Ciencia Ecuador , Ecuador, Martes, 02 de junio de 2009 a las 16:01

Los ciclos interminables de violencia limitaban el 茅xito reproductivo de los guerreros Huaorani

Antrop贸logos de Estados Unidos y Ecuador aportan nuevas evidencias sobre el impacto de la guerra en la supervivencia de las poblaciones humanas

Eva Aguilar/DICYT Los guerreros de la tribu ecuatoriana de los Huaorani, una de las sociedades humanas con mayor índice de homicidios, tenían un escaso éxito reproductivo y cultural, contrario a la tendencia de otros grupos suramericanos y a la creencia generalizada de que “el más fuerte se queda con la chica”. A esta conclusión han llegado los investigadores que participan en el Proyecto de la Historia de la Vida de los Huaorani (WLHP por sus siglas en inglés), cuyos primeros resultados fueron publicados el pasado 11 de mayo en la revista Proccedings of the National Academy of Sciences.

 

En 1988, el antropólogo estadounidense Napoleon Chagnon, conocido por sus extensos estudios sobre el impacto de las guerras tribales en la vida de los Yanomamo de Venezuela, publicó que los guerreros de este grupo indígena tenían más esposas y más hijos que los miembros menos agresivos de la tribu, lo que parecía probar la hipótesis de que el éxito cultural lleva al éxito reproductivo. Familiarizados con el trabajo de Chagnon, un grupo de antropólogos de Estados Unidos y Ecuador se preguntaba si sus conclusiones serían las mismas para los Huaoroni, que superan a los Yanomamo en niveles de violencia.

 

Tradicionalmente, los Huaorani han habitado el Sur del río Napo en la cuenca del Amazonas. Antes de que un proceso de pacificación impulsado por la llegada de misioneros a la región empezara en 1958, esta tribu de horticultores vivían en un ciclo interminable de asesinatos motivados por la venganza. Estas características centraron los objetivos del WLHP en conocer cuál era el impacto de este nivel de violencia en el éxito reproductivo de los guerreros de la tribu de Ecuador, así como en su propia supervivencia y en la de sus familias.

 

Los resultados que arrojaron las entrevistas llevadas a cabo durante 18 meses con ancianos Huaorani de ambos sexos, resultaron contrarios a las hipótesis derivadas de los resultados con los Yanomamo: los hombres Huaorani más agresivos no tienen más esposas ni más hijos en comparación con los hombres de la tribu que no participan en las guerras, y las esposas e hijos de aquellos guerreros que logran cimentar una familia también ven reducidas sus posibilidades de supervivencia. De hecho, los investigadores descubrieron que los hijos de los guerreros tienen menos posibilidades de alcanzar la edad reproductiva.

 

De acuerdo con los autores, esta notable diferencia entre el éxito reproductivo de los guerreros Yanomamo y los Huaorani puede deberse a que mientras los primeros establecían periodos de paz que podían extenderse durante toda una generación, los segundos no contemplaban la disminución periódica de la violencia, lo que limitaba considerablemente sus oportunidades de disfrutar de las ventajas de la vida marital. Inclinados a vengar las ofensas presentes y las del pasado, los Huaorani siempre encontraban suficientes razones para declararse en estado bélico, lo que, por otra parte, tampoco aseguraba su éxito cultural.

 

“Los guerreros más violentos de los Huaorani son temidos, pero hay una renuencia a convivir con ellos porque atraen correrías de venganza. Los padres no quieren entregarles a sus hijas como esposas porque estas corren el riesgo de ser asesinadas o raptadas por los enemigos de los guerreros”, explicó a DiCYT Stephen Beckerman, profesor asociado de la Universidad del Estado de Pennsylvania y autor principal del estudio.

 

Del éxito cultural al éxito biológico, un asunto controversial

 

Si bien los resultados del estudio con los Huaorani son bastante contundentes, Beckerman señala que la idea de que el éxito cultural lleva al éxito biológico siempre ha sido controversial y que esta investigación sólo demuestra que las conclusiones de Chagnon no se pueden aplicar a todos los grupos tribales.

 

“En algunos grupos indígenas en Estados Unidos los jefes guerreros no contraían matrimonio ni se esperaba que sobrevivieran a su periodo como líderes, pero tenían un gran éxito cultural debido al respeto y a la estima de sus pares. Mucha gente sostiene que, a la larga, el éxito cultural conduce al éxito reproductivo, pero otros piensan lo contrario. Nuestro estudio está muy lejos de echar por tierra una parte de la controversia. Simplemente aporta más datos a la discusión”, dice el antropólogo.

 

Según Beckerman, 50 años después de que el periodo de pacificación empezara, el índice de homicidos entre los Huaorani ha disminuido un 95%. Consultado por DiCYT sobre la posibilidad de que estos indígenas hubieran terminado por exterminarse entre ellos de no haberse producido la intervención de los misioneros, Beckerman está convencido de que así hubiera sido. Opinión que James Yost, otro de los autores del estudio, no comparte.

 

“Muchos de los ancianos de la tribu creen que el grupo estaba camino a la extinción”, señaló Yost a DiCYT. “Pero creo que esta forma de pensar responde a que al momento de llegar los misioneros estaban viviendo un periodo extremo de violencia y su esperanza en el futuro era muy escasa”.

 

Yost, un antropólogo que vivió durante una década entre los Huaorani como misionero, explica que durante la investigación los entrevistados también hablaron de algunos periodos en que la población se vio mermada debido a las vendettas, para luego recuperarse tras llegar a acuerdos de paz o como consecuencia de la esparsión de las poblaciones a lo ancho de su vasto territorio.

 

“El periodo que cubre nuestro estudio se remonta a principios del siglo 20 y termina 60 años después, lo que coincide con un momento en el que la violencia alcanzaba los niveles más altos. Pero de acuerdo con su escasa historia verbal, es posible que haya habido ciclos de paz previos. No tenemos forma de saber qué tan largos fueron esos ciclos o si en realidad ocurrieron”, agrega Yost. “Pero, en resumen, creo que [de no haber ocurrido la pacificación] el número de la población habría disminuido dramáticamente, pero nunca hasta llegar a la extinción”.