Ciencias Sociales España Burgos, España, Martes, 30 de junio de 2009 a las 12:00

"No se entiende la Educación como mera transmisión de conocimientos, sino para dar valor a la vida"

Carmen Vela, presidencia de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas

AM/OEI-AECID/DICYT El compromiso de Carmen Vela, bioquímica de formación y directora general de Ingenasa, es acabar con la “invisibilidad de la mujer en la ciencia”. Y desde la presidencia de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) en ello trabaja. Desde 1982, la presencia femenina en la Universidad española es mayoritaria, aunque paradójicamente sólo el 22% de las egresadas consigue alcanzar puestos de dirección en las instituciones académicas y los centros de investigación. Vela aboga, además, por la formación continua y considera que el modelo del Espacio Europeo de Educación Superior es favorable para ello.

- ¿Cuál ha sido su trayectoria hasta llegar a la presidencia de la AMIT?

- Siempre elegí ciencias en bachillerato, pero no sabía si hacer Ciencias o Medicina. Esta duda me duró hasta COU. Me gustaba Medicina, pero me imponía sentirme demasiado involucrada en la relación con el paciente. Me reconozco demasiado sentimental y me da miedo no mantener la distancia profesional necesaria. Mi profesor de Biología de COU, que era vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, José Avelino Pérez Geijo, también lo vio y me recomendó: “No hagas Medicina, escoge Químicas y después ya veremos dónde acabas”. Le hice caso y no me arrepiento en absoluto, ya que han pasado muchos años desde que acabó la carrera, y todavía me levanto con ganas de venir a trabajar.

- ¿Qué formación académica alcanzó?

- Llegué a realizar la tesis en el Departamento de Inmunología del hospital de la Fundación Jiménez Díaz, dirigido por Carlos Lahoz, entonces director de una unidad. En los hospitales los médicos le dan menos importancia a la tesis que la que estos estudios adquieren en los centros de investigación por lo que cuando llegó el momento en el que me ofrecieron irme a Ingenasa y al Centro de Biología Molecular me vi obligada a cambiar la temática de mis investigaciones. Pasé de investigar en alergias a analizar virología, y me di cuenta de que no era compatible realizar las dos cosas al mismo tiempo. La tesis quedó escrita, y aunque creo que en el desarrollo de mi trabajo he realizado más de una de forma práctica, nunca llegué a presentarla. El título de doctor no consta en mi expediente, lo que me ha dado algún problemilla que otro.

Mujeres

- Es actualmente presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas desde noviembre de 2007, ¿cuál es el origen y los objetivos de esta organización?

- La idea de AMIT surge por la doctora Flora de Pablo a consecuencia de un movimiento europeo. A finales de los 90, la comisaria europea de Educación, Edith Creason, ofreció una serie de datos que evidenciaban que las mujeres no alcanzaban en muchos países puestos de responsabilidad en ciencia. Se formó un grupo de trabajo que constató las dificultades que tenían las mujeres para ascender e incluso las enormes carencias que existían para saber en qué lugar de los escalafones estaban las mujeres, porque las estadísticas no estaban desagregadas por género. Como consecuencia de este revuelo, Flora contactó con un grupo de nueve investigadoras y formó la asociación. Ahora somos más de 500 asociadas y cuatro asociados.

Observe esta cifra: desde 1982, hay más mujeres que hombres en la Universidad española y este dato no sólo incumbe a las personas que ingresan en la Universidad, sino también a las que completan los estudios de licenciatura o diplomatura. Siempre son más mujeres que hombres las egresadas. Sabemos que aproximadamente el porcentaje de estudiantes que cada año se matricula en los primeros cursos de carrera de las diferentes universidades españolas se distribuye equitativamente, un 50% por ciento de mujeres y un 50% de hombres. Sin embargo, los porcentajes se descompensan ligeramente cuando reparamos en las cifras referidas a aquellos que finalizan sus estudios situándose en el caso de la mujeres (52%) dos puntos porcentuales por encima que en el de los varones (48%). A pesar de lo que muestran los porcentajes y las estadísticas desde 1982, las cosas no han variado demasiado en los primeros puestos del escalafón académico y aún es complejo encontrar catedráticas o directoras de grupos de investigación… Nosotros nos dedicamos a buscar los motivos.

- Pero algo sí hemos avanzado…

- En estos momentos, en España, desde el punto de vista gubernamental, estamos en una buena situación: se han creado leyes muy favorables para fomentar la igualdad y nosotros vigilamos que se cumplan. En el CSIC, por ejemplo, se procura que los tribunales sean paritarios desde hace cuatro años al hilo de la Ley de Igualdad. Esto ha producido que en ese periodo de tiempo más mujeres hayan llegado a catedráticas que en los quince anteriores. Ahora hay un 22%, cuando en 1993 apenas se llegaba a un 13%.

- ¿Se vislumbra la igualdad efectiva en el ámbito de la ciencia?

- Estamos en un periodo peligroso actualmente en el que no se permite la discriminación real y tajante, contra la que es fácil luchar, sino que existe una tendencia a invisibilizar a la mujer. Por ello, estoy muy a favor de las cuotas, porque permite dar visibilidad a las mujeres. Las que no valgan, ya saldrán del sistema por sí mismas. Además, las cuotas están aprobadas en otros ámbitos, por ejemplo, en el Tratado de Ámsterdam, y con otras materias: de la producción alimentaria, de representación en las instituciones europeas…

- ¿Cuáles son los desarrollos de Ingenasa?

- Tenemos un catálogo de más de 80 procedimientos de diagnóstico para distintas enfermedades animales. Si de algo podemos decir que sabemos es de virus, pero también trabajamos con bacterias y parásitos. Con todo este trabajo hemos desarrollado un catálogo de más de 80 productos para unas siete especies de animales, tanto de granja como de animales de compañía. Como consecuencia, hemos publicado cerca de 80 artículos científicos, en revistas como Nature Biotechnologie o PNAS, y poseemos 63 patentes. Nosotros creemos que se puede publicar y proteger la investigación bajo patentes. No es incompatible.

Asimismo, realizamos investigaciones con otras instituciones españoles y europeas a través de proyectos europeos. Tenemos buenas colaboraciones con el Instituto Pasteur de París, la Universidad de Oxford y otras universidades de Dinamarca y Países Bajos. Actualmente, por ejemplo, mantenemos colaboración con las facultades de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y la de Lisboa. En conjunto, hemos intentado abarcar dos niveles de investigación. Por un lado, hacia ensayos de diagnóstico, que tiene un recorrido más corto y con los que se puede llegar al mercado antes, y los desarrollos terapéuticos, en los que existe más regulación a su alrededor para llegar a comercializarlos.

- ¿Y su relación con Iberoamérica?

- Desde el punto de vista comercial, poseemos distribuidores en Argentina o México, pero no tenemos tanta colaboración con los ámbitos científicos. Somos una empresa muy pequeña y nuestras colaboraciones están hechas bajo el umbral de Europa. Otro tipo de proyectos quizá sean más dirigistas. El idioma es una ventaja, pero la distancia, una desventaja para poder trabajar con otras universidades y centros investigadores. Aunque la colaboración institucional es buena, entre empresas de nuestro tamaño es más difícil establecer sinergias. Sólo los viajes hacia estos países ya supone una desventaja competitiva importante.

- Desde un punto de vista global, ¿cuál debe ser la formación que debe adquirir un individuo para contribuir de manera proactiva a la sociedad?

- Si uno puede, debe adquirir el máximo grado de formación académica, y éste es el doctorado. Ahora bien, desde mi punto de vista es necesario crear nuevas titulaciones superiores que se sumen a las ofrecidas actualmente en las instituciones académicas españolas, es decir, un doctor en Ciencias Químicas no debe centrarse únicamente en realizar un trabajo experimental para ser reconocido, sino que puede desarrollar importantes aportaciones intelectuales a un campo de investigación básica.. En los últimos 8 años, la política de contratación en Ingenesa privilegia a aquellos candidatos que cuentan con un doctorado, algo que, por otra parte es más sencillo de conseguir que el hecho de que todos estos candidatos cuenten con un buen nivel de inglés. En nuestro caso concreto apoyamos la contratación de doctorados de manera decisiva en el programa Torres Quevedo, lo que supone una ayuda financiera importante.

Para conseguir una Europa del Conocimiento, según la European Research Area, se necesitan 700.000 científicos. Si vamos a ser capaces de desarrollar los programas de Lisboa y Barcelona, necesitamos alcanzar un número suficiente de personas con alto nivel de capacitación y destrezas prácticas.

- ¿Lo estamos haciendo bien?

- En este sentido, tengo alguna que otra queja, en general: no estamos sabiendo formar buenos doctores. En España, todavía el doctorado vive una época muy tutorizada por parte del director de tesis y no debería ser así. Tenemos que formar personas más independientes, que hayan tomado contacto con el mundo, con otras culturas, que hablen idiomas. Es fundamental en una carrera de ciencias hablar inglés. ¿Para qué sirve un doctorado sin relacionarte con la realidad, sin poder asistir a congresos y conocer qué hacen tus colegas y los investigadores de otros campos? No se entiende la Educación como mera transmisión de conocimientos, sino para dar valor a la vida. Espero que el EEES nos ayude en esto. La Universidad debe servir para transmitir la información que se posee en ese momento y abrir los ojos al alumno para que vaya más allá, para avanzar.