Alimentación España , Salamanca, Miércoles, 15 de noviembre de 2006 a las 19:40

Un profesor brasileño anuncia en Salamanca que el escaso éxito de la soja transgénica ha contribuido a frenar la deforestación de la Amazonía

El profesor de la Universidade Federal Do Pará, Pere Petit, ha analiza la evolución de la selva brasileña en los últimos años

AVPR/DICYT La selva amazónica brasileña ha perdido desde los años 70 un 20% de su masa forestal, debido esencialmente al potente desarrollo de las industrias maderera y del corcho en la región Norte del país, así como a la introducción, en la última década, de nuevos cultivos extensivos como la soja transgénica. Un proceso que afortunadamente se ha visto frenado durante los dos últimos años debido en parte al escaso éxito que ha tenido este nuevo cultivo en los mercados internacionales.

Esta ha sido una de las conclusiones recogidas en el libro La Amazonia Brasileña en Perspectiva Histórica que ha sido presentado hoy miércoles en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca por el profesor de la Universidade Federal Do Pará, Pere Petit. Según ha expuesto este investigador de origen catalán, la mala acogida de los cultivos transgénicos brasileños unida a la presión de las asociaciones conservacionistas y a una modificación de las políticas agrícolas, ha favorecido que de los 25.000 kilómetros cuadrados de selva perdidos en 2004 (una superficie comparable a toda Galicia), se pase este 2006 a un volumen de tala inferior a los 15.000 kilómetros cuadrados.

"Es cierto que la situación ha mejorado sensiblemente", comenta a DICYT el investigador, "pero también el gobierno de Lula es consciente de que si se quiere frenar la tala indiscriminada es necesario poner en marcha proyectos de desarrollo sostenible que garanticen recursos a los cerca de 20 millones de brasileños que habitan la denominada Amazonía Legal".

La Amazonía es un territorio de cinco millones de kilómetros cuadrados con sólo 275 fiscales asignados para su vigilancia, uno por cada 18.000 kilómetros cuadrados, que por el momento no son capaces de controlar los procesos de tala indiscriminada en los que, según calculan los expertos, por cada árbol caído se dañan otros seis ejemplares. Sólo en el Norte del principal pulmón terrestre, operan 27 multinacionales, cuyas políticas empresariales no incorporan el concepto reforestación. El Gobierno del país apenas puede hacer frente anualmente a la reforestación de 500.000 kilómetros cuadrados. Una cifra minúscula si se compara con lo 30 millones de kilómetros cuadrados que cada año repuebla el Gobierno chino dentro de sus fronteras.