Alimentación México , México, Jueves, 02 de febrero de 2017 a las 11:13

Alga espirulina contra la desnutrición infantil en Puebla

El cultivo de alga espirulina en el laboratorio de química de la Ibero ha permitido también no solo producir proteínas sino también aceite, pues acumulan en su interior grasa

AGENCIA INFORMATIVA CONACYT/DICYT La Universidad Iberoamericana Puebla, en colaboración con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), campus Iztapalapa, desarrolla un proyecto de cultivo y procesamiento del alga espirulina (Spirulina maxima) en comunidades de la Sierra Nororiental de Puebla, para combatir problemas de desnutrición en la población infantil.

 

Óscar García Gómez, académico de la Universidad Iberoamericana Puebla, declaró en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que el proyecto implica que la UAM, a través de la doctora Mónica Rodríguez Palacio, done el alga espirulina para que sea cultivada en los laboratorios de química de esta universidad, además de que se realice su caracterización para conocer los grados de proteína que tiene esta sustancia.

 

A este proyecto se han sumado dos organizaciones civiles que han facilitado el acceso de los investigadores y estudiantes a las comunidades, debido al trabajo que estas organizaciones ya tienen en la región.

 

Una de ellas es La Esperanza del Mañana con sede en la comunidad de Tiburcio Juárez, en el municipio de Jonotla, Puebla. De igual forma, la asociación Paso del Jardín, ubicada en la localidad del mismo nombre, brinda servicios de educación, apoyo a mujeres y a proyectos productivos, lo que facilita que los niños estén presentes en las reuniones.

 

De acuerdo con el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas, en Puebla hay una incidencia de desnutrición crónica entre la población menor de cinco años, pues al menos uno de cada cinco niños está afectado por la desnutrición; el problema se acentúa en las zonas rurales, entre la población indígena, donde al menos uno de cada tres niños tiene desnutrición crónica.

 

“Con este proyecto se trabaja con niños de las comunidades de San Antonio Rayón y Paso del jardín, entre otras aledañas. Se puede captar a los niños porque se capacita a madres de familia, ellas los llevan y así es como las estudiantes de nutrición realizaron una evaluación de su estado nutricional con la intención de determinar cómo se encuentran”, refirió el maestro García Gómez.


La proteína verde

 

Respecto a los estudios que han realizado al alga espirulina, el maestro García Gómez indicó que cuando se trabaja el alga espirulina en condiciones ideales (laboratorio) brinda 57 por ciento en peso de proteína. Pero si se cultiva a cielo abierto, entonces su porcentaje baja por las condiciones en las que crece, sin que esto implique que brinde niveles reducidos de proteína, ya que este será de 40 por ciento.

 

Para poder introducirlo en la dieta de los niños de San Antonio Rayón y Paso del Jardín, así como de otras comunidades, se organizó una degustación en la que las alumnas ofrecieron a los menores un espagueti con alga espirulina.

 

“El espagueti tenía buen sabor, sin olor, pero el color verde intenso de la espirulina fue lo que dificultó su aceptación al 100 por ciento entre los niños; sin embargo, para remediar este problema, las alumnas de nutrición propusieron mezclar el alga con frijol negro o maíz azul para que se perdiera el color”.


Su producción para el autoconsumo

 

Una vez que se trabaja en la introducción de esta alga en la dieta de las familias, lo que sigue del proyecto es la capacitación en las comunidades para que ellos produzcan, cosechen, deshidraten e introduzcan en sus alimentos y así no crear una dependencia a futuro con la universidad.

 

Para esto se colocaron dos biorreactores que constan de un panel solar y un motor, cuyo costo no supera los cuatro mil pesos. Estos biorreactores fueron ubicados en Paso del Jardín y en las instalaciones de La Esperanza del Mañana. Su eficacia, refiere el maestro Óscar García Gómez, ha sido efectiva ya que las condiciones climáticas (temperaturas que van de los 25 a los 33 grados Celsius) favorecen el crecimiento del alga.

 

“Aproximadamente con un biorreactor de mil litros podrías abastecer alga para unas 15 familias. Esa es una de las bondades del alga, que la producción no es costosa y no requieren para su cultivo una constante vigilancia. En cuanto al tiempo de reproducción se estipula en un promedio de 15 días”, añadió el investigador.

 

En cuanto a las dificultades que enfrentan, está la higiene que debe tener el cultivo, pues de lo contrario corre el riesgo de contaminarse el producto. Sin embargo, el maestro García Gómez se mostró confiado de que las familias de estas comunidades dominen el proceso para reproducir el alga sin inconvenientes.

 

Su proceso conlleva a inocular el alga, es decir, se llena un recipiente con agua, se coloca un porcentaje de microalga, por ejemplo para 20 litros se utilizan 250 gramos de alga y después se le colocan sales como nitrato de potasio, hierro, magnesio. Después se deja en reposo por 15 días para realizar la cosecha del alga, que no es otra cosa que el filtrado del alga para que siga el proceso de secado y deshidratación en un secador solar. A partir de este proceso ya se puede usar de múltiples formas, añadirla a los alimentos, en preparaciones, etcétera.


También producen aceite

 

El cultivo de alga espirulina en el laboratorio de química de la Ibero ha permitido también no solo producir proteínas sino también aceite, pues acumulan en su interior grasa. Y aunque su utilidad aún la están analizando, no descartan que pueda servir como biocombustible o para la elaboración de cosméticos; sin embargo, falta caracterizar para ubicar cuál es el mejor fin.

 

Para la producción de aceites a partir del alga espirulina, lo primero que se hace para obtenerlo es abrir el alga a través de un proceso de sonicación, es decir, a partir de sonido se generan ondas y estas rompen la pared celular del alga. Una vez rota, se usa un solvente orgánico (como cloroformo, éter de petróleo, metanol y hexanol) para extraer los aceites que pueden ser utilizados para distintas industrias, dependiendo el tipo de solvente con que se extraiga.

 

En el proyecto, de manera formal trabajan cuatro investigadores, dos de la UAM y dos de la Ibero Puebla, el maestro Óscar García Gómez y el doctor Óscar Cortés Pichón, además de alumnos de ingeniería química. De estos trabajos, se han realizado tres artículos que están en proceso de evaluación para ser expuestos en congresos nacionales e internacionales.