Ciencia España , Burgos, Viernes, 10 de diciembre de 2010 a las 14:07

Una investigación en Atapuerca aporta los registros arqueomagnéticos más antiguos de Europa Occidental

Los trabajos se han llevado a cabo en dos yacimientos de la sierra burgalesa y en la cueva cántabra de El Mirón

Elena Rodríguez Montes/DICYT El investigador Ángel Carrancho ha llevado a cabo una investigación basada en técnicas de arqueomagnetismo que le ha permitido obtener los datos más antiguos que hasta ahora se conocían en Europa Occidental, comprendidos en el periodo que discurre entre el año 5.500 a.C y el 4.000 a.C. Los trabajos se han realizado a partir de muestras tomadas en la Cueva de El Mirador y El Portalón de la Cueva Mayor, ambos en Atapuerca, y en la cueva cántabra de El Mirón, en Ramales de la Victoria. Su autor ha explicado a DiCYT que su investigación ha permitido obtener 26 direcciones arqueomagnéticas a partir de materiales inéditos, nunca antes trabajados, y que "cronológicamente son los más antiguos que existen en Europa Occidental". Según Ángel Carrancho no hay ningún dato arqueomagnético en este territorio para el periodo comprendido entre el 5.500 a.C. y el 4.000 a.C.

 

La investigación se ha basado en el estudio de restos de fuegos prehistóricos que nuestros antepasados prendieron en el interior de sus cuevas, algo que en argot arqueológico se denomina fumiers. Para su análisis se han empleado técnicas de arqueomagnetismo, un método de datación a partir de los campos magnéticos terrestres en el momento en el que el fuego estuvo vivo. El arqueomagnetismo, indica Ángel Carrancho, se basa en un principio básico: el fuego es un mecanismo capaz de hacer registrar la dirección que tiene el campo magnético terrestre, recordamos que la Tierra es un gran imán. Por eso, las partículas de los minerales de hierro que están presentes en cualquier material arqueológico (restos de cerámica, de un hogar o de cualquier estructura de combustión) son capaces, en el momento en el que son quemados, de registrar la dirección del campo magnético terrestre que había cuando se produjo la combustión. Así, cuando un investigador muestrea esos materiales y los analiza es capaz de obtener ese dato, siempre y cuando se haya preservado en unas condiciones aceptables.

 

El estudio se ha centrado en materiales obtenidos en los yacimientos antes mencionados, en los llamados fumiers. Los grupos prehistóricos que habitaron tierras burgalesas y cántabras hace 6.000 años estabulaban el ganado y los excrementos que los animales generaban se quemaban periódicamente. Eso era lo que producía los episodios de combustión que han quedado conservados en la estratigrafía gracias en parte, a la buena calidad de las excavaciones que se han llevado a cabo en los yacimientos de Atapuerca, aseguró Ángel Carrancho, y que les han permitido trabajar con alta resolución en estas muestras. Otra de las partes novedosas de la investigación, según informó la Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y León que ha financiado los trabajos, consistió en recrear hogueras prehistóricas y comprobar su comportamiento para conocer más datos acerca de la vida de los pueblos prehistóricos.

 

La investigación se planteó desde una doble perspectiva. Por una parte, arqueológica mediante la aplicación de técnicas que tratan de identificar y reconocer fuego en yacimientos prehistóricos; "cosa que no es del todo evidente sobre todo en contextos paleolíticos", puntualizó su autor. A partir de ahí se ha tratado de obtener información relacionada con el uso de este fuego como temperaturas que se alcanzaron o las condiciones ambientales del momento. Por otro lado, el eje central de la tesis tiene un carácter geofísico, y éste ha permitido obtener 26 direcciones arqueomagnéticas en materiales que hasta ahora no se habían estudiado y que constituyen los registros más remotos hallados en Europa Occidental.

 

Arqueomagnetismo vs. Carbono 14

 

Ángel Carrancho asegura que aunque las técnicas de arqueomagnetismo son relativamente novedosas en España, tienen una gran tradición en otros países. De hecho, parte de su formación ha transcurrido en la ciudad holandesa de Utrech donde pasó varios meses trabajando en un prestigioso laboratorio de paleomagnetismo, con equipamientos de gran calidad y con equipos que poseen una acreditada experiencia a sus espaldas. Hasta ahora en la Península Ibérica el arqueomagnetismo se había aplicado solamente a los dos últimos milenios, mientras que en esta investigación se ha ampliado la horquilla cronológica hasta los 5.500 años a.C.

 

Sin embargo, y teniendo en cuenta que todos los métodos de datación, al menos los que se utilizan con aplicación arqueológica, tienen un margen de error la batalla cronológica la sigue ganando el Carbono 14. Se trata de una de las técnicas más conocidas y tradicionales para fechar restos prehistóricos y que se aplica con bastante fiabilidad hasta hace 30.000 o 40.000 años "e incluso alguna variante puede llegar a los 70.000", asegura Carrancho. El investigador confía en que su trabajo constituya un primer paso en la aplicación y desarrollo de las técnicas arqueomagnéticas que "abren una línea prometedora" en el campo de la datación. En definitiva, que la nueva aplicación de este sistema permite llegar a datos ciertos de forma eficaz, como alternativa o confirmación de las fechas obtenidas por el método del Carbono 14.  

 

Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y León

 

La Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y Leon ha financiado el estudio de Ángel Carrancho a través de una de las becas de investigación que convoca cada año para fomentar un conocimiento más profundo y científico del legado cultural castellano y leonés, según informó el departamento de Comunicación de la entidad. 49 investigadores se han beneficiado hasta ahora de estas ayudas económicas que podrán solicitarse, en su octava convocatoria, hasta el 11 de febrero de 2011.