Medio Ambiente España , Salamanca, Lunes, 19 de enero de 2004 a las 12:55

La Universidad de Salamanca participa en una investigación sobre el cambio climático

Expertos del Departamento de Geología analizan los sedimentos marinos para obtener información del último millón de años

Ana Victoria Pérez/DICYT Un equipo de profesores e investigadores del Departamento de Geología, encabezado por José Abel Flores, trabaja en un proyecto de la Unión Europea para analizar el fondo marino y determinar los cambios climáticos que ha sufrido la Tierra en el último millón de años. Aparte del análisis de los sedimentos que se recojan por parte del personal del Departamento, el propio José Abel Flores se embarcará el próximo mes de mayo en el Buceantur para participar en la toma de muestras en el Mediterráneo.

 

Será la primera vez que la Unión Europea lidere un proyecto de perforación oceánica, y la Universidad de Salamanca formará parte del mismo junto con una veintena de instituciones europeas y norteamericanas. El proyecto, que cuenta con una finanaciación de 2'5 millones de euros, trata de analizar muestras de suelo marino para determinar los cambios climáticos que ha experimentado la Tierra en el último millón de años con especial énfasis en los últimos 40.000. Unos datos que servirán posteriormente, tal y como ha explicado a Dicyt el profesor de la Facultad de Ciencias y experto en Paleoceanografía, José Abel Flores Villarejo, para generar modelos en el laboratorio que reproduzcan cambios climáticos rápidos y abruptos, así como evaluar las posibles consecuencias.

 

El equipo al que pertenece el profesor José Abel Flores Villarejo aportará no sólo la experiencia de este humanista, quien se embarca hacia el Golfo de León y el Adriático a finales de mayo en el buque Buceantur encargado de tomar las muestras, sino que además, aportará conocimientos en el área de la Micropaleontología que les han merecido consideración internacional. Los datos que se obtengan de la expedición se procesan gracias a un sistema informático diseñado en el propio Departamento de Geología y completan el resto de informes que emiten los equipos interdisciplinares de científicos de otros países. "Nuestra intención es tener una radiografía del clima que se ha registrado en el Mediterráneo cada siglo durante los últimos 40.000 años".

 

Cinco micras de información

 

La Micropaleotología analiza fósiles de muy pequeño tamaño, entre cinco y cien micras, que sedimentan en los fondos marinos.  Se trata de organismos unicelulares (generalmente algas, protozoos y otros restos) que, según  José Abel Flores, "nos indican las condiciones de temperatura, salinidad oxigenación del medio en el que se desarrollaron, ya que cada una de estas especies necesita unas condiciones específicas para sobrevivir". Estos minifósiles abundan en los suelos marinos e integran más del 50% de la composición de las muestras extraídas. Otro indicador que orienta a los miembros del departamento de Geología de la Universidad de Salamanca a la hora de analizar los sedimentos, es la cantidad de organismos detectados.

 

Tal y como indica el profesor Flores "tenemos gran experiencia en este tipo de estudios aplicados a las prospecciones que se han realizado desde las aguas cercanas a los casquetes polares hasta en regiones ecuatoriales dentro del Ocean Drilling Programme, un proyecto de perforación de fondos oceánicos ya terminado, que tiene su continuación en el Integrated Ocean Drilling Programme. Mientras, el Mediterráneo ha sido el escenario de varias campañas entre las que se encuentra el programa Images en el que se han utilizado técnicas de muestreo diferentes con las que se pretende estudiar también el cambio climático en el mar.

 

Parte esencial en este tipo de proyectos son el instrumental y el equipo humano: sólo el alquiler del barco que alberga la expedición durante 15 días costará cerca de dos millones de euros y en él trabajarán una treintena de científicos procedentes de campos tan diversos como la Geofísica, la Geoquímica o la Paleontología, medio centenar de técnicos y la tripulación. Durante estos quince días la expedición recogen las muestras, aproximadamente quinientos metros de sedimentos por cada vez que el barco realiza una perforación. Éstas se dividen en varias secciones de aproximadamente un metro y de cada una de ellas se separan dos partes. Una de ellas se archiva para después ser analizada en tierra, mientras que la otra se somete a un proceso de datación geológica y se analizan sus componentes. El buque constituye además un auténtico laboratorio flotante, y no en vano el mencionado Ocean Drilling Program constituyó en su momento uno de los proyectos científicos más caros después de los que desarrolla la NASA". Precisamente la agencia espacial norteamericana colaborará con la expedición europea facilitando datos de la superficie del océano que se obtienen a través de los satélites.

 

Documentar el pasado para conocer el futuro

 

Pero el esfuerzo vale la pena ya que a través de estas investigaciones se han documentado cómo el clima ha formado parte de acontecimientos históricos de gran trascendencia. De esta manera la subida de temperatura en el Ártico durante la Edad Media hizo que los mares cercanos al polo norte fuesen navegables y permitió que los Vikingos colonizaran Islandia, Groenlandia o que Erik el Rojo y su hijo pudieran haber llegado a las costas de América del Norte. Estudios similares relacionan la decadencia de la cultura mesopotámica con el diluvio universal que describe la Biblia. Unas condiciones ambientales que equipos como el de José Abel Flores pueden reproducir en sus laboratorios y de los que se extraen conclusiones acerca de qué nos puede deparar los cambios climáticos que la actividad humana está generando en el Planeta.

 

Testigos de hielo

No se trata del argumento de una película de ciencia ficción sino de un hecho. Los científicos pueden conocer el tipo de atmósfera que ha existido en la Tierra hace millones de años siguiendo las pistas que ha dejado la propia naturaleza.
Existen lugares en la tierra, más concretamente en el hielo, que han guardado en forma de burbujas de aire “retazos fósiles de la atmósfera que se respiraba en aquellas épocas”.
De esta forma, José Abel Flores explica que las muestras que se toman en el hielo, lo que los científicos denominan testigos de hielo, guardan información muy relevante como por ejemplo las proporciones de oxígeno y dióxido de carbono e incluso partículas de polvo en suspensión.