Salud España , Valladolid, Jueves, 16 de junio de 2011 a las 14:48

Los expertos alertan de que patologías comunes en adultos se observan cada vez más en niños a causa de la obesidad

Julio Ardura, catedrático de la Universidad de Valladolid y presidente del Congreso de la Asociación Española de Pediatría, asegura que la hipertensión arterial o la diabetes tipo 2 se empiezan a dar en menores por una mala nutrición

CGP/DICYT Mientras que en el año 1982 el 5 por ciento de los menores españoles era obeso, en la actualidad (según los últimos estudios realizados en 2011) el 20 por ciento de los niños y el 16 por ciento de las niñas españolas lo son. Así lo señala Julio Ardura, catedrático de la Universidad de Valladolid y presidente del 60 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que se celebra desde hoy en Valladolid, quien asegura que en las consultas “cada vez se ven con mayor frecuencia patologías de adultos en los menores a causa de la esta mala nutrición”.

 

A juicio del especialista, la obesidad infantil supone “una crisis mundial de salud pública”, ya que se estima que 250 millones de niños en todo el mundo la padecen. Como consecuencia, en las consultas de los pediatras se observan ahora patologías como la hipertensión arterial o la diabetes tipo 2, lo que puede acarrear graves trastornos cardiovasculares. Del mismo modo, la obesidad trae como consecuencia problemas sociales relacionados con la estética y la aceptación de los demás.

 

Tal y como asevera el experto, este incremento sin precedentes de la obesidad entre la población infantil se relaciona con un cambio generalizado en la conducta. “Nuestros abuelos, desde la Prehistoria, tenían que moverse mucho para recolectar comida. Ahora hay prosperidad y la comida es barata, por lo que los padres no privan a los hijos de comida, lo que ocurre sobre todo en las familias con un nivel económico bajo. Además, la gente está presionada por el trabajo y tiende a no hacer comidas con productos frescos, sino precocinados”, detalla. Del mismo modo las tecnologías, la publicidad engañosa y la incertidumbre sobre determinadas informaciones (como las dietas milagro), tampoco contribuyen a una nutrición equilibrada.

 

Julio Ardura ha hecho hincapié en los “siete pecados de la nutrición”, como son “el picoteo continuo, la disminución de las cantidades de verdura, frutas y hortalizas en la dieta, la ingesta de hidratos de carbono de rápida absorción y grasas como las presentes en la bollería industrial, el elevado consumo de alimentos hiperproteicos y la falta de ejercicio físico diario”. Para mejorar la nutrición de los más pequeños el experto propone una serie de medidas, entre ellas “realizar una dieta variada, comiendo 32 productos diferentes a la semana, realizar actividad física y modificar una serie de hábitos adquiridos”.

 

Entorno escolar y familiar

 

Por otro lado, el presidente del Comité Organizador del Congreso, Antonio Jurado, asegura que “la mayor parte de los problemas de sobrepeso en los niños procede de unos malos hábitos alimentarios que inculcan los padres”, de manera que el entorno escolar y familiar debe asumir un papel prioritario. “Los padres deben ser los primeros en instaurar unos hábitos saludables, cambiando el tradicional bocadillo, en ocasiones hiperproteico o hipercalórico, por una pieza de fruta o un producto lácteo”, insiste.


Según Jaime Dalmau, coordinador del Comité de Nutrición de la AEP, otro de los fenómenos que están observando en las consultas es la adherencia a dietas no controladas, una moda muy extendida sobre todo entre las niñas. “Los estudios indican que cada vez hay un mayor porcentaje de adolescentes que no están de acuerdo con su peso y que recurren a dietas que se encuentran en las revistas o que les recomienda alguna amiga. Dietas sin rigor científico que provocan un desequilibrio dietético”, destaca.

 

Para crear conciencia social, el Congreso, que se celebra desde hoy y hasta el día 18 de junio en la Feria de Valladolid, ha reservado un espacio para un evento deportivo dirigido a niños que tendrá lugar en la mañana del sábado. En opinión de Dalmau, la principal diferencia entre el tratamiento de la obesidad en un adulto y en un niño es “que el niño se encuentra en pleno crecimiento y no debe limitar la ingesta de alimentos, sino aumentar el gasto calórico”.