Ciencia España , Salamanca, Lunes, 06 de junio de 2016 a las 14:49

La edición de genes es un nuevo reto para la ética y para el derecho

El congreso ‘BIO.IBEROAMÉRICA 2016’ aborda los desafíos legales y éticos que suponen las nuevas técnicas de ingeniería genética

JPA/DICYT La biotecnología no sólo agrupa diversas materias científicas, sino que tiene repercusiones en todas las áreas del conocimiento humano, tal y como se ha puesto hoy de manifiesto en el primer Congreso Iberoamericano de Biotecnología ‘BIO.IBEROAMÉRICA 2016. Biotecnología Integrando Continentes’, que se celebra en Salamanca. Carlos María Romeo Casabona, director de la Cátedra Universitaria Fundación BBVA-Diputación Foral de Vizcaya de Derecho y Genoma Humano de las universidades de Deusto y del País Vasco, ha analizado una cuestión de máxima actualidad, la edición de genes desde el punto de vista de la ética y el derecho.


Recientemente, una técnica conocida como CRISPR ha hecho posible la edición del genoma. La controversia llega ante la posibilidad de que se pueda interferir en la dotación genética de un ser vivo, especialmente, en el caso del ser humano. “Hay que tener en cuenta que si la modificación se hace en la línea germinal, el cambio no afectaría a un solo individuo, sino que se perpetuaría a lo largo de las generaciones”, destaca el experto, “es modificar la especie humana y, si se hace con fines terapéuticos, parece que todos podemos estar de acuerdo, pero también podría servir para perfeccionar rasgos y esto es una cuestión muy diferente”.


Ahí surge el debate: ¿hasta qué punto debe ser permitido? En general, predomina una “opinión favorable, pero con reservas”. Distintas corrientes de pensamiento dan respuestas muy variadas, algunos se oponen frontalmente, otros creen que se debe permitir en algunos casos e incluso existe quien defiende que la mejora de la especie humana es “una obligación moral”.


Los investigadores afirman que la nueva técnica es sencilla y segura, pero “el genoma no es un rompecabezas, los científicos saben que si quitan una pieza y ponen otra, puede haber interferencias en el conjunto del genoma”, así que la cuestión de la seguridad también está sobre la mesa.


En opinión de Carlos Romeo, resolver esta cuestión no es un problema urgente, puesto que hoy en día para tener hijos libres de enfermedades existen muchas posibilidades dentro de las técnicas de reproducción asistida. Además, mientras se resuelven las cuestiones éticas, “debemos tomar los referentes que ya tenemos”, asegura. Por ejemplo, cuando en los años 90 surgió la posibilidad de clonar seres vivos, las preguntas eran completamente nuevas, pero ahora el debate sobre la edición del genoma tiene tantos puntos en común que se puede construir sobre reflexiones anteriores.

 

Patentar genes


Otra vertiente polémica de la edición de genes es cómo proteger las novedades en biología. “Los descubrimientos tienen escasa protección jurídica, si alguien descubre una estrella, no la puede patentar, pero si alguien inventa algo, sí. El problema de la edición de genes es que se sitúa en la frontera entre descubrimiento e invento”, comenta. La posibilidad de patentar la propia técnica CRISPR ha suscitado debates jurídicos en Estados Unidos. También aquí hay precedentes, como el intento de patentar genes del cáncer de mama con fines diagnósticos. Sin embargo, la ingeniería genética es “algo distinto, no existe en la naturaleza, es algo nuevo y puede tener las características de un invento”, afirma Romeo, que es miembro del Comité de Bioética de España.

 

La salud, protagonista en el congreso


Por otra parte, la jornada de hoy en BIO.IBEROAMÉRICA 2016 comenzó con la conferencia plenaria de Mark Sliwkowski, científico de la compañía Genentech que ha desarrollado algunos de los anticuerpos monoclonales más importantes de hoy en día, aprobados para su tratamiento en cáncer de mama HER2-positivo. Este investigador cuenta más de 30 patentes y más de 100 publicaciones.


Asimismo, en el área biomédica destacó la ponencia de Raquel Barros de la Universidad de Lisboa (Portugal), ingeniera química que trabaja en separación de productos biológicos. “Nos centramos en la purificación de anticuerpos a través de varias técnicas”, comentó. “Intentamos encontrar procesos alternativos y más baratos que los que se utilizan hoy en día para obtener anticuerpos, que son proteínas terapéuticas que sirven para luchar contra enfermedades como el cáncer, el alzhéimer y muchas otras dolencias crónicas”.


Hoy en día, para obtener anticuerpos se emplea una plataforma de cromatografía que resulta muy cara. Conseguir un proceso más económico resultaría fundamental para caminar hacia un acceso más universal a la medicina. En la actualidad, Barros trabaja en un proyecto europeo junto con dos empresas españolas, y tiene otras colaboraciones con científicos de México y Chile.

 

Plantas que serán “biofábricas”


Introducir mejoras en la agricultura es otro de los grandes temas que se abordan en BIO.IBEROAMÉRICA 2016. “En un primer momento, el objetivo principal de la biotecnología es aumentar el rendimiento del campo y eso significa tener plantas con menos enfermedades y mayor productividad, pero ya estamos trabajando en una segunda generación de aplicaciones, que serían plantas y animales con propiedades específicas, por ejemplo, maíz con mayores cantidades de aminoácidos”, explicó Lourdes Cabral, investigadora de EMBRAPA, institución brasileña dedicada a las ciencias agrarias.

 

Un tercer paso será que las plantas se comporten como “biofábricas”, que produzcan sustancias específicas con aplicaciones farmacéuticas y energéticas. “Si pensamos en el consumidor, los seres vivos están trabajando por nosotros, produciendo cosas nuevas”. La enorme biodiversidad brasileña es fundamental para abordar este tipo de investigación, puesto que en ocasiones estas mejoras biotecnológicas están basadas en incorporar a una determinada planta características de otra especie. Gracias a ello, “la soja se puede plantar en lugares donde antes no era posible” y Brasil se ha convertido en una potencia exportadora de este producto.

 

En la misma línea de biotecnología en el campo de la agricultura, el español Roberto Solano es protagonista de otra de las conferencias plenarias. Este investigador del Centro Nacional de Biotecnología de Madrid, perteneciente al CSIC, es uno de los científicos más citados de los últimos años en el campo de las ciencias agrarias. Su campo de trabajo son los jasmonatos, hormonas vegetales que ayudan a las plantas a protegerse de peligros como hongos e insectos y que tienen numerosas aplicaciones biotecnológicas.