Alimentación Costa Rica , Costa Rica, Miércoles, 24 de abril de 2013 a las 10:17

Pasión y ciencia bajo cero

Marino Protti, científico del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica, describe su estancia en la estación científica McMurdo en la Antártida

UNA/DICYT “Mi refugio para la nieve fue una trinchera de unos 40 centímetros de ancho en la superficie, unos 180 centímetros de largo y 1’5 metros de profundidad. En el fondo el ancho era de unos 80 centímetros. La llamé mi “fosa mortuoria”; el techo eran bloques de hielo que caían de un lado a otro y formaban un techo tipo catedral”. En la parte superior la coroné con la bandera (pabellón) de Costa Rica”. De esta forma Marino Protti, científico del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica, de la Universidad Nacional (OVSICORI-UNA), empieza a describir parte de lo que sería su estancia durante un mes en la estación científica McMurdo en la Antártida y luego en el interior del continente helado.

 

El amplio conocimiento de Protti de la zona de subducción en la península de Nicoya y la recomendación de la investigadora Susan Schwartz de la Universidad de California, llevó al científico costarricense a ser considerado para participar en el proyecto WISSARD, expedición que se encargó de estudiar el lago subglacial Whillans, entre el 7 de enero y el 8 de febrero del 2013.

 

“Era una planicie blanca, limpia e interminable. No existían puntos de referencia para la navegación porque el horizonte era precisamente eso: horizontal y monótono. Por casi tres cuartas partes de la travesía flotábamos sobre un paisaje que remembraba algunos episodios de la serie Perdidos en el Espacio”, anota Protti en la bitácora de durante su estadía.

 

Desplazamiento glacial

 

Agregó que el objetivo de la expedición consistió en perforar 800 metros del casquete de hielo hasta llegar al lago subglacial Whillans, con el fin de analizar la química del agua y verificar si existen vestigios de vida. Destacó que todo el instrumental que ingresó al pozo era lavado con agua oxigenada y antes de entrar al pozo pasaban por una radiación intensa ultravioleta; incluso las personas que estaban cerca del lugar debían utilizar trajes especiales para evitar la contaminación y la exposición a esa radiación.

 

“En el campamento WISSARD las cosas van bien, pero lento porque esto último lo deben hacer ‘despacio y con buena letra’. No se ha penetrado el lago aún y no se hará hasta que no tengan todo bien controlado y que el hueco esté en las mejores condiciones para bajar las cámaras, muestreadores e instrumentación. Por ahora seguir esperando”, relató Protti en su bitácora.

 

El trabajo geofísico de Protti consistió en la instalación de una serie de estaciones sismológicas, con el fin de medir el desplazamiento del glaciar, ya que el contacto del glacial con la roca sería como la analogía de una zona de subducción, similar a la de Costa Rica cuando la placa tectónica Coco se introduce en la Caribe y produce los temblores.

 

“En la península de Nicoya registramos desplazamientos de 2 a 3 centímetros por año durante el período intersísmico y hasta 60 centímetros como desplazamiento cosísmico durante el terremoto de Nicoya del 5 de septiembre. Las estaciones que visitamos en esta plataforma helada de Ross se mueven, como parte de esa masa de hielo, casi 400 m por año. Los 60 centímetros que registramos en Nicoya cada 50 años aquí ocurren dos veces por día”, destacó Protti en su crónica.

 

Al final de dos años esta información recabada servirá para comprender mejor los procesos físicos en la zona de subducción y cómo se daría la liberación y el desplazamiento a lo largo de la falla.