Salud España , Salamanca, Martes, 15 de junio de 2010 a las 13:21

La fasciolosis humana alcanza el 80% de prevalencia en algunas regiones del mundo

La Fundaci贸n Areces premia una investigaci贸n sobre la enfermedad realizada en el Centro de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Salamanca

NLV/DICYT El pasado 16 de marzo la Fundación Ramón Areces hacía entrega de las Ayudas a la Investigación en Ciencias de la Vida y de la Materia, y una de las investigaciones respaldadas dentro de la convocatoria de enfermedades raras y emergentes fue la realizada sobre fasciola hepática que coordina Antonio Muro, director del Centro de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Salamanca (Cietus).

Según ha explicado a DICYT el investigador, la fasciolosis es una enfermedad producida por un parásito que se denomina fasciola hepática y que puede atacar tanto a personas como animales. La dolencia se puede catalogar como rara y emergente. En el caso de España se trataría como rara ya que en humanos existen muy pocos casos y estos se dan por ingestión de plantas comestibles como berros, lechugas o maruja infectadas por un caracol, llegando al hígado de quien las consume. En los animales es mucho más frecuente que en seres humanos ya que se alimentan de plantas herbáceas en las que predominan estos caracoles (metacercarias) produciendo, en muchos casos, una elevada mortalidad de vacas y rebaños de ovejas. La prevalencia de la fasciola en animales es mayor en la zona norte de la península, en torno a un 30%.

Fuera de nuestras fronteras esta enfermedad tiene la consideración de emergente y, en otros casos, endémica -la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en 17 millones las personas infectadas por esta enfermedad- ya que en algunas zonas del mundo animales y seres humanos conviven conjuntamente con las formas infectivas, es el caso del altiplano boliviano, donde existe una prevalencia de esta enfermedad de entre un 80 a un 90%, “es necesario un diagnóstico precoz, ya que sino la enfermedad se puede ir expandiendo si no se controla, además la fasciola no es una enfermedad tropical sino que se da a nivel mundial, porque en todos los países se ha detectado fasciolosis tanto humana como animal”, declara Antonio Muro coordinador del proyecto de investigación.

Esta investigación viene a continuar otras acciones iniciadas en los años 90, que permitieron conocer que en el parásito existen dos blancos de acción para desarrollar una vacuna contra él, por un lado este microorganismo produce unas enzimas que digieren las proteínas (proteasas) y “abren camino” al parásito hasta el hígado, y por otro lado la fasciola no sintetiza ácidos grasos propios (de novo) sino que adquiere los del hospedador, utilizando para ello moléculas trasportadoras llamadas FABPs (en inglés fatty-acid-binding proteins). Las investigaciones iniciales trabajaban con esas moléculas trasportadoras de forma recombinada, introduciendo secuencias de material genético no manipulado de otro tipo de moléculas y adyuvantes que conseguían que el sistema inmune funcionase mejor. La vacuna conseguida mediante esta técnica logró entre un 50 y un 60% de protección en ovejas.

La investigación actual propone que en la vacuna participe más de una molécula para asegurar un índice más elevado de protección frente a la enfermedad. Para ello se utilizan herramientas bioinformáticas y secuencias del genoma del parásito que ya están descifradas por otros laboratorios de diversas partes del mundo. Estas secuencias sirven para predecir qué genes pueden estar implicados en los mecanismos que el parásito tiene para adquirir protección. “Desconocemos el genoma completo de fasciola hepática y eso es un handicap que nos limita”, declara Muro. Hasta ahora se han descifrado del orden de unos 40- 50 péptidos, que se están caracterizando desde un punto de vista inmunológico para saber algunas de sus propiedades, como por ejemplo si poseen memoria inmunológica, o que a tipo de receptores celulares se unen; los péptidos sintetizados se combinan entre sí para obtener la mejor respuesta inmune, posteriormente se aplica a modelos de infección (roedores) para comprobar si existe o no protección. Esta vacuna también puede derivar, en un futuro, en una aplicación para las personas. “Primero debería de existir una buena protección en animales y vacunar a vacas masivamente solo con la vacuna recombinante para después, si es posible, vacunar a las personas en zonas endémicas” declara el investigador.

 

Enfermedades raras y enfermedades emergentes

Enfermedades raras, también llamadas huérfanas, son aquellas que aquejan a una minoría que tienen un origen genético y que implican peligro de muerte o de invalidez crónica. Su prevalencia es de menos de 5 casos por cada 10.000 habitantes. En la literatura médica se han descrito entre 6.000 y 7.000 enfermedades raras, y se estima entre 4.000 y 5.000 el número de ellas para las que no existe tratamiento curativo. También se ha comenzado a llamar así a enfermedades conocidas en cuanto a su orígenes que recientemente han adquirido carácter epidémico, mayor gravedad o extensión a regiones en las que antes no existían. En este grupo se incluye bacterias, virus y parásitos.