Ciencias Sociales España , Valladolid, Viernes, 11 de marzo de 2005 a las 13:45

La microbiología forense, al servicio de la lucha contra el bioterrorismo

Marta Domínguez, farmacéutica del Servicio de Microbiología del Hospital Clínico, imparte esta tarde una charla en el Museo de la Ciencia

BGA/DICYT El Museo de la Ciencia de Valladolid acoge esta tarde, a partir de las 19:30 horas, una charla sobre bioterrorismo a cargo de la farmacéutica del Servicio de Microbiología del Hospital Clínico Marta Domínguez, quien abordará este problema desde el punto de vista de la microbiología forense.

La conferencia se incluye dentro de las actividades complementarias a la exposición Los sentidos del crimen que la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses ha cedido para que pueda ser visitada en las instalaciones vallisoletanas hasta el próximo día 8 de abril.

En declaraciones a DICYT, Marta Domínguez ha explicado cómo en los últimos años se han multiplicado las publicaciones en revistas médicas especializadas de artículos relacionados con el bioterrorismo, que el origen de la lucha contra este tipo de ataques está en la microbiología forense practicada en Estados Unidos. Sin embargo, la experta aboga porque esta ciencia se empleé de manera más amplia ya que, según indica, “tiene más utilidades que esa”, y en España se está utilizando ya para solucionar casos de agresiones sexuales o incluso de muerte súbita en bebes.

Según explica Marta Domínguez, la microbiología forense permite conocer exactamente datos de posibles agentes infecciosos que intervienen en una agresión sexual, o también los que intervienen en muertes de bebes, ya que se estima que el 40% de las muertes calificadas como muerte súbita son en realidad causadas por algún tipo de agente infeccioso.

Marta Domínguez señala que, pese a haberse producido pocas muertes como resultado de atentados bioterroristas, la alarma social ha sido elevada, al igual que el número de estudios realizados en conexión con este tipo de agentes infecciosos, y apunta en este sentido, que los más empleados hasta ahora son agentes portadores de la viruela, ántrax, botulismo, fiebres hemorrágicas y peste.

La farmacéutica califica a estos agentes como “las armas de destrucción masiva de los pobres”, ya que según explica se trata de elementos baratos y fáciles de crear que tienen un gran poder destructivo. Según su opinión, existen ya protocolos de actuación en casi todas las administraciones que previenen y establecen lo que debe hacerse en caso de un ataque de este tipo y apunta que un modo de detectarlo es teniendo en cuenta incrementos inusuales en número de enfermos por estas dolencias que no se encuentren en lo que se conoce como grupos de riesgo, o detectando la aparición de enfermedades con patrones de comportamiento no habituales.