Alimentación Ecuador , Ecuador, Viernes, 15 de octubre de 2010 a las 11:55

El Parque Nacional de Yasuní, gran reserva de petróleo y de biodiversidad

El entorno alberga recursos no renovables tanto bajo el suelo como sobre el suelo, y además una gran diversidad de especies vegetales y animales aún por descubrir, por lo que su futuro está lleno de interrogantes

PUCE/DICYT El tema respecto a la explotación o no de las reservas de petróleo en el Yasuní, proyecto ITT (Ishpingo - Tambococha - Tiputini) debe ser tratado con mucha responsabilidad por parte de los distintos actores que tienen que ver con las políticas ambientales y petroleras del Estado, puesto que en el Oriente Ecuatoriano -y principalmente en el Parque Nacional Yasuní- existen ingentes recursos no renovables tanto bajo el suelo, como sobre el suelo. 

 

Tendemos a creer que el único recurso no renovable es el petróleo, y, ni siquiera nos damos cuenta del extraordinario recurso ambiental, también no renovable, que perderíamos al dar paso a la explotación petrolera en esta zona.


Recurso ambiental que tiene una relación directa con la mega diversidad de especies vegetales y animales aún por descubrirse. Dicho en otras palabras, la Amazonía -y más en concreto la zona del proyecto ITT- es un inmenso laboratorio de bosque primario para los científicos de todo el mundo; es un recurso que sigue contribuyendo con una fuente importante de agua dulce, debido a que mantiene una selva tupida y el equilibrio del ecosistema. Esta selva contribuye también a la purificación del aire del planeta al captar el anhídrido carbónico (CO2) emitido por los automóviles e industria, para luego ser transformado en oxígeno (O2); constituye el hábitat de una formidable variedad de especies, lo cual es condición vital para un turismo ecológico especializado; y, por último, aporta un grano de arena al equilibrio climático de la región amazónica, y por ende del planeta.


Adicionalmente, en el parque Yasuní habita el pueblo indígena huaorani y sus tribus ancestrales no contactadas de los tagaeri y los taromenane, quienes viven en comunión con la naturaleza y son habitantes de esta parte del planeta, ahora en controversia y en conflicto de intereses por la llamada civilización.


En este punto, caben las siguientes interrogantes: ¿dónde está el respeto por el ser humano y el derecho a la vida?, ¿dónde queda el buen vivir que promulga el Estado?, ¿qué parte de la Constitución del Estado no entendemos acerca de las áreas protegidas?. En la coyuntura actual, ¿cuál es el principal objetivo del Estado en el ámbito internacional respecto del parque Yasuní, económico o ambiental?, ¿qué destino nos espera, si ya tenemos ejemplos de los efectos producidos por la industria petrolera?, ¿qué se ha hecho por el juicio planteado a la multinacional Chevron-Texaco por los derrames de petróleo en la Amazonía Ecuatoriana?; se dice que "el petróleo es de los ecuatorianos". Me pregunto, ¿la selva también es de los ecuatorianos, o, acaso en ella no viven también ecuatorianos? ¿o porque son indígenas y en un pequeñísimo número, simplemente no se los debe considerar?


En la coyuntura actual, la inminente explotación de las reservas de petróleo que se hallan en el parque Yasuní, versus la negociación que se está realizando con países interesados en conservar esta parte de la selva de la Amazonía Ecuatoriana, constituye un doble discurso, debido al conflicto de intereses, donde el Estado y las petroleras son los principales protagonistas, y los ecuatorianos "dueños del petróleo y de la selva" simples espectadores.


Es hora de asumir una responsabilidad política y técnica frente a esta problemática. Más aún sabiendo que la toma de decisiones mal hechas pone en riesgo a ambos recursos no renovables, el ambiental y el petrolero. Basta con darse cuenta del cambio que se está dando en Lago Agrio, El Coca, Shushufindi y Sacha, ciudades que han crecido en torno a la industria petrolera, la cual requiere de carreteras, que al ser construidas, se vuelven detonante y punto de partida para un sinnúmero de fenómenos problemáticos con son: la colonización, la deforestación por la voracidad económica de los madereros, las matanzas de indígenas aborígenes que se generan por conflictos de intereses, la agroindustria, el contrabando de especies animales y de madera, la perdida de la identidad cultural, las plantaciones de coca por la vecindad a Colombia, esa pseudosolución a ellas que son las fumigaciones, sus laboratorios, el narcotráfico; la contaminación al suelo y al agua producido por los derrames de petróleo, la contaminación al aire, la contaminación por ruido; y tantos otros más. Esta apreciación no es pesimista ni ambientalmente infantil, se trata de una realidad que está siendo vivida dolorosamente por el Ecuador.


El enfoque de la negociación para obtener recursos económicos de países que tienen asignaciones especiales para la conservación de la naturaleza, no se lo están encauzando de una forma técnica, pues no se ha valorado el aporte económico que suministran los bosques húmedos tropicales al captar miles de toneladas de CO2 que, sobre todo los países industrializados, exhalan a diario a nivel mundial, tema que tiene que ver con la Economía ambiental y que nada se ha dicho al respecto. No visualizamos el potencial que tenemos al disponer de una megaindustria purificadora del Aire, gratis y todo el tiempo, la cual contribuye al equilibrio climático mundial, actualmente muy desestabilizado.

 

Cambio climático


Con el calentamiento global de la Tierra, los países que todavía disponen de bosques húmedos tropicales como el Ecuador, deben sacar provecho de este poder de la naturaleza, sabiendo venderlo, y no ir al exterior para pedir fondos a manera de favor o limosna, y peor aún amenazar con que vamos a explotar la riqueza del subsuelo. No sólo el petróleo tiene su precio y valor financiero, ahora también lo tiene la preservación de la naturaleza, la cual sobre todo a corto mediano y largo plazo pasa la factura al planeta.


Una cosa es hablar del Yasuní y su reserva de petróleo, y otra cosa es apreciar la Reserva de la Biosfera del Yasuní, la cual ha tardado de miles a millones de años en formarse. Por más tecnología de punta a utilizarse en la explotación de petróleo, siempre habrá un importante impacto ambiental irreversible, peor aún en una zona tan frágil. Es un deber de ecuatorianos, y simplemente de seres humanos, tomar conciencia e intervenir en este tema, para que tenga un desenlace técnico y de máximo beneficio en el más largo plazo.