Ciencias Sociales Panamá , Panamá, Viernes, 05 de febrero de 2010 a las 17:28

“La investigación científica en Coiba generará información y facilitará el manejo del parque”

Entrevista a Juan Maté, biólogo marino panameño y coordinador de la elaboración del nuevo Plan de Manejo del Parque Nacional Coiba

Eva Aguilar/DICYT Identificado por científicos y ambientalistas como un paraíso de biodiversidad, el Parque Nacional Coiba, ubicado en el Pacífico panameño, ha subsistido en estado prístino gracias a la protección militar y policial que durante 85 años le otorgó su estatus de cárcel de los delincuentes más peligrosos. Previendo, sin embargo, que una vez el penal cerrara también se acabaría la protección indirecta que los bosques y los recursos marinos de Coiba habían recibido hasta el momento, hace ya más de una década que un grupo de organizaciones e instituciones no gubernamentales de Panamá y otros países, así como el propio gobierno panameño, empezaron la ardua tarea de ponerse de acuerdo para darle al archipiélago y a sus áreas aledañas la protección legal necesaria para su conservación.

 

En el año 2004, Coiba recibió legalmente su estatus de parque nacional y al año siguiente fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO. Ademas forma parte del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical, junto con las islas Galápagos de Ecuador, la isla Cocos de Costa Rica y las islas Malpelo y Gorgona de Colombia. En junio de 2009, la Autoridad Nacional del Ambiente de Panamá (ANAM) y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) presentaron el Plan de Manejo del Parque Nacional Coiba para los próximos cinco años, un documento que permitirá desarrollar programas de conservación y proyectos de investigación científica de forma sostenible en el área protegida. El nuevo plan es producto de la revisión y ampliación de un primer plan de manejo que fue elaborado en 1996 por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), pero que no llegó a implementarse.

 

DiCYT ha entrevistado a Juan Maté, asesor de asuntos costeros marinos del STRI y la persona que desde el 2006 dirigió el proceso de elaboración del nuevo plan. Maté, quien lleva 20 años ligado a la investigación científica y a los esfuerzos de conservación en Coiba, habla sobre el compromiso de echar a andar el plan.

 

¿Cuáles fueron las mayores dificultades que encontró durante estos tres años de trabajo?
Fue un trabajo largo. El periodo inicial era de 18 meses pero decidimos cambiar la dinámica en cuanto a la elaboración de los planes de manejo y diseñar un proceso enteramente participativo. No se trataba únicamente de ir a las comunidades [que viven cerca del parque y dependen de sus recursos] y darles la información, sino que ellos nos también nos transmitieran sus conocimientos y puntos de vista. Por otra parte, la UNESCO nos dio 140 mil dólares para hacer el trabajo pero tuvimos que solicitar fondos adicionales para poder terminar. Al final el plan costó casi 320 mil dólares y se trabajó durante tres años, pero también se hizo casi un 60% más de lo que incluía la propuesta original.

 

¿En qué sentido? ¿A qué se debió que el presupuesto y el tiempo se extendieran?
A que se presentaron vacíos de información que había que llenar. El parque tenía una valiosa información científica; se recopilaron más de 400 publicaciones de revistas especializadas, pero aún faltaban datos. El plan de la AECI no había identificado los aspectos relacionados con las pesquerías debido a la presencia del penal, que mantenía la pesca alejada. Al cerrar la colonia penal en el 2004 el parque se abre rápidamente a la pesca y había que establecer un normativa pesquera. Se invirtió más de un año levantando información científica primaria trabajando con los pescadores y se elaboró también un plan de aprovechamiento pesquero sostenible.

 

Si pudiera catalogar la información científica que existe hoy sobre la ecología del parque entre el 1 y el 10, ¿qué tanto abarcaría?
Yo diría que entre 4 y 5. De la parte marina se sabe bastante, pero sobre la parte terrestre hay grandes huecos.

 

¿Cuál es el valor de Coiba como centro de investigación científica?
El Golfo de Chiriquí, que es el área en la que se encuentra Coiba, es el mayor centro de diversidad marina de todo el Pacífico Este Tropical, es decir, desde el sur de México hasta el norte de Perú. Eso se debe a las condiciones oceanográficas: las aguas son cálidas y hay condiciones estables de temperatura. Coiba es la isla más grande del Pacífico mesoamericano y probablemente la única con un impacto antropogénico mínimo, porque aunque fue una colonia penal durante mucho tiempo, todavía tiene un 70% de bosque primario. Por lo tanto hay un potencial importante de conservación que implica el desarrollo de investigaciones, no sólo para generar información, sino también para facilitar su manejo.

 

¿Cómo beneficia el nuevo plan a la comunidad científica interesada en llevar a cabo estudios en Coiba?
La ley que creó el parque establece un comité científico de apoyo al consejo directivo y supervisa las prioridades de investigación que se deben realizar en el parque. El plan por su parte le da importancia a aquellas investigaciones que faciliten el manejo de los recursos, que son los que al final permiten que el parque sea un área protegida y que la UNESCO lo considere patrimonio natural de la humanidad. Pero aunque se establezcan prioridades, no se cierran las puertas a la investigación básica.

 

¿Qué áreas de investigación tienen potencial?
Hemos encontrado, por ejemplo, que aunque la isla no tiene comunidades residentes, hay un riqueza arqueológica importante y sería un nuevo campo abierto a la investigación. También hay investigaciones terrestres sobre los grupos endémicos de Coiba como los ñeques, los monos y las aves marinas. La taxonomía y la identificación de la diversidad marina figuran igualmente en los puntos centrales del plan de manejo.

 

¿Qué planes hay para la nueva estación científica que se instalará en Playa Machete?
El objetivo de construir una nueva estación científica en la isla era tener un lugar cercano a tierra firme, lo que permite reducir los costos de operación. Es un proyecto a largo plazo que afortunadamente tiene su propio financiamiento, pero probablemente no esté listo antes de un año.

 

¿Qué factores amenazan los planes de conservación de Coiba?
La ley permite la práctica de la pesca en el área pero existe un plan pesquero que hay que implementar. También hay planes en tierra firme para el desarrollo de marinas que van a generar una presión muy fuerte hacia el parque y que son amenazas potenciales porque generan contaminación y ruido. Sin embargo, la mayor amenaza no viene de afuera del parque, sino de dentro. En Coiba todavía hay más de dos mil cabezas de ganado silvestre. Cuando el penal cerró las vacas se escaparon de los corrales y de hecho las únicas áreas que no se han recuperado todavía son las que tienen ganado. El ganado pisa los suelos, destruye los senderos y probablemente esté generando problemas con las especies exóticas porque está entrando en los bosques, además de que constituye un problema de seguridad para el visitante. Por lo tanto, el primer objetivo es sacar el ganado del parque.

 

¿Cómo se va a manejar el turismo y la presencia de visitantes?
Se está haciendo un plan de usos públicos con financiamiento adicional de la UNESCO. Como sitio patrimonial, la UNESCO incentiva el ecoturismo en el área, por lo que va a haber un manejo de visitantes importante. Ahora bien, el plan de manejo también busca que el parque sea autosostenible y eso no se logra con los fondos que da el gobierno, sino a través de tarifas de ingreso o cuotas que provienen de las visitas, pero estas tienen que darse de una forma ordenada y bien dirigida.

 

¿Cuál es el nivel de demanda que tiene Coiba desde el punto de vista turístico?
Como parte del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical ya hay iniciativas turísticas que están visitando los puntos del corredor a nivel regional. Localmente, Coiba es el área protegida que recibe más visitantes, entre siete mil y siete mil 500 personas al año, y más ingresos, casi un cuarto de millón de dólares, aunque se estima que podría generar 13 millones y medio de dólares al año, lo que sería suficiente para lograr su sostenibilidad. La ventaja es que el plan de manejo ha sido aprobado antes de que estas actividades despeguen del todo.