Ciencia Ecuador , Ecuador, Viernes, 03 de septiembre de 2010 a las 18:00

Científicos describen cinco especies nuevas de ranas arlequines en Ecuador, Colombia y Perú

Uno de los estudios concluye que pertenecen a seis especies, cinco de ellas nuevas para la ciencia

PUCE/DICYT Dos nuevos estudios publicados esta semana en la revista Zootaxa, una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, proveen análisis morfológicos y moleculares y las descripciones de poblaciones de ranas arlequines (género Atelopus) provenientes de los Andes del sur de Colombia, Ecuador y norte de Perú. Las ranas arlequines son conocidas por su belleza y colorido y porque producen en su piel algunas de las más potentes toxinas que se conocen en el reino animal. Estas substancias, conocidas como tetrodotoxinas, tienen potenciales usos medicinales. 

 

Uno de los estudios concluye que estas ranitas pertenecen a seis especies, cinco de las cuales son descritas como nuevas para la ciencia. El otro estudio, basado en el análisis de muestras de ADN obtenidas hace más de 30 años, revela las relaciones evolutivas entre estas ranas y añade otras especies que quedan a la espera de ser descritas.

 

Los científicos de la Universidad Católica del Ecuador, Universidad de Kansas y Escuela Politécnica Nacional publicaron los descubrimientos luego de no menos de tres décadas de investigaciones. Durante los años setenta y ochenta se hicieron los primeros hallazgos, en sendas expediciones a lo largo de los Andes. Más recientemente se completó el trabajo con secuencias del material genético para conocer sobre sus relaciones evolutivas. La Secretaría Nacional de Ciencia yTecnología del Ecuador apoyó la culminación de ambas publicaciones. Lamentablemente, estos descubrimientos salen a luz cuando ya es demasiado tarde, pues solo en Ecuador no menos de catorce especies de ranas arlequines estarían extintas (entre ellas las descritas como nuevas, el otrora abundante jambato Atelopus ignescens de los Andes de Ecuador y otras), las cuales habrían desaparecido del planeta a finales de los años ochenta y durante los noventa.

 

La declinación de anfibios en áreas aparentemente inalteradas y protegidas del Ecuador y el resto del mundo ha asombrado a la comunidad científica desde 1990,cuando se dieron las primeras alarmas sobre su disminución y desaparición. Tuvieron que pasar quince años para que la mayoría de científicos y conservacionistas reconozcan la realidad y magnitud del problema y para que en el 2005 se realice la Cumbre Mundial para la Conservación de los Anfibios. Esta última elaboró un plan de acción para buscar a los animales y contrarrestar estas extinciones. No obstante, cinco años después de la Cumbre, según el equipo de investigadores, "los resultados son desalentadores". A la fecha, se estima que cerca de un centenar de especies neotropicales de ranas arlequines habrían desaparecido.


Las acciones en los ámbitos científico, conservacionista y político han fracasado, y actualmente están muy lejos de ser exitosas, confiesa Luis Coloma líder del grupo de investigadores. Él añade: "la posible extinción de estas ranitas es una bofetada a científicos y conservacionistas; cientos de especies en el mundo han caído en el abismo de la extinción, sin que tengamos la capacidad de responder rápida y proactivamente. Las acciones prioritarias y medidas de conservación son retóricas".


Las extinciones de ranas arlequines (y otras ranas y sapos) están fuera de control y están exacerbadas por el cambio climático, enfermedades y un coctel de otros factores entre los que se destaca la destrucción del hábitat y contaminación. A ello se suma la permanente carencia de fondos para investigación y conservación en países como Ecuador y a la inmensa brecha entre la teoría y práctica en la biología de la conservación.
Entre los países megadiversos, Ecuador es el país con la mayor diversidad de anfibios en el mundo en relación a su tamaño. Alberga 484 especies y se presume que restan no menos de 200 más todavía por descubrir.


Lo positivo de los nuevos hallazgos es que la investigación aparece en un momento que hay gran preocupación mundial respecto al futuro de las ranas y sapos y se han puesto en marcha campañas para salvarlos. También se abren nuevos campos de investigación en torno a la conservación de los anfibios que todavía existen. Aunque los científicos no descartan el redescubrimiento de algunas de las especies posiblemente extintas, sus esfuerzos por ahora se concentran en dos especies sobrevivientes (aún no descritas) del sureste de Ecuador, una de la Cordillera del Cóndor y otra de las cercanías de Macas, y cuyo futuro es incierto ante la amenaza de las actividades mineras y agrícolas.


"Es urgente enfocar esfuerzos de conservación y manejo in situ y ex situ de las poblaciones relictuales, y que secontinúe con la búsqueda de otras especies que podrían todavía existir", dice Juan Manuel Guayasamin, otro de los investigadores del equipo de la PUCE. En tanto el reloj sigue su marcha, es necesario realizar acciones inmediatas para tratar de contrarrestar esta masiva extinción de los anfibios en el mundo y particularmente en países tan diversos como el Ecuador.


Coloma sostiene que "es una obligación ética el tratar de salvar de su inminente extinción a más de un centenar de especies ecuatorianas de ranas y sapos amenazados". Por ello, el Centro de Investigación y Conservación de los Anfibios de la PUCE (CICA) lidera la implementación del megaproyecto "Balsa de los Sapos:Investigación, manejo y conservación de los anfibios ecuatorianos en riesgo de extinción". Para la ejecución de este megaproyecto es necesario que el estado y sociedad civil adopten esta iniciativa como una causa nacional y apoyen su ejecución.