Alimentación España , León, Jueves, 22 de julio de 2010 a las 11:00

Un biólogo leonés participa en la descripción de tres nuevas especies de algas para la Ciencia en Sudáfrica

Las diatomeas, que generalmente se encuentran en ambientes húmedos, son excepcionales, al adaptarse a un entorno árido, explica Saúl Blanco

Antonio Martín/DICYT En territorios áridos, con escasas precipitaciones y lejos de los entornos acuáticos o húmedos donde se desarrollan, existe un puñado de especies de microalgas, diatomeas, que sobreviven en estos ambientes. La lista se acaba de ampliar con tres nuevas especies de género Microcostatus, descritas por un equipo internacional en el que participan investigadores sudafricanos, españoles y luxemburgueses. Estos microorganismos han sido encontrados en el Parque Nacional Kruger, una extensa reserva natural repartida entre Sudáfrica, Mozambique y Zimbabue. La parte española ha corrido a cargo de Saúl Blanco, investigador del Laboratorio de Diatomología de la Universidad de León.

 

Los resultados de la investigación han sido publicados en el número de julio en Phycological Research, "una de las publicaciones más importantes del sector", según explica a DiCYT Saúl Blanco. Las diatomeas descritas han tomado las denominaciones de Microscotatus schoemaniiMicroscotatus cholnokyi, Microscotatus angloensis. Debido a las distancias que separan a los diferentes grupos, los investigadores trabajaron con su sistema fordiano de trabajo, en cadena. La Universidad del Noroeste, de la ciudad de Potchefstroom (donde se alojó la selección española en la última Copa Mundial de fútbol), realizó el muestreo. Estas muestras fueron remitidas a la Universidad de León, donde se realizó el análisis taxonómico y la catalogación. Finalmente, el Centre de Recherche Public Gabriel Lippmann de Luxemburgo determinó las características morfológicas de los microorganismos a través de técnicas de microscopía electrónica de barrido.

 

El Parque Nacional Kruger es una extensa reserva de 20.000 kilómetros cuadrados en la que se pueden encontrar algunos mamíferos terrestres más grandes del planeta (jirafas, rinocerontes, hipopótamos o elefantes), leones y guepardos, antílopes y ñus, más de 500 especies de aves, cerca de 2.000 plantas (como los inmensos baobabs) y seis ecosistemas diferentes. Es, en suma, un entorno de gran riqueza natural. En líneas generales, "posee un clima subtropical árido semidesértico", explica el científico leonés, lo que hace difícil el desarrollo de microalgas excepto en las zonas húmedas que forman los ríos que cruzan este vasto entorno. "Por eso es tan peculiar encontrar diatomeas allí, ya que en líneas generales, estos organismos se asocian a la presencia de agua o humedad".

 

A decir verdad, se conocía de forma científica la existencia de estos microorganismos, pero en un momento de la Historia se perdió la información. Durante la II Guerra Mundial, la devastación de la contienda produjo pérdidas de gran e importante número de material científico. "Ocurrió, por ejemplo, con las colecciones conservadas en Dresde, destruidas durante el bombardeo aliado", recuerda Saúl Blanco. Los científicos rastrearon estudios científicos de los años 30 y 40 del siglo pasado y encontraron la pista de estas peculiares algas de secano.

 

Cubierta de sílice

 

Cuando se toparon de nuevo con ellas, los científicos encontraron la razón de la adaptabilidad de estas microalgas del género Microcostatus al entorno árido de Kruger. "En su morfología existe una estructura exterior silícea que les permite vivir en esas condiciones", indica Saúl Blanco. Todas la diatomeas, explica, disponen de un caparazón de sílice. Estas nuevas algas para la Ciencia presentan, sin embargo, una doble capa de este mineral. Además de la convencional, la forma exterior tiene una serie de perforaciones para permitir el intercambio de substancias con el exterior. Las perforaciones están cubiertas con la otra fila de sílice, formando una especie de redecilla. "Sólo hay entre 15 y 20 especies que poseen esta adaptación a ambientes húmedos, cuya distribución es subtropical y en algunos países europeos", recuerda el biólogo, que pertenece al área de Ecología del Departamento del Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental, en la Universidad de León.

 

La estructura de malla de sílice permite a estos microorganismos "regular el intercambio de agua", lo que le asegura la supervivencia en ambientes áridos y con precipitaciones muy bajas. La red silícea permite captar el agua y evitar la evaporación debido al calor del clima del entorno. Los investigadores sospechan que esta microalga es "una parte esencial en la microflora de los suelos poco fértiles" de esos hábitats y "puede constituir un eslabón fundamental en la cadena trófica" de esos entornos.

 

Los autores tienen planificadas nuevas expediciones para realizar un inventario y la caracterización de la población de las microalgas descubiertas, ya que se desconoce en qué situación se encuentran y la importancia de las mismas en sus ecosistemas. Con este descubrimiento, Saúl Blanco suma cuatro especies de algas descubiertas para la ciencia, después de citar por primera vez la existencia de una diatomea denominada Eolimna becaresii en la laguna de Constanzana (provincia de Ávila).