Ciencia España , Salamanca, Viernes, 08 de septiembre de 2017 a las 16:02

“España recuperó en la Transición el optimismo perdido en el siglo XVII y espero que lo mantenga ahora”

Entrevista al hispanista John Elliott, que participa en Salamanca en el XII Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica, en la que habla de su próximo libro, de la manipulación de la historia y de la investigación actual

José Pichel Andrés/DICYT El hispanista británico John Elliott ha visitado Salamanca para intervenir en el XII Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica, que se celebra entre el 6 y el 9 de septiembre en la Universidad de Salamanca. Ya en 1993 fue distinguido con el premio Elio Antonio de Nebrija, que otorga la institución académica salmantina a quienes sobresalen en el estudio de la lengua y la cultura españolas. En 1996 recibió el premio Príncipe de Asturias de Humanidades como máximo reconocimiento a su figura y en 1999 le fue otorgado el premio Balzan de historia, concedido a especialistas en la Edad Moderna.


En la conferencia de hoy aborda su visión como experto en la Edad Moderna de España, con énfasis en las conexiones con la historia económica, asunto central del congreso, y la decadencia de España en el siglo XVII. Para contar la historia, la economía “es fundamental, pero no lo es todo”, asegura en una entrevista concedida a DiCYT, “soy partidario de combinar las disciplinas y abordar la historia social, cultural, política y económica en conjunto”. Por eso habla de “historia total”.


“El mundo ha cambiado mucho, pero el siglo XVII como periodo de decadencia ha influido mucho en los españoles para crear un ambiente de pesimismo. Tras la muerte de Franco y la Transición a la democracia, he notado un nuevo optimismo en los historiadores y su visión de la historia de España. En este momento tengo un poco de miedo de que se caiga de nuevo en el pesimismo, sobre todo como resultado de la depresión económica de 2008, pero ahora que van mejorando algo las cosas esperemos que regrese el optimismo”, afirma.


Próximo libro


John Elliott también dice estar preocupado por la situación política de Cataluña ante el conflicto secesionista y está terminando un libro que espera publicar el año que viene en el que compara a Cataluña con Escocia desde la Edad Media “hasta el próximo referéndum, si lo hay”, matiza. “Siempre pienso que tanto una como la otra son naciones, aunque se evita esta palabra en la Constitución Española actual, y son naciones sin estado, en esto se parecen, pero hay muchas diferencias. Por ejemplo, los catalanes tienen su idioma y esto es un punto de referencia para los nacionalistas; en cambio, los escoceses hablan en inglés, el gaélico casi ha desaparecido”, señala.

 

En su opinión, resulta muy interesante ver similitudes y diferencias a lo largo de las últimas centurias. “Todo cambió a finales del siglo XVIII, cuando Escocia se incorporó a Gran Bretaña con un sistema parlamentario y casi a la vez aquí se impulsaron los Decretos de Nueva Planta en la Corona de Aragón, y perdieron sus antiguas libertades aragoneses, valencianos y catalanes”, comenta.


Manipulación sobre Cataluña y España


No obstante, “en las últimas décadas se ha manipulado mucho para presentar una visión de victimismo por parte de los grupos que buscan la soberanía en Cataluña, se enfatiza mucho lo que pasó en 1714 y se olvida la contribución de España al desarrollo de Cataluña y de Cataluña al desarrollo de España. En el fondo, están muy conectadas, como escoceses e ingleses. Siempre ha habido tensiones pero al mismo tiempo, muchas conexiones e interacciones”, destaca.


En la enseñanza, “desde el comienzo de la presidencia de Jordi Pujol se dio una visión sesgada de la historia e incluso de la geografía catalanas, enfatizando especialmente la excepcionalidad de Cataluña y el victimismo”. La idea es que “España no es más que un estado, algo artificial, mientras que los catalanes son una nación orgánica. Eso ya viene del siglo XIX, Pi y Margall y otros hablaron sobre ello”, apunta. En la actualidad se ha llegado hasta el punto de organizar un congreso que se llamó ‘España contra Cataluña’, “un disparate total”, sentencia Elliott.

 

Ante este tipo de situaciones, evitar la manipulación “es la obligación de nosotros, los historiadores, decir lo que pensamos que es verdad, lo que es más probable”. En su opinión, “lo que tienen que hacer los expertos es matizar", porque las visiones que se reducen a blanco o negro han contribuido a deformar la historia. En ese aspecto, “también el nacionalismo español ha realizado una presentación de la historia de España demasiado castellana”. En realidad, “la historia de España es la de las relaciones entre centro y periferia, unidad y diversidad, y hay que conservar el sentimiento de diversidad como enriquecimiento, no como pérdida”.


La investigación actual de los historiadores


En historia, la irrupción de internet ha llevado a “un exceso de información”, asegura. La consecuencia es que “la gente lee y piensa menos, porque está ante una inundación de hechos. Para los jóvenes de ahora todo está en Wikipedia y no leen los textos de la época, escogen unas palabras”, afirma.


En cuanto a los historiadores, “no es fácil investigar porque hay muchos retos” y “tocar un documento no es lo mismo que verlo en una pantalla, aprendes mucho de abrir los legajos y ver un documento junto a otros de la misma época”. Si los jóvenes historiadores pierden esa posibilidad porque no les dejan mirar el original que está digitalizado, “perderán una gran experiencia”.


En la actualidad, los hechos quedan registrados con muchos más instrumentos, fotografías, imágenes y textos que al instante llegan a internet. Sin embargo, John Elliott no cree que esto vaya a cambiar sustancialmente la investigación en historia. “Los historiadores del futuro tendrán los mismos problemas, no serán más objetivos y también se enfrentarán a la pérdida de información, como las llamadas o los emails, todo será más o menos lo mismo, la conservación de documentos de cualquier clase es fruto de la casualidad. El historiador tiene que saber que falta mucho y que de algunas de las conversaciones más importantes no quedará rastro salvo la memoria de los que participan en ellas”, añade.