Alimentación Argentina , Argentina, Lunes, 17 de octubre de 2016 a las 09:25

Aceite de oliva, un “arma” contra el colesterol y la infertilidad masculina

Los especialistas hallaron que existe una serie de proteínas que actúan como sensores del nivel de colesterol intracelular y que cada célula puede manejar la cantidad de colesterol gracias a esas proteínas

ARGENTINA INVESTIGA/DICYT Los niveles altos de colesterol pueden producir complicaciones en el aparato reproductor del hombre. Pero se ha comprobado que la situación puede revertirse con un mayor consumo de aceite de oliva. O mejor dicho, con una dieta en la que se reemplacen las grasas por este tipo de aceite.

 

El doctor en medicina e investigador del Conicet, Miguel Fornés, dirige una investigación en este sentido. El especialista explicó a Argentina Investiga que se comprobaron estos beneficios a través de pruebas con conejos sometidos a dos tratamientos: uno a dietas grasas y otro al consumo de aceite de oliva. Esto se denomina “medicina traslacional”, mediante la cual intentan reproducirse patologías humanas en modelos desarrollados en animales.

 

A los conejos se les mezcla el jugo bovino (la misma grasa con la que a veces se elaboran empanadas de carne) con el alimento balanceado para que el colesterol que los animales tienen en la sangre se eleve, ya que no están acostumbrados al consumo de grasa porque son vegetarianos. Así se dieron cuenta de que se producen trastornos en el espermatozoides y sustancias fluidas que se producen en el aparato genital masculino de todos los animales, entre ellos la especie humana.">semen y en los espermatozoides.

 

Los investigadores recurrieron entonces a estudios previos. En la década del cuarenta, un análisis reveló que los europeos que vivían en el norte del Continente tenían más posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular que los que vivían en la zona mediterránea, debido a que estos últimos consumían más frutas, verduras, productos de mar y la grasa se ingería casi exclusivamente en forma de aceite de oliva.

 

El equipo de investigación comenzó a reemplazar el jugo bovino por el aceite de oliva en los conejos y, del mismo modo que al producto anterior, lo mezclaron con el alimento balanceado. A partir de ahí se mejoraron los parámetros que se habían deteriorado con la dieta grasa. Uno de los resultados fue, por ejemplo, que el número de espermatozoides producidos se incrementó y se normalizó.

 

Los cambios en el sistema reproductor de los conejos se deben, según Fornés, a alteraciones en mecanismos moleculares. En términos técnicos, hay una serie de proteínas que son como sensores del nivel de colesterol intracelular, que está muy relacionado con el que circula en sangre. Este último daña a todo el organismo, pero cada célula puede tomar o manejar la cantidad de colesterol gracias a esas proteínas y esto capacita al organismo para dejar de producir colesterol o comenzar a producir, si el nivel es bajo. Ese mecanismo de regulación se altera en las dietas grasas y se recupera con la presencia del aceite de oliva.

 

En la actualidad la investigación avanza en descubrir por cuál mecanismo esto influye en un espermatozoide y hace que no cumpla su función. En este sentido, hasta ahora los científicos encontraron que en algunas etapas de la producción de espermatozoides en el túbulo seminífero (que se encuentra en los testículos) se alteran con el exceso de grasas y los altos niveles de colesterol, y se normalizan con el consumo de aceite de oliva.

 

También pretenden descubrir qué fracciones del aceite de oliva son las realmente eficientes, ya que es un producto complejo y, por lo tanto, tiene muchos componentes. Entonces se estima que algunos de todos ellos, o una combinación de éstos, son los que producen mejores efectos. Lo que se recomienda es consumir aceite de oliva en reemplazo de algunos ingredientes (como la manteca y el aceite de girasol, entre otros).

 

En cuanto a la fertilidad masculina, debido a que las pruebas se realizaron en conejos y no se han hecho tratamientos demasiado largos, no se ha medido qué niveles de grasa y durante cuánto tiempo pueden llevar a una infertilidad y esto podría variar en el hombre.

 

La investigación comenzó en 2010 y está co-dirigida por Estefanía Sáez e integrada por María Monclus y tres becarias doctorales: Laila Simón, Abigail Funes y Regina Colombo.