Alimentación España , Barcelona, Jueves, 13 de julio de 2017 a las 15:43

Primera evidencia fósil de que crustáceos del orden Tanaidacea cuidaban a sus crías hace más de 105 millones de años

Expertos de la Universidad de Barcelona y del Instituto Geológico y Minero de España descubren las primeras evidencias de cuidado parental en los crustáceos del orden Tanaidacea

IGME/DICYT Un equipo científico ha descubierto las primeras evidencias de cuidado parental en los crustáceos del orden Tanaidacea hace más de 105 millones de años, según un nuevo artículo publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature. Este nuevo descubrimiento se basa en el estudio de tres pequeños crustáceos de especies distintas del Cretácico —Alavatanais carabe, Alavatanais margulisae y Daenerytanais maieuticus— que han sido preservados en piezas de ámbar de los yacimientos de Peñacerrada (Álava, España) y La Buzinie (Charente, Francia), que son referentes en el estudio del registro fósil del ámbar con bioinclusiones del Mesozoico en Europa.


Son autores del trabajo los investigadores Alba Sánchez y Xavier Delclòs, de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona; Enrique Peñalver, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME); Michael S. Engel, de la Universidad de Kansas (Estados Unidos); Graham Bird (Nueva Zelanda), y Vincent Perrichot, de la Université Rennes 1 (Francia).


Cuidado parental: protegiendo a las crías desde hace millones de años

 

Muchas especies de crustáceos actuales presentan cuidado parental, aumentando sus posibilidades de supervivencia en el hábitat natural. Esta estrategia reproductiva, que ha evolucionado de forma independiente en distintos linajes, es común en especies de ambientes terrestres y también acuáticos (océanos, lagos, etc). Sin embargo, la evidencia fósil de comportamientos de cuidado de la prole en los crustáceos es muy escasa. Aunque está documentado el cuidado parental en el registro fósil —por ejemplo, en crustáceos ostrácodos de hace 450 millones de años— el artículo publicado en la revista Scientific Reports presenta la primera evidencia de este comportamiento en el linaje de los Tanaidacea, unos crustáceos de pequeño tamaño que pertenecen al superorden Peracarida. «Estos nuevos hallazgos constituyen la primera evidencia fósil de cuidado parental en el orden Tanaidacea. El descubrimiento demuestra que ciertos comportamientos de cuidado parental y sus adaptaciones morfológicas relacionadas ya existían durante el Cretácico Inferior y han permanecido casi sin cambio desde hace más de 105 millones de años hasta nuestros días» explica la investigadora Alba Sánchez (UB-IRBio), primera autora del artículo.


Una prole que se refugia en el marsupio

 

Una característica de los tanaidáceos —y de otros crustáceos peracáridos— es la presencia del marsupio de las hembras, una estructura ventral destinada a la incubación. Después de la fecundación, los huevos se desarrollan convirtiéndose en embriones y posteriormente en individuos juveniles dentro del marsupio. Según detalla el profesor Xavier Delclòs (UBIRBio), «En términos evolutivos, el marsupio representa un medio seguro para la descendencia y pudo contribuir al éxito de los tanaidáceos en diversos hábitats (ambientes marinos, dulceacuícolas e incluso terrestres húmedos), tal como se ha propuesto para algunos tanaidáceos encontrados en ámbar cretácico».


Daenerytanais maieuticus: la Khaleesi de los crustáceos

 

Según el nuevo estudio, los dos ejemplares fósiles de tanaidáceos descubiertos en las piezas de ámbar de Álava en España —dos hembras de las especies Alavatanais carabe y Alavatanais margulisae— presentan unas estructuras implicadas en la formación de un marsupio para el trasporte de los huevos y juveniles en hembras sexualmente maduras.

 

En el caso del yacimiento francés de La Buzinie, el ejemplar identificado es una hembra de la especie Daenerytanais maieuticus, que ha sido preservada en ámbar junto a su marsupio repleto de huevos. Este crustáceo fósil, que representa una nueva especie y género, debe su nombre al personaje de ficción Daenerys Targaryen ”Madre de Dragones”, de la saga de literatura fantástica Canción de hielo y fuego, escrita por George R. R. Martin e inspiradora de la famosa serie Juego de Tronos.


El artículo publicado en la revista Scientific Reports se enmarca dentro de las investigaciones del grupo AMBARES (Ámbares de España) y del Grupo de Investigación Consolidado de “Geologia Sedimentaria” de la UB, y cuenta con la financiación de fondos gubernamentales autonómicos y nacionales y la colaboración del Museo de Ciencias Naturales de Álava (España).