Alimentación México Ensenada, Baja California, Lunes, 08 de noviembre de 2010 a las 16:12

Un crucero oceanográfico en el golfo de México para detectar afectación por derrame de petróleo

El monitoreo a realizar no tiene precedente en la historia de la Oceanografía mexicana

Cicese/DICYT Detectar la probable presencia de hidrocarburos en aguas profundas mexicanas provenientes del derrame asociado a la plataforma DeepWater Horizon, en el golfo de México, y establecer la primera línea de entendimiento sobre cómo funcionan, a profundidades mayores de 1.500 metros, los ciclos biogeoquímicos de los nutrientes, del carbono, del oxígeno (entre otros), y cómo éstos se propagan a la red trófica y a las pesquerías en esta amplia y desconocida región, son los objetivos del crucero oceanográfico que, con una duración de 20 días, se realiza a bordo del buque oceanográfico Justo Sierra bajo la responsabilidad del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese).


El crucero se realiza entre el 4 al 23 de noviembre, y en él participan 21 científicos provenientes de varias instituciones, por lo que es considerado un esfuerzo nacional de cooperación entre el sector académico y gubernamental para el estudio y la evaluación de la salud del ecosistema del golfo de México, algo sin precedente en la historia de la Oceanografía mexicana.
De acuerdo con la doctora Sharon Herzka Llona, investigadora del Cicese, este crucero forma parte del monitoreo anunciado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Instituto Nacional de Ecología (INE), el cual ha sido seccionado por áreas geográficas para abarcar todo el golfo, y cuyos responsables quedaron definidos así: el Cicese a cargo de los estudios en aguas profundas; la UNAM en la plataforma de Tamaulipas y el norte de Veracruz; el Cinvesvat en la plataforma de Yucatán, y la Conagua en la línea de costa.


El derrame de petróleo al golfo de México asociado a la explosión del 20 de abril de este año bajo la plataforma DeepWater Horizon, frente a las costas de Luisiana, Estados Unidos, se estima en 4'9 millones de barriles, siendo el de mayor magnitud en la historia de la explotación petrolera mundial. Además, se dice que no tiene precedente por haber ocurrido a 1.500 metros de profundidad y porque se emplearon aproximadamente 6'4 millones de litros de dispersantes a grandes profundidades.
 

Existe un gran nivel de incertidumbre sobre las consecuencias biológicas y ecológicas que este evento pueda tener, pues se desconocen los procesos a los que está sujeto el petróleo tratado con dispersantes a tal profundidad, y su persistencia. La comunidad científica internacional no ha podido determinar cuánto del petróleo derramado aún está presente en aguas del Golfo de México y en qué forma; cuánto está emulsificado como consecuencia del uso de dispersantes, o entender el papel de la degradación biológica, el cómo se han incorporado los derivados del petróleo (hidrocarburos aromáticos, metales pesados) a las cadenas alimentarias, y hacia dónde ha sido el transporte en aguas profundas.

 

Conocer esto último resulta indispensable para determinar la salud de los ecosistemas en el golfo de México, toda vez que la circulación en aguas profundas está fuertemente ligada a la biogequímica del carbono, oxígeno y nutrientes, así como a la circulación en la plataforma continental y al transporte de contaminantes hacia zonas costeras. Desafortunadamente, los estudios de observación que se han realizado en aguas profundas del golfo son muy escasos.


Por ello la participación del Cicese se centra en este punto, pues gracias a los estudios sobre la circulación en regiones cercanas al talud continental del golfo, que desde hace años realiza personal adscrito a su Departamento de Oceanografía Física -el denominado grupo Canek-, este centro de investigación se considera líder científico en cuestiones de circulación de aguas profundas en aquella región.
 

El crucero

 

El crucero a bordo del buque oceanográfico Justo Sierra (propiedad de la UNAM) durará 20 días y zarpó el jueves 4 de noviembre del puerto de Tuxpan, Veracruz. El responsable científico es el doctor Juan Carlos Herguera García, investigador del Departamento de Ecología Marina del Cicese, quien informó que realizarán muestreos en 47 estaciones, 20 de ellas a mil metros y las 27 restantes a profundidades todavía mayores.


La tripulación científica encargada de estos muestreos la integran 21 investigadores, técnicos y estudiantes de posgrado. De ellos, 14 son del Cicese, tres de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), dos del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y uno de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) quien validará la calidad en la toma de muestras.


El equipamiento oceanográfico a bordo permitirá hacer lances de instrumentos y sensores (roseta con CTD, fluorómetro para la detección de diferentes hidrocarburos, corrientómetro acústico –LADCP-, nucleador de caja, carrusel con botellas para tomar muestras de agua de mar a diferentes profundidades, incluyendo botellas Go-Flo para metales traza) para obtener muestras de sedimento y para medir, a lo largo de toda la columna de agua de mar, la circulación, temperatura, salinidad, nivel de oxígeno y partículas de petróleo en emulsión, entre otros parámetros que, posteriormente, serán analizados en laboratorio. Se realizarán también arrastres de red tipo bongo en los primeros 200 metros de la columna de agua para obtener muestras de zooplancton.


Además, gracias a la colaboración que por años ha existido entre investigadores del Cicese y del Instituto de Oceanografía Scripps (SIO, por sus siglas en inglés), de la Universidad de California en San Diego, fue posible conseguir en renta un aparato autónomo denominado Spray-Glider, que puede ser controlado y rastreado de manera autónoma desde Scripps.


El Spray-Glider fue desarrollado por investigadores del SIO y de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI, por sus siglas en inglés), los dos institutos oceanográficos más importantes de Estados Unidos. Pertenece a una nueva generación de tecnologías, aún en fase de experimentación, que se comienzan a emplear para monitorear de manera continua las propiedades oceánicas. Por ello, los investigadores participantes en el proyecto tienen mucho interés en probar esta nueva tecnología en el Golfo de México pues, de resultar exitosa, puede pensarse como equivalente a realizar un crucero oceanográfico con mediciones continuas durante tres meses (un día de crucero en el buque Justo Sierra cuesta casi 10.000 dólares).