Alimentación México , Baja California Sur, Jueves, 29 de septiembre de 2016 a las 09:50

Estudian peces crípticos en arrecifes artificiales

Son especies que, por su tamaño reducido, comportamiento, ubicación y mimetización con el hábitat, dificultan su identificación y cuantificación

AGENCIA INFORMATIVA CONACYT/DICYT El egresado del doctorado en ciencias marinas y costeras de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), Juan Alfredo Zayas Álvarez, realizó un estudio sobre la evolución del ecosistema y diversidad de peces crípticos en arrecifes artificiales cerrados.

 

La investigación tuvo por objetivo analizar la estructura comunitaria, la selección de hábitat y el efecto que tiene la profundidad en la diversidad y riqueza de peces crípticos en los arrecifes artificiales e identificar el flujo energético que tienen estos peces hacia la cadena alimenticia.

 

“Los resultados indicaron que la profundidad es un factor importante para estas comunidades de pequeños peces; entre mayor profundidad, mayor fue la riqueza de especies que se encontró. Descubrimos que los peces crípticos no tienen preferencia por algún tipo de sustrato (como roca, dedo de coral y concha nácar); especies como la Scorpaenodes xyris solo buscan dónde resguardarse. Además identificamos que la comunidad de peces crípticos tiene un flujo de energía importante hacia los niveles tróficos altos”, mencionó Zayas Álvarez.

 

Durante el periodo de un año se registraron veintidós especies de peces con características crípticas, como Mycteroperca rosacea, Paralabrax maculatofasciatus y Scorpaenodes xyris, las cuales fueron catalogados como especies dominantes dentro de los ecosistemas artificiales.

 

“La gran mayoría de los peces arrecifales presenta particularidades crípticas, como un tamaño reducido y la capacidad de mimetizarse con el ambiente en alguna etapa de su vida. Estas características dificultan observarlos y contabilizarlos. De ahí la importancia de estudiar estas comunidades”, señaló Zayas Álvarez.


Arrecifes artificiales

 

Para la investigación, se utilizaron treinta y seis módulos que fungieron como arrecifes artificiales, cada uno compuesto por cinco cajas tipo Nestier, las cuales poseen una serie de orificios de aproximadamente un centímetro que permite a los pequeños peces entrar y resguardarse.

 

Se desplegaron cuatro series de nueve módulos, cada una de estas series con diferentes sustratos: roca, concha nácar, dedos de coral y una serie sin ningún sustrato. A su vez, cada serie se dividió e instaló en tres diferentes profundidades: tres metros, cinco metros y ocho metros.

 

“Estas profundidades se seleccionaron porque en el hábitat natural, entre un metro y tres metros, en la zona en donde instalamos el sistema existen muchas cabezas de coral, a cinco metros pensamos que iba a ser una zona de transición, porque a ocho metros solamente se encuentran paredes rocosas”, explicó Zayas Álvarez.

 

Una de las hipótesis era que los peces que habitan en sustratos de coral de forma natural llegarían a los módulos artificiales sumergidos a tres metros, porque los módulos proveían de una profundidad similar a las condiciones reales, y de la misma forma para las especies que habitan en ecosistemas rocosos naturales de ocho metros de profundidad.

 

Otra hipótesis era que los peces tienen preferencia por un tipo de sustrato; sin embargo, se encontraron las mismas especies en los diferentes tipos de sedimento e incluso en los módulos sin sedimentos.

 

“La profundidad crea un efecto fuerte en la diversidad y riqueza de especies, las cuales son parte importante en la alimentación de otros peces más altos en la cadena trófica. A tres metros había una riqueza de nueve especies; a cinco metros, de once, y a ocho metros, una riqueza de quince especies, por ejemplo. Estos peces cuando son pequeñitos solo buscan protegerse de otros depredadores, sin mostrar una preferencia por los sustratos”, detalló Zayas Álvarez.


Valor comercial

 

La investigación tiene potenciales aplicaciones para la restauración y conservación de hábitats impactados por la sobrepesca y tráfico marino, para la recuperación de pesquerías y, particularmente, para el cultivo y comercialización de peces para acuarios de forma sustentable.

 

De acuerdo con esta actividad, el investigador destacó que entre las principales especies de peces crípticos comerciales están el Scorpaenodes xyris y el Elacatinus puncticulatus, de los cuales su valor oscila entre 10 y 20 dólares por espécimen.

 

“Una parte importante de la investigación era conocer en qué época del año encuentras más de estos organismos y cuántos puedes encontrar, para tener un mejor manejo de la población de estas especies. El objetivo era tener un control y captura natural sin dañar arrecifes naturales”, finalizó Zayas Álvarez.