Alimentación Venezuela , Venezuela, Viernes, 02 de septiembre de 2016 a las 11:35

El turismo amenaza "El Mundo Perdido" de Arthur Conan Doyle

La presencia de plantas invasoras y aguas contaminadas en la cima del tepui Roraima (Venezuela-Guyana-Brasil) son los primeros signos del impacto de la actividad humana en una zona que hasta ahora se había mantenido inalterada

ICTJA/DICYT Las cimas de la montañas del Escudo de la Guayana eran hasta ahora uno de los pocos ambientes vírgenes que quedaban en el planeta. La forma de estas montañas, mesetas tabulares delimitadas por altos acantilados conocidas cómo tepuis, había favorecido el aislamiento de las comunidades naturales en su parte superior.

 

Tan aisladas estan sus cimas que el escritor Arthur Conan Doyle ambientó su novela "El Mundo Perdido" en el tepui Roraima (compartido por Venezuela, Guyana y Brasil), uno de los pocos a los que aún se permite el acceso de los turistas. Para los científicos estas mesetas son auténticos laboratorios naturales para estudiar el origen y la evolución de las biotas y ecosistemas neotropicales.

 

Pero estos biomas están ahora en peligro, amenazados por la cada vez más intensa actividad humana, sobretodo la derivada del turismo, según alertan los investigadores Valentí Rull del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC) y Teresa Vegas-Vilarrúbia y Elisabet Safont del departamento de Biologia Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universitat de Barcelona (UB) en un artículo publicado en la revista "Diversity and Distributions".

 

Los científicos proponen en su trabajo buscar las soluciones adecuadas e implementar una regulación específica ante lo que consideran las primeras señales del impacto de la acción del hombre sobre los ecosistemas de la cima del tepui Roraima: la presencia de plantas invasoras y aguas contaminadas por bacterias fecales de orígen humano.

 

Los autores del presente estudio recuerdan que en una investigación anterior ya identificaron hasta 13 plantas carácter exótico introducidas por el hombre en la parte superior del Roraima. Entre ellas, dos especies vegetales conocidas por su capacidad invasora: las gramíneas Polypogon elongatus y Poa annua.

 

Los autores señalan que hasta ahora "las poblaciones de la Polypogon elongatus eran pequeñas y localizadas, pero ya empieza a mostrar patrones de comportamiento y crecimiento para ser considerada una planta invasora".

 

Los investigadores explican que "las semillas de estas especies pueden ser transportadas por el viento, el agua o los animales, así que el riesgo de colonizar otros tepuis es alto" y consideran que "las consecuencias podrían ser devastadoras para la flora y la vegetación de estas formaciones montañosas".

 

El artículo señala además que investigaciones en curso ya han detectado diferentes bacterias en las aguas que discurren por la cima del Roraima, entre ellas Helicobacter pylori, presente en el sistema intestinal humano y causante de, por ejemplo, gastritis y otras enfermedades, incluidos algunos tipos de cáncer.

 

Los autores atribuyen la presencia de esta bacteria a los turistas que visitan el tepui ya que las muestras de agua contaminada se recogieron en las inmediaciones de los campamentos para los visitantes habilitados en la cima de la montaña. "Estas bacterias pueden seguir el curso del agua hasta las tierras bajas y el Roraima se convertiría en un foco de infección en una región en la que la prevalencia de Helicobacter pylori es baja, tan solo de un 11%", avisan los autores.

 

Valentí Rull y su equipo proponen una iniciativa de carácter internacional que asegure la conservación de la zona y sugieren aprovechar la infraestructura que proporciona el Fondo para la Protección de la Guayana (GSF por sus siglas en inglés), un organismo en el que estan representados Brasil, Colombia, la Guayana Francesa, Guayana, Surinam y Venezuela.

 

Los autores señalan que "la zona de los tepui ya está definida por el GSF cómo un área de alta proridad de conservación, ahora es necesario pasar de forma urgente a la acción y tomar las medidas adecuadas para conservar la biodiversidad". También consideran que el "GSF es una herramienta válida porqué puede aportar los fondos necesarios para aplicar la legislación vigente en materia de conservación en una zona donde, sin los recursos adecuados, es imposible velar de forma efectiva por su cumplimiento."

 

Valentí Rull reconoce que "aún se está a tiempo de revertir esta situación" pero avisa que "es necesario actuar con urgencia, de lo contrario las amenazas que ahora son incipientes se volverán incontrolables.Si esto ocurre, estamos en peligro de perder uno de los pocos biomas todavía vírgenes que quedan en el planeta."