Alimentación España , León, Mi茅rcoles, 18 de febrero de 2009 a las 19:21

Humedales para tratar las aguas residuales

Tres municipios de menos de 1.000 habitantes de la provincia de Le贸n utilizan de forma exitosa lagunajes o humedales artificiales para eliminar contaminantes del agua

Antonio Martín/DICYT Algo sospechoso tiene el humedal que hay a las afueras de Bustillo de Cea: formas demasiado redondeadas para ser naturales, una valla que salvaguarda de visitas inoportunas, vegetación cuya expansión está controlada por bordillos como si estuvieran en inmensas macetas. Es, efectivamente, artificial y tiene un objetivo concreto: realiza un tratamiento integral del agua residual. Se trata de uno de los tres sistemas artificiales que existen en la provincia de León y que intentan copiar los mecanismos naturales de los humedales naturales, con un gran poder de depuración gracias a su biodiversidad y buenos resultados de tratamiento y económicos desde su creación.

 

Sus promotores, personal del área de Ecología del Departamento de Ecología, Genética y Microbiología de la Universidad de León, vieron con la trasposición de una directiva comunitaria para la preservación del medio acuático una opción para hacer menos onerosos los gastos que ocasiona el tratamiento de aguas residuales en las pequeñas poblaciones que se dispersan por la provincia de León. "Hay pocos municipios que superen los 100.000, 50.000 ó 20.000 habitantes en la provincia", indicó a DiCYT Gemma Ansola, profesora de este departamento, "incluso son mayoría los que no llegan a 1.000 habitantes. En estos núcleos pequeños, con recursos económicos limitados, existe una disyuntiva sobre cómo tratar las aguas residuales sin que sea muy caro".

 

Los humedales naturales poseen un gran potencial de autodepuración de aguas gracias a la vegetación, el suelo y la flora bacteriana que en ellos vive. Formados al cubrirse de agua terrenos generalmente planos, en su alrededor dan lugar ecosistemas híbridos, ni acuáticos, ni terrestres plenamente. Antaño se drenaban porque se minimizaba su importancia ambiental. Ahora, la vegetación adaptada a estas condiciones se ha convertido en una aliada en la lucha del hombre contra sus propios residuos.

 

"Hemos intentado copiar los mecanismos de los ecosistemas naturales y potenciarlos en sistemas artificiales con capacidad para eliminar los contaminantes del agua", explica Ansola desde su despacho en la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de León. Esos contaminantes son agrupados por la directiva comunitaria 91/271/CEE como demanda bioquímica de oxígeno, demanda química de oxígeno y sólidos en suspensión. Al entrar en vigor, obligó a las administraciones a tomar medidas; las rurales, con menos recursos económicos y tecnológicos y una importante carga contaminante debido a la agricultura y la ganadería, se enfrentaron a un problema: ¿cómo tratar las aguas sin que se fuera el exiguo presupuesto municipal también por el sumidero? La solución que expusieron los científicos fue la de los humedales artificiales o construidos y los lagunajes, ambos sistemas de drenaje del agua basados en los funcionamientos de sus homólogos naturales. Desde hace 15 años, el área de Ecología trabaja en esta línea de investigación.

 

De Mansilla a Bustillo de Cea

 

La primera piedra se colocó en Mansilla de las Mulas, de 1.946 habitantes, situada en la carretera de León a Valladolid. Allí, subvencionado al cien por cien por la Diputación de León, se creó una planta piloto experimental en la década de los años 90. Gracias a los resultados positivos, la experiencia se trasladó unos pocos kilómetros más al Este. Bustillo de Cea, pueblo de la comarca de Sahagún dedicado a la agricultura y la ganadería con algo más de 200 habitantes permanentes, se convirtió en el año 2001 en la primera población de Castilla y León en contar con un humedal artificial.

 

Se construyó entonces un sistema con cuatro compartimentos. El lugar de pretratamiento es un tanque de hormigón de dos vías paralelas de diez metros de longitud. Después hay tres balsas de 230, 220 y 450 metros cuadrados de superficie en los que florecen eneas (Typha latifolia), lirios (Iris pseudacorus) y sauces (Salix atrocinerea). En el sistema, el agua adquiere un flujo hidráulico superficial, subsuperficial y combinado. Los resultados, desde su creación, han sido óptimos, según los registros de los especialistas, tanto en el tratamiento de demanda biológica de oxígeno, como química, nitrógeno, fosfato y coliformes totales, que están presentes no sólo en heces, sino en restos de detergentes lavavajillas u orgánicos. El agua residual que genera una población equivalente a 1.200 habitantes (teniendo en cuenta no sólo a los vecinos que viven, sino a los estacionales y a los animales de las explotaciones ganaderas), se reutiliza de forma total para agua de riego. En el plano económico, después de una inversión inicial de 136.000 euros y de un mantenimiento de unos 3.000 euros al año, ya empieza a ser rentable. Un municipio pequeño gasta aproximadamente unos 600 euros al mes en electricidad en sistemas convencionales.

 

Cubillas y Fresno

 

Los resultados han sido similares en las otras dos poblaciones que ya experimentan con este tipo de estaciones de tratamiento de aguas residuales cuasi naturales. En Cubillas de los Oteros (menos de 200 habitantes) existe un segundo humedal con el mismo sistema de tratamiento de aguas residuales, esto es, una zona de pretratamiento y tres balsas interconectadas con eneas, lirios y sauces por donde fluye el agua, con dimensiones parecidas. En el caso de Fresno de la Vega (632 personas censadas, según el Instituto Nacional de Estadística), el sistema es de lagunajes, tres lagunas interconectadas, cada una con una función: la primera es anaerobia, la siguiente facultativa y la última de maduración. Aunque ha reportado beneficios a las tres comunidades hasta ahora, los expertos advierten que una gestión descuidada puede hacer que los rendimientos de eliminación se vean afectados negativamente en un futuro.