Alimentación España , León, Viernes, 07 de mayo de 2010 a las 16:21

Una nueva metodología permite la identificación más efectiva de un parásito intestinal que afecta a las ovejas

Veterinarios de la Universidad de León hallan tres indicadores bioquímicos de la carga parasitaria y mejoran el reconocimiento de la infestación

Antonio Martín/DICYT Entre el 80 y 100% de las explotaciones ganaderas de ovino en régimen de extensivo o semiextensivo están afectadas por nematodos gastrointestinales, unos tipos de parásitos que se alojan en el estómago de las ovejas y pueden afectar a su producción láctea. La relación directa con el medio natural alienta estas infestaciones. Unos de los parásitos más numerosos pertenecen a la familia de los tricostrongílidos, una especie de gusanos redondos de unos tres centímetros que okupan el intestino delgado y el cuajar del ganado ovino y caprino y vive a costa de su hospedador. A la hora de identificar a las ovejas infestadas, el veterinario tenía que recurrir a su experiencia personal para, a través de un examen visual, identificar los síntomas clínicos de la presencia de este indeseado visitante. Un grupo de investigadores de la Universidad de León han conseguido una nueva metodología que permitirá, a través de varios indicadores bioquímicos, la identificación más efectiva de la enfermedad.

 

Esta metodología parte de una investigación de los departamentos de Sanidad y Producción Animal para conocer los factores ambientales y genéticos de la oveja que pueden influir en la presencia del parásito. El trabajo ha demostrado la existencia de animales predispuestos genéticamente a resistir a los tricostrongílidos. "Sabemos que existen y hemos identificado regiones del genoma asociadas a esta resistencia", recuerda a DiCYT Juan José Arranz, uno de los coordinadores del estudio. Hay regiones del cromosoma que facilitan la inmunidad a estos nematodos intestinales en algunos especímenes. A pesar de conocimiento profundo del genoma de la oveja, no existía una forma efectiva para conocer si un ejemplar estaba o no efectivo. Los científicos de la Universidad de León han conseguido un método efectivo, publicado en la revista científica Animal.

 

De forma resumida, la metodología se basa en tres parámetros. El primero es el recuento de huevos del parásito en las heces del hospedador. "A través de una recogida de muestras de las heces y analizándolo al microscopio, es posible contar el número de huevos del nematodo y, por tanto, si una oveja alberga al parásito", explica Arranz. El segundo está relacionada con una proteína sanguínea denominada pepsinógeno. Los pepsinógenos se incrementan cuando existe un daño en el tejido digestivo, por lo que se puede deducir que algo lo está alterando. Los tricostrongílidos "literalmente chupan la sangre" de su hospedador en varias partes del aparato digestivo. El tercero es un recuento de anticuerpos denominados igA. "Mide la respuesta del organismo de la oveja ante la presencia de un parásito".

 

La nueva metodología es aplicable en los trabajos de campo de los veterinarios que analizan la salud de las explotaciones ganaderas ovinas, pero tiene sus inconvenientes. "Sabemos que es muy difícil identificar las heces de cada una de las ovejas", indica Arranz, que defiende la bondad del nuevo sistema: "Ahora se podrán realizar mediciones exactas".

 

Daños en el intestino

 

Hay que tener en cuenta que los tricostrongílidos afectan a la producción láctea de la oveja. Aunque raramente ocasionan la muerte de los rumiantes que los albergan, estos nematodos causan anemia y alteraciones digestivas, por lo que las ovejas tienen menos capacidad para producir leche que en un estado de salud plena, y, por lo tanto, un perjuicio económico a sus propietarios. Para combatir a estos parásitos se emplean actualmente fármacos antiparasitarios que cortan el ciclo de vida del nematodo, pero que tiene sus efectos secundarios: "al ser un producto químico, existe la posibilidad de que queden residuos en el organismo de la oveja y, a la larga, se pueden crear resistencias".

 

El trabajo de campo se realizó en casi 1.000 ovejas de cinco rebaños de ovejas churras de las provincias de León, Palencia, Segovia y Valladolid y contó con la colaboración de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Ovino de Raza Churra (denominada Anche), con sede en Palencia. La investigación forma parte de una colaboración internacional de los veterinarios de la Universidad de León con colegas de Francia, Italia y Reino Unido. Cada grupo trabajó con una raza de oveja autóctona productoras de carne o leche. Además de la oveja churra, se analizaron ejemplares de Scottish blackface, de lacaune (originarios del departamento de Tarn, sudeste de Francia) y de raza sarda. El trabajo conjunto contó con aproximadamente 1'5 millones de euros de financiación procedente del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).