Alimentación Argentina , Argentina, Martes, 11 de octubre de 2016 a las 15:47

Más de la mitad de los pingüinos del mundo está en peligro de extinción

Así se dio a conocer en el 9º Congreso Mundial de Pingüinos celebrado en septiembre en Sudáfrica

CONICET/DICYT El 55 por ciento de la población de pingüinos del mundo –que en total son alrededor de 21 millones- se encuentra en peligro de extinción. Así lo determinaron los especialistas en la materia que se reunieron, del 5 al 9 de septiembre pasado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en el marco del 9º Congreso Mundial de Pingüinos, que se realiza cada tres años. De acuerdo a la visión de los expertos, muchas de las 18 especies de pingüinos que habitan en el mundo están siendo seriamente afectados por la polución, mal manejo de pesquerías comerciales, contaminación marina y cambio climático.

 

De todos modos la cifra, aunque alarmante, enciende la esperanza de que la conciencia conservacionista se expanda y comience a dar frutos concretos: “En 2008, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UCIN) difundió que el 60 por ciento de las especies de pingüinos del mundo estaban en peligro de extinción. Ocho años después, la cifra bajó un cinco por ciento. Eso nos da aliento”, explicó en este sentido el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que trabaja en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), Dr. Pablo García Borboroglu y participó del mencionado congreso brindando un “Taller de evaluación del estado de conservación de las 18 especies de pingüinos del mundo”. La actividad se desprendió de la reciente publicación que el investigador editó, un libro que compendia la actualidad de todo el material científico disponible sobre la totalidad de las especies de pingüinos del mundo, de un modo didáctico y para todo público .

 

“La buena noticia es que dos especies de pingüinos, los Adelies –especie que habita en la Antártida- y Gentoos –oriundos de las islas australianas-, están mucho mejor que hace tres años atrás”, agregó Borboroglu, que además es presidente de la Global Penguin Society. “Eso tiene que ver –agregó- con el efecto positivo de que se hayan propagado las áreas marinas protegidas en el mundo, por ejemplo, la Reserva Marina Punta Tombo, declarada por Argentina en 2015”.

 

 

 

Asesor científico de Disney

 

No hay ni que decirlo: los pingüinos son de las especies más carismáticas. Películas como La Marcha de los Pingüinos, Happy Feet o la de Los pingüinos de Magadascar, son algunos ejemplos de su popularidad extendida, más aún, desde 2005, los pingüinos son los protagonistas de un videojuego con cien millones de jugadores en el mundo, producido por Disney. Pero más allá de sus grandes éxitos de taquilla, desde hace tiempo, el investigador del CONICET, Dr. Pablo García Borboroglu, sentía que faltaba un trabajo serio que compilara la información científica disponible sobre el estado de conservación de las dieciocho familias de pingüinos que viven en el mundo. “Siempre que íbamos al Congreso Internacional de Pingüinos, que se hace cada tres años –recuerda-, era como un lamento científico muy bien documentado, y no se salía de ahí. Así que pensé: `Hay que hacer algo más, no nos podemos quedar solo con el paper bonito que reporta el problema`”. El resultado de ese ímpetu fue Pinguinos. Historia natural y conservación, un compendio de artículos firmados por expertos mundiales en la materia publicado por Vazquez Mazzini Editores y editado junto a la bióloga Dee Boersma, que ganó este año el premio al Mejor Libro Editado en Argentina, otorgado por la Cámara Argentina de Publicaciones. Actualmente, el libro está siendo traducido al japonés.

 

El trabajo reúne el trabajo de 49 especialistas de doce países de Sudáfrica, Sudamérica, Australia y Nueva Zelanda. Refleja el frágil estado de conservación de la mayoría de los pingüinos que habitan el planeta: desde el majestuoso pingüino emperador de la Antártida, el pequeño pingüino azul de Nueva Zelanda y Australia, el pingüino penacho amarillo del norte habitante del océano Atlántico Sur y el Índico, hasta el pingüino de Galápagos en el Ecuador, incluyendo desde cuestiones básicas, descripción, plumaje, mapas sobre la ubicación y tamaño relativo de las colonias del mundo, taxonomía, distribución mundial, resumen de tendencias mundiales –si sube o declina la población-, estado de conservación y marco legal. Todo descripto de un modo ameno, apto tanto para científicos como para público en general.

 

Pero comencemos con algunos datos básicos del objeto de estudio al que Borboroglu se dedica desde 1989: los pingüinos se encuentran solo en el hemisferio Sur. No vuelan. Nada y caminan erguidos, como nosotros. Viven en el agua y también en la tierra. En colonias. Pueden vivir hasta 35 años. Nadan 16 mil kilómetros al año, un promedio de 170 kilómetros al día. Miden 45 centímetros. “Son unos fenómenos”, dice Borboroglu, que detecta los inicios de su pasión por los pingüinos desde que era muy pequeño y su abuelo, inmigrante él, le contaba de las colonias de pingüinos que había visto cuando llegó a Argentina en barco. “Había llegado al sur, pero para mí era como si me hablara de Madagascar, eso me quedó en la cabeza. Yo cuando terminé la secundaria quería ser embajador, estudié idiomas y Derecho en Mar del Plata, mi ciudad natal, pero después abandoné y me fui a vivir a Puerto Madryn. Ahí me enteré que por año morían 40 mil pingüinos empetrolados. Eso me conmovió, los veía en las costas, y comencé a juntarlos. Hice un centro de rehabilitación muy precario, y ahí volvió la conexión. Hasta que sentí que necesité más formación y comencé la carrera de Biología”.

 

Volviendo a los pingüinos, otro dato peculiar es que cuidan a sus pichones y son monógamos por una temporada. Más aún: en la familia de los pingüinos de Magallanes, por ejemplo, Borboroglu siguió a una pareja de pingüinos de Punta Tombo que estuvo junta durante 17 años. “El pingüino es muy carismático: no es como las arañas o los tiburones. Es una especie con conexión con los seres humanos. El cine lo ha usado para entretenimiento, y no para información: la gente percibe que son simpáticos, que les va bien, nadie sabe que de las dieciocho especies de pingüinos el sesenta por ciento está amenazado. Porque el pingüino –explica- depende del mar pero también de la tierra para reproducirse, entonces registra amenazas en ambos territorios”.

 

Condensar una vida de trabajo en un libro

 

El proceso de compilación del libro que publicó Borboroglu comenzó en 2012. “Fue todo un desafío ´bajar´ el lenguaje del mundo científico para que llegue a todos lados. Traté de no hablar para científicos, el desafío fue mantener el rigor en un lenguaje amigable”, cuenta. “Porque la idea principal de la publicación era que sea útil. Las cosas que sucedieron alrededor de la publicación en ese sentido nos indicaron que efectivamente necesario”. Es que la escritura del libro, comentó, movilizó cuestiones que sorprendentemente para ellos estaban pendientes de resolución: es el caso del estatus legal, por ejemplo, del pingüino emperador. “Cuando tuvieron que escribir su capítulo –recuerda el investigador-, los australianos se dieron cuenta de que ese pingüino no estaba incluido en el Tratado de Especies Protegidas de Australia. El libro movilizó la propuesta y finalmente fue incluida en esa categoría”. Una cuestión similar se dio con el pingüino africano: “Antes de publicar el libro el gobierno nos pidió si podían usar el capítulo que hablaba del animal de esa zona como material de base para el Plan de Manejo de la Especie en África”.

 

Además de investigador, Borboroglu es presidente de la “Global Penguin Society”, que trabaja en planes de manejo de colonias y en creación y gestión de áreas protegidas marinas. Y no solo eso: hay un dato curioso en la biografía de este investigador, y es que en su derrotero como apasionado de los pingüinos, un buen día de hace cuatro años atrás, al científico se la ocurrió googlear la palabra “penguin”. Se encontró con que los que más googlean esa palabra son niños, ¿por qué? Porque buscan “Club Penguin”: un videojuego digital lanzado por Disney con 100 millones de jugadores en todo el mundo, que utiliza a los pequeños pingüinos como personajes principales del juego, donde pueden caminar, hablar, jugar minijuegos y participar en actividades con otros jugadores en un lugar virtual cubierto de nieve. Borboroglu ingresó al videojuego para ver de qué se trataba, y notó que no había contenidos sobre pingüinos, más allá de la experiencia del juego.

 

“Después de un año de enviar mails llegué a Disney la Disney Conservation Found y nos asociamos: desde entonces yo les paso tips para enriquecer la experiencia del juego, asesoramiento científico sobre conceptos científicamente correctos, y ellos en contraparte nos subsidian todo lo que hacemos de educación: los libros, los viajes de nenes a conocer pingüinos. Esa también, para nosotros, es una gran plataforma para expandir el mensaje de conservación de los pingüinos”.

 

El libro que compiló y se distribuye en todas las librerías, incluye un calendario por especie, que especifica en qué momentos pone huevos, migra, y también una descripción de amenazas y de lista de acciones de investigación necesarias para cada especie. Los núcleos centrales del libro de Borboroglu están concentrados en la introducción y la conclusión: allí se condensa –con cuadros y gráficos alusivos- las características de las colonias y las principales amenazas -cambio climático, mal manejo de pesquerías comerciales y contaminación marina. “Este libro me simplifica toda una vida de trabajo. Además, a veces –comenta Borboroglu- el formato del paper científico no nos permite expresar todo lo que estudiamos. Entonces este libro fue la posibilidad de volcar toda la información que teníamos y antes no podía ver la luz”.