Alimentación Costa Rica , Guanacaste, Miércoles, 05 de marzo de 2014 a las 09:59

Crearán un mapa de las zonas de mayor grado de peligrosidad por ataques de cocodrilos

Se centrará en las comunidades aledañas al río Tempisque, Guanacaste (Costa Rica)

UNA/DICYT Su tamaño puede alcanzar hasta los cinco metros de largo y su peso unos 500 kilogramos. Hace 40 años una intensa sobreexplotación sumada a la pérdida de su hábitat, el crecimiento demográfico, el avance la frontera agrícola, la presión urbana y la fragmentación de las áreas silvestres casi lo llevan a la desaparición de la especie; hoy gracias a las acciones por su protección, el cocodrilo americano (Crocodylus acutus) es el dueño del río Tempisque.


Pese a estos factores, tanto en el Gran Humedal Tempisque como en la desembocadura del río y sus afluentes, las poblaciones de cocodrilos lejos de disminuir se han triplicado durante los últimos años; situación que podría aumentar la probabilidad de ocurrencia de incidentes con consecuencias fatales.


De cerca


Ante esta realidad, Alejandro Durán Apuy e Iván Sandoval Hernández, académicos de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), desarrollaron el proyecto “Caracterización del paisaje del hábitat del cocodrilo (Crocodylus acutus), para la identificación de zonas con riesgo de ataques a las comunidades aledañas al río Tempisque, Guanacaste, Costa Rica”, con la finalidad de elaborar un mapa de las zonas de mayor grado de peligrosidad y así tratar de disminuir los incidentes por ataques de cocodrilos.


Durante la fase de diagnóstico, los investigadores determinaron la percepción y el conocimiento de las comunidades en relación a la biología del cocodrilo y al incremento del número de animales reportado por expertos. Para esto, se incluyeron 11 comunidades Guardia, Hotel, Palmira, Comunidad, Bebedero, El Hotel, La Guinea, Río Cañas, Filadelfia, Ortega y Belén.


“Los resultados demuestran que actividades tales como la recreación y la pesca artesanal son practicadas frecuentemente por niños y niñas, jóvenes y adultos, sobre todo en aquellas localidades más cercanas al río; esto a pesar de que el 70 por ciento de las personas consultadas reconoce que dichas actividades revisten un posible enfrentamiento con los cocodrilos. Un 55 por ciento considera que efectivamente el número de estos reptiles ha aumentado en los últimos años, detalló Sandoval.


Al preguntarles: ¿por qué se producen ataques de cocodrilos?, más de la mitad de las personas consultadas asocian los incidentes a la idea de que estos son animales agresivos; muy pocos logran relacionar que pueden actuar en defensa de su territorio o de sus crías, aunque sí mencionan que la mejor forma de evitar situaciones de riesgo es no acercarse al río.


“Es importante resaltar la falta de información disponible sobre los estudios de cocodrilos en general, sobre los riesgos y precauciones que se deben tomar ante su presencia, tanto en las márgenes como en el cauce del río; no obstante, los encuestados manifestaron gran anuencia a recibir información, participar en talleres informativos y en foros de discusión, con la finalidad de conocer más acerca de cómo lograr convivir en equilibrio con el reptil”, explicó Durán.


Para la siguiente etapa del proyecto, se trabaja en conjunto con el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) en el desarrollo de talleres de educación ambiental con estudiantes de escuelas de la zona, que están siendo implementados actualmente, con la finalidad de transmitir los resultados obtenidos en esta investigación.

 

 

 

El cocodrilo americano
Esta especie se encuentra entre las más grandes del mundo; puede alcanzar hasta seis metros de longitud y pesar hasta 900 kilos. Es carnívoro y puede vivir en libertad hasta 70 años. Su dieta se compone principalmente de pequeños mamíferos, pájaros, peces, cangrejos, insectos, caracoles, ranas y, ocasionalmente, carroña. Se distingue de su primo, el caimán americano, por su morro más alargado y fino, su color más claro y los dos largos dientes de la mandíbula inferior que sobresalen cuando tiene la boca cerrada. Pese a reportes de ataques a personas, principalmente por invasión de su territorio o defensa de sus crías, lo más probable es que huyan de los seres humanos. Se considera especie en peligro en casi todas las regiones de América del Norte, Central y del Sur.