Alimentación Bolivia , Bolivia, Viernes, 17 de febrero de 2017 a las 10:17

Publican un libro inédito sobre plantas invasoras sudamericanas

Se han identificado 43 especies vegetales

IVIC/DICYT Al ser capaces de adaptarse exitosamente a lugares fuera de su ambiente original, los invasores biológicos pueden alterar a los organismos nativos al punto de hacerlos desaparecer. América del Sur y el Caribe no escapan de este fenómeno, como lo demuestran las 43 especies vegetales identificadas en el Manual de plantas invasoras de Sudamérica, publicado a finales del año pasado.


De acuerdo con la venezolana Ileana Herrera, investigadora de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Espíritu Santo de Ecuador y coeditora del libro, Suiza tiene un libro similar, pero se trata de un esfuerzo editorial sin precedentes en Sudamérica, logrado “con mucha organización, perseverancia y buena disposición para el trabajo en equipo”, señaló.


Esta primera edición fue distribuida de forma impresa en Ecuador y Chile, gracias a los proyectos chilenos Iniciativa Científica Milenio del Ministerio de Economía -ejecutado por el Instituto de Ecología y Biodiversidad- y el Financiamiento Basal de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).


Sin embargo, se prevé el envío de copias a Venezuela, Brasil y Argentina, indicó Herrera, egresada del Doctorado en Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic).


La obra fue estructurada en fichas descriptivas de cada una de las especies vegetales consideradas en esta primera edición. Entre dichos atributos se encuentran el nombre científico, sinónimos y nombres comunes, así como el origen, usos, aspectos morfológicos y especies parecidas con las cuales pudieran confundirse.


También contiene las características que podrían justificar la habilidad de estas especies para colonizar territorios ajenos, además de fotografías, mapas de distribución potencial basados en susceptibilidad climática, tipo de ecosistemas afectados, países sudamericanos y de otras latitudes del mundo donde han sido reportadas, posibles impactos y métodos de control.


La humanidad como agente dispersor


Según el manuscrito, la principal causa del proceso de invasión biológica es el transporte de pasajeros y mercadería generado por la globalización. Pero la introducción de la especie a un sitio distinto a su hogar no es garantía de triunfo: para que sea invasora debe reproducirse, crecer y expandirse en el nuevo espacio geográfico.


Los autores del texto señalan que las invasiones biológicas raras veces ocurren debido a la gran cantidad de obstáculos que deben vencer para lograr su cometido, reduciéndose las probabilidades al 10%. De allí que las especies exitosas sean consideradas excepcionales o “superespecies”.


A pesar de su baja frecuencia, las invasiones biológicas son altamente nocivas. Un ejemplo es la hierba Kalanchoe daigremontiana, originaria de Europa y África del norte, la cual posee glucósidos cardíacos tóxicos para animales y humanos.


El pino americano Pinus elliottii puede ser más amenazante. Procedente de los Estados Unidos, este árbol es capaz de transformar las condiciones a su alrededor para su beneficio, propiciando el reemplazo de la flora local por individuos de su propia especie y pudiendo ocasionar la extinción de la biodiversidad original.


Territorio nacional igualmente vulnerable


De las 43 especies identificadas en el Manual de plantas invasoras de Sudamérica, 12 fueron reportadas para Venezuela. De acuerdo con la ecóloga Ileana Herrera, las que podrían causar los mayores problemas son Leucaena leucocephala y Melinis minutiflora.


L. leucocephala, llamada comúnmente acacia pálida o tamarindo silvestre, es originaria de México y Centroamérica. Este árbol fija nitrógeno en el suelo, aspecto positivo en zonas destinadas a la agricultura pero perjudicial en áreas naturales, pues el exceso de nitrógeno afecta el ciclaje de nutrientes de algunos ecosistemas.


Capímmelao o pasto de gordura, como coloquialmente se conoce la hierba africana M. minutiflora, almacena nutrientes de manera tan acelerada que produce biomasa en demasía. Esta materia orgánica acumulada en la superficie terrestre “incrementa la frecuencia e intensidad del fuego, disminuyendo la riqueza y diversidad de especies de sabana y bosque”, se indica en la obra.


Además de Herrera, participaron en la edición del libro Ramiro Bustamante (Instituto de Ecología y Biodiversidad, Chile), Estefany Goncalves (estudiante tesista del Ivic) y Aníbal Pauchard (Laboratorio de Invasiones Biológicas, Universidad de Concepción, Chile).


La información científica desplegada en las fichas fue construida por 32 autores de Argentina, Ecuador, Chile, Venezuela, Estados Unidos, Sudáfrica, Brasil y México. Por Venezuela figuran Zdravko Baruch (Universidad Simón Bolívar); así como Nardi Torres, Jorge Vega y Milagros Salas (Ivic).


Elaborar este texto fue una iniciativa surgida durante el curso de posgrado Trends in the ecology of plant invasions (Tendencias en la ecología de invasiones de plantas), organizado en Chile en 2014 por la Universidad de Concepción, el Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad de Chile.