Ciencias Sociales España , Burgos, Viernes, 15 de octubre de 2010 a las 11:11

“Un mundo de hierro y azufre como es Marte, quizá tenga vida en el subsuelo”

Carlos Briones, científico titular del CSIC, habla en Burgos de la vida extraterrestre

Elena Rodríguez Montes/DICYT ¿Hay vida extraterrestre? La detección de vida fuera de nuestro planeta es uno de los objetivos con los que trabaja el burgalés Carlos Briones Llorente, científico titular del CSIC a quien podemos encontrar en el Centro de Astrobiología CSIC-INTA, asociado a la NASA. Hoy volvió a su tierra como invitado del aula Caja de Burgos de estudios científicos para participar en la jornada “Protección planetaria: un reto tecnológico para la búsqueda de vida extraterrestre”, que se celebró en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Burgos. 

 

Pregunta: Aclaremos conceptos. ¿Qué es la protección planetaria?
Respuesta: La verdad es que es una expresión que suena bastante exótica, a ciencia ficción y, sin embargo, no tiene nada que ver. Se trata de un conjunto de técnicas que debemos aplicar cuando realizamos misiones y diseñamos robots que van a ir en busca de vida fuera de la Tierra. Lo que no podría ocurrir es que encontremos vida, por ejemplo en Marte, pero esa vida fuera terrícola, es decir, que la hubiéramos llevado pegada a las patas de nuestro robot.

 

P: ¿Y eso cómo se consigue?
R: La protección planetaria consiste en evitar la contaminación cruzada entre distintos cuerpos del Sistema Solar: que no vaya vida de la Tierra a Marte inintencionadamente y que si alguna vez traemos muestras de Marte a la Tierra, y hay vida en ellas, no se pueda contaminar la vida de la Tierra con la vida marciana. En resumen: es la forma de preservar intacta la vida que pueda haber en los distintos lugares del cosmos.

 

P: ¿Hay vida extraterrestre en Marte?
R: A día de hoy podemos decir que estamos solos en el universo en el sentido de que no hemos detectado ninguna señal de vida inequívoca fuera de la Tierra. El único ejemplo de vida que conocemos es la de la Tierra y por eso el ámbito de la protección planetaria sólo conlleva la esterilización de las naves que salen de nuestro planeta. Si algún día se encuentra vida fuera de la Tierra, habrá que tener en cuenta el caso opuesto.

 

P: ¿Por qué Marte, qué características tiene este planeta para que centre estas investigaciones?
R: Es nuestro planeta hermano en el Sistema Solar, está dentro de lo que llamamos banda de habitabilidad de la que también forma parte Venus y es uno de los mejores candidatos para que pueda existir un segundo ejemplo de vida fuera de la Tierra. Hablamos de una de las dianas fundamentales de la Astrobiología, de esta nueva ciencia con la que intentamos entender cómo empezó la vida terrestre. Pero no es el único lugar interesante para buscar vida extraterrestre.

 

P: Dígame alguno más...
R: El satélite Europa, el satélite de Júpiter o el satélite Titán, que es el satélite de Saturno, pero el planeta Marte es a día de hoy nuestro principal objeto de estudio. Desde 1975 han llegado decenas de naves a Marte, han analizado la superficie, han demostrado sin lugar a dudas que hubo muchísima agua en el pasado y por lo que sabemos, la existencia de fuentes de energía puede indicar vida. Y quizá esa vida esté protegida en el subsuelo porque la superficie es muy hostil debido a que carece de una atmósfera, como la nuestra, que la proteja de la radiación.

 

P: Ése es por tanto el objetivo de las nuevas misiones: el subsuelo. 
R: Sí, ya se están desarrollando y en algunas de ellas colabora nuestro centro de Astrobiología. Esas misiones llevan integrados elementos perforadores que van a hacer un pequeño orificio en la superficie de Marte para intentar averiguar si hay vida ahí abajo, como mucho a un metro de profundidad. Se trataría por tanto de organismos que han resistido desde el momento en el que comenzó la vida en Marte hasta ahora.

 

P: En resumen, que la superficie está explorada y como se han obtenido resultados positivos, se ha pasado al subsuelo.
R: Podríamos decirlo así, simplificando mucho sería eso. Se han explorado algunos trocitos de superficie, los robots que han patrullado nos han dado muestras de la geología del terreno y han demostrado la presencia de agua: congelada en la superficie y quizá agua líquida en algunas condiciones favorables del verano marciano y en las latitudes oportunas. Pero la subsuperficie es la gran desconocida. El estudio de entornos aquí en la Tierra que consideramos similares al planeta rojo, como el entorno de Riotinto (Huelva) ha puesto de manifiesto la existencia de multitud de bacterias incluso a varios metros de profundidad.

 

P: ¿Qué me quiere decir con esto?
R: Que un mundo de hierro y azufre como es Marte, parecido quizá a Riotinto, pues quizá tenga vida en su subsuelo, donde es más probable que se haya preservado porque la superficie tiene condiciones esterilizantes, ya que la radiación solar llega sin ningún tipo de protección y su temperatura es de media 70 grados bajo cero.

 

P: Condiciones desapacibles para cualquier tipo de vida.
R: Desde luego para la vida fácil que llevamos los animales y las plantas sí, y también para la vida de microorganismos extremófilos que nos interesan mucho porque se pueden adaptar a condiciones muy extremas. Especialmente la gran cantidad de radiación que llega a la superficie de Marte consideramos que sería letal para cualquier forma de vida, pero quizá dos centímetros más abajo ya hay microhábitats provechosos para esas formas de vida.

 

P: Cuando hablamos de vida, nos referimos a un concepto muy genérico, ¿verdad?
R: Sí, por supuesto. No tenemos que tener en mente nada parecido a la vida que vemos a nuestro alrededor. Nada de homínidos verdes y con dos antenas, como se presenta a los marcianos en las películas de ciencia ficción; casi humanos, eso sí, un poco distintos y más feos que nosotros (ríe), pero son formas bastante absurdas desde el punto de vista científico. Cuando pensamos en algún tipo de vida en Marte, o en Europa, o en algún planeta extrasolar, debemos imaginar en algo parecido a una bacteria, en microorganismos, y en definitiva, en las formas de vida que han sido las protagonistas de nuestro planeta durante la mitad de su historia. Los organismos pluricelulares, como nosotros, son una invención tardía de la evolución. Si aquí hubiera venido una nave extraterrestre hace dos mil millones de años sólo habría visto microorganismos.

 

P: En términos científicos, ¿cómo lo explicaría? 
R: Consideramos que es más fácil que si la materia lleva a la vida, es decir, si hay algo intrínseco en la materia que permite pasar de la química a la biología, probablemente a lo que se llegue sea a las formas de vida más primitivas que tenemos en la Tierra: sistemas moleculares capaces de copiarse a sí mismos o bacterias muy simples. En eso estamos pensando cuando desarrollamos biosensores para buscar vida fuera de la Tierra.


P: Cuesta eliminar la imagen que ha dado la ciencia ficción sobre el espacio y la vida extraterrestre...
R: Por una parte ayuda porque aumenta el interés popular por estas cuestiones, pero por otra introduce sesgos considerables. Primero, parece todo muy fácil: desde desarrollar una nave o un proyecto espacial hasta poner humanos en el espacio. Hay muchas películas en las que el hombre llega a Marte cuando sabemos hasta dentro de 20 ó 30 años no podremos enviar allí una nave tripulada. Segundo, que la vida extraterrestre que nos muestra la ciencia ficción es muy cómica, véase los marcianitos con antenas. Esto en parte se debe a que tenemos muchos prejuicios antropocéntricos y actuamos de la misma manera que cuando miramos la vida a nuestro alrededor en la Tierra y nos fijamos sólo, al menos así era hasta el siglo XIX, en los animales y en las plantas que suponen una minoría frente al 80% de microorganismos que pueblan el planeta. Los guionistas de Hollywood no son una excepción y piensan en hombrecillos simpáticos, verdes, con dos antenas y generalmente malintencionados. Son prejuicios bastante cómicos que no es que nos molesten, pero conviene separarlos claramente de lo que es la ciencia.

 

P: Una tarea difícil, porque esas ideas calan mucho en el imaginario colectivo. 
R: Lo sé. A mí me gusta mucho la ciencia ficción, tanto cine como literatura. Me parece un género que en ocasiones está muy bien documentado. Hay una trilogía, que recomiendo a los lectores, Marte azul, Marte rojo, Marte verde. Es una novela sobre los primeros cien pobladores terrícolas en Marte en la que el autor recibió asesoramiento de la NASA y que describe excepcionalmente la geología del planeta rojo. Tuve ocasión de conocer a su autor, Stanley Robinson, en EEUU y es una persona con una formación científica tremenda. Leer algo así da un paso más respecto a lo que la ciencia puede demostrar y te abre la imaginación y un mundo de posibilidades que los escritores pueden permitirse. Claro, la ciencia es más de pequeños avances y de mucho trabajo para conseguir una evidencia muy indirecta de algo. Siempre que se sepa explicar bien qué es ciencia y qué es ficción, la convivencia irá bien.

 

P: O sea que se puede ver con usted La Guerra de las Galaxias tranquilamente…
R: Yo en Madrid he organizado cine fórum científicos con cine de ciencia ficción en los que explicamos qué es posible y qué no, y es una actividad muy formativa para estudiantes de Secundaria. En estas películas se están violando constantemente los principios de la Física y la Química. La Guerra de las Galaxias es una de las series de ficción que más me interesan y que veo con regularidad, pero ocurren cosas imposibles. Las explosiones en el espacio cada vez que chocan dos naves, primero se oyen y luego saltan por aires: no puede haber llamaradas si no hay oxígeno fuera y en el espacio lo que hay es vacío, y por otra parte, no se podrían oír las explosiones porque en el vacío no se transmite el sonido.

 

P: Antes de terminar, cuénteme algo de la Misión ExoMars, en la que ustedes participan.
R: Es una misión de la Agencia Espacial Europea y la NASA que va a llegar a Marte en 2016 y 2018. Su objetivo es profundizar más en los estudios de la geología de Marte y dar más pistas sobre las características del agua allí. La misión lleva un instrumento denominado RLS (Raman Laser Spectroscopy) que estamos desarrollando en el centro de Astrobiología, en colaboración con la Universidad de Valladolid y con otros centros y empresas españolas y europeas. Y va a ser un instrumento español, lo cual supone un hito en la investigación espacial. Ya en una misión que va a llegar a Marte en 2012 hay una estación meteorológica española que se ha desarrollado en nuestro centro, por tanto, tecnología española en Marte. Todo esto nos ayuda a quitarnos un poco ese complejo de españolitos pobres desde el punto de vista científico, que lo somos, porque lo que dedicamos a ciencia y tecnología en España es claramente insuficiente, pero somos capaces de conseguir misiones en competición con los instrumentos que han presentado otros países. De los seis u ocho instrumentos que suelen ir en estas misiones habrá tecnología española, y eso yo creo que es algo muy bueno para los científicos y tecnólogos que participamos en ellas y para el conjunto de nuestra sociedad.