Alimentación Costa Rica , Costa Rica, Lunes, 25 de octubre de 2010 a las 17:07

Un proyecto apuesta por métodos de cultivo más amigables con el ambiente

El Tecnológico de Costa Rica desarrolla alternativas al uso de agroquímicos

UCR/DICYT De acuerdo Arnoldo Gadea Rivas, Ingeniero Agrónomo del Instituto Tecnológico (TEC), Costa Rica está considerada como uno de los mayores importadores mundiales de plaguicidas por área cultivada. “Nuestro país, importa y distribuye anualmente gran cantidad de plaguicidas. Supera los 18 kilogramos de ingrediente activo por hectárea cultivada”, indica el investigador, citando información recopilada por el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional.


En el cantón de San Carlos, la producción piñera ha crecido significativamente en los últimos 5 años. Allí se cultivan alrededor de 10 000 hectáreas bajo un sistema convencional de manejo en donde la frecuencia de aplicación de productos es alta, incrementando los riesgos de intoxicaciones y contaminación ambiental en los distintos distritos de la Región Huetar Norte.

 

Por esta razón, Gadea junto con Oscar Acuña, coordinador del Laboratorio de Bioprocesos del Centro de Investigaciones Agronómicas (UCR) y Fabio Chaverri, Investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional, Xiomara Mata de la Escuela de Agronomía del TEC, José Eladio Monge del IRET de la UNA, y las ingenieras Jessica Linares y Alejandra Rodríguez de la Fundación Proagroin decidieron desarrollar tecnologías que permitan la implementación de alternativas al uso de agroquímicos.

 

Aplicación de alternativas innovadoras


Los investigadores, propusieron entonces, el uso de organismos benéficos (biocontroladores) y además escalar los procesos a un nivel de reproducción masiva de entomopatógenos, con la posibilidad de trasladar esa tecnología al sector empresarial.


De esta manera, se integran varias disciplinas como la edafología, malacología, fitopatología, economía, toxicología, microbiología, entre otras, para lograr la protección integral de un cultivo. También se pueden integrar tácticas de manejo, como la resistencia, control biológico, control químico, en una sola estrategia con el propósito de regular un problema particular.


“Este trabajo que hemos desarrollado ha llevado a que el sector productivo esté dispuesto a adaptar estas tecnologías para cada uno de sus sistemas productivos y además, tiene la gran ventaja que no es exclusiva para el sistema de producción de piña, puede utilizarse en otros sistemas generando ventajas competitivas”, señaló Gadea.


En un inicio, la propuesta tiene como propósito básico, la transferencia de tecnología en la producción de piña para exportación, sin embargo, la tecnología a transferir tiene la posibilidad de impactar en otros sectores como cultivos de tubérculos, hortalizas, frutales, caña, arroz, entre otros. De allí la importancia del trabajo conjunto con el Programa de Desarrollo Agroindustrial (Proagoin).

 

Esta organización funge como un puente, que brinda asesoría y asistencia técnica a más de 300 familias de productores agropecuarios de la Zona Norte. Proagroin, aportará parte de la infraestructura y equipo para los Centros de Reproducción Masiva en Pital y Guatuso y se espera que la iniciativa aporte materiales para el acondicionamiento de los espacios para los Centros de Reproducción Masiva. Operativamente la iniciativa capacitará al menos a 100 productores y técnicos en el uso, manejo y control de la calidad de los bioplaguicidas.

 

Beneficios de métodos más amigables con el ambiente


Gadea, asevera que con esta iniciativa se podrá reducir “en algún grado”, el uso de insumos sintéticos con alta capacidad contaminante y el impacto sobre los recursos suelo y agua debido a la contaminación actual de los sistemas productivos.


Pero el investigador, asegura que el impacto se puede valorar en otros niveles como el financiero, porque el costo del uso de biocontroladores es significativamente menor que el costo del uso de plaguicidas sintéticos. Y desde una perspectiva ambiental, “se fomentará el uso de insumos que sustituyen los productos contaminantes, de modo que se reducirán los riesgos de daño a ecosistemas terrestres y acuáticos aledaños a las plantaciones piñeras.”

 

Adicionalmente, el ingeniero indica que la tecnología es totalmente transferible a otros sectores productivos del país, y es probable que las empresas privadas inviertan en proyectos similares lo que redundaría en una mitigación más fuerte del impacto de los agroquímicos en el entorno y permitiría a las universidades aumentar su impacto en transferencia tecnológica. De esta forma se espera que se logren instalar varios centros de reproducción masiva de biocontroladores y se capacite adecuadamente al personal.

El ingeniero hace un llamado de atención para que a lo interno del TEC se mejoren los procesos de apoyo para este tipo de actividades, y que en las comunidades involucradas se sensibilice a los participantes y se reconozca su capacidad como agentes de cambio y no como receptores de tecnologías. “El desarrollo y capacitación de grupos comunales y empresas que asuman esta tarea es la única garantía de la continuidad de un proyecto de extensión y por consiguiente de la adopción de las alternativas.”