de la magnitud del cambio climático en la zona, destacó en su investigación Gónima, especialmente en el aumento de la temperatura del aire y la consecuente evaporación. Aunque precisó que estos efectos inciden periódicamente sobre los deteriorados ecosistemas por la acción antrópica (intervención del hombre).

 

De esta manera, agregó el investigador, “es muy probable que los fenómenos naturales mencionados sólo serían una causa secundaria del cambio climático que experimenta la zona de estudio. Mientras la acción humana parece ser aquella que influye decisivamente en el daño de la misma”.

 

En consecuencia, la investigación destacó que se prevé una alteración significativa del clima global en los próximos 50 años con un aumento de entre 1'5 y 4'5 grados centígrados de temperatura del aire. De acuerdo con este análisis ya se encuentran las primeras evidencias de la alteración de los patrones de precipitación y por consiguiente de las tasas de evaporación en diferentes lugares del planeta.

 

¿Qué hacer entonces?

 

Iniciativas mundiales como la creación del Panel Internacional sobre Control Climático y estudios como el del grupo del profesor Gónima permiten llamar la atención sobre el problema; sin embargo para el docente, desde el punto de vista ambiental, reversar los cambios es casi imposible debido al modelo de desarrollo capitalista. “Para el departamento de Córdoba el modelo de desarrollo actual tiene muy baja capacidad de generar riqueza social, estimulando la explotación indiscriminada de los recursos naturales como bosques, suelos y humedales”, concluyó.

 

Ahora bien, a pesar del sombrío panorama, Gónima apuntó que con el desarrollo de estrategias como el mejoramiento de la calidad de vida de la población, un plan de desarrollo moderno que privilegie la interrelación entre las actividades humanas, el medio ambiente y las políticas educativas a todo nivel, es posible mitigar el impacto del calentamiento global en la región. Una apuesta por un futuro con más calor humano que el propiciado por el calentamiento del planeta.